“Todavía no has hecho el trabajo sobre mí. Es que tengo mala suerte contigo”.
Así, con expresión de Balbuena, exitoso personaje de nuestro admirado artista Luisito Martí, irrumpió en la oficina que ocupo en la sociedad de autores y compositores, para reclamarme la presente publicación, el inquieto Eduardo Ortiz.
El apreciado “Gorilón”, siempre afanando y entregado a la causa de los trajines culturales para engrosar mayor esplendor a su obra máxima: La Sociedad Comunitaria Guachupita de Oro, con cuya premiación surgió el 20 de diciembre del año 1977, en un multitudinario acto celebrado en la Plazoleta La Trinitaria.
En ese mismo año Eduardo posesionó un Comité de Elección Permanente, integrado entonces por Rafael Herrera Cabral, Mario Alvarez Dugan, Emilio Córdova Pereyra, Freddy Reyes Pérez, Alejandro Asmar Sánchez y Miguel Guerrero, entre otros no menos distinguidos.
Han recibido el Premio Guachupita de Oro, denominado “El Premio Noble del Pueblo”, Juan Bosch, Dr. Leonel Fernández , Dr. Joaquín Balaguer, Dr. José Francisco Peña Gómez, José León Asencio, José Hazim Azar, Freddy Beras Goico, Juan Luis Guerra, Ramón Báez Romano, Luis Manuel Bonetti, Bernardo Santana Páez, Miguel Barceló, José Armando (Poppy) Bermúdez, José Aníbal Sanz Jiminian, Alfredo Pacheco, Milagros Ortiz Bosch, Jatnna Tavárez, Roberto Santana, Joan Guzmán, Dr. Félix Antonio Cruz Jiminian, entre otras destacadas personalidades.
Eduardo Ortiz Rosario nació el 13 de octubre de 1944 en Santo Domingo, en el barrio Villa Francisca. Hijo de la dama capitalina Angélica Rosario y del petromacorisano Felipe Ortiz Vizcaíno, que fue boxeador, músico y obrero portuario.
“Yo me crié en Guachupita, pero paradójicamente nunca viví en el barrio. Yo vivía entre los barrios Villa María y Mejoramiento Social, en casa de mis abuelos paternos, José María Ortiz y Benigna de Ortiz.
Este laborioso animador cultural estudió en la Escuela Perú, cuando era de madera, y llegó al cuarto del bachillerato en el liceo secundario Juan Pablo Duarte.
A los 10 años jugaba béisbol, desempeñándose como tercera base y receptor, en la categoría de pequeña liga en el campus deportivo del Oratorio María Auxiliadora. Siempre fue cuarto bate y atestiguan sus compañeros que era muy buen bateador, pero también muy guerrillero. No era dado a soportar bolas pegadas sin inmutarse, por eso el lanzador que le acercaba demasiado la pelota corría el riesgo de encontrarse con los puños del Gorilón.
Fue miembro fundador de la Liga La Javilla, de Juan José (Vivo) Carmona y de ahí pasó a la Farmacia Báez, siempre como jugador y ocupando los turnos de tercer y cuarto bate.
Teniendo 17 años se enganchó a la policía nacional, donde duro diez años y se quedó como raso, pero hizo muy relaciones allí.
Entonces comenzó a trabajar como asistente personal de Fausto Ramón de Aza Sepúlveda (Fausto Rey) desde sus inicios como cantante y paralelamente laboraba en el departamento de artes gráficas de la Secretaría de Estado de Educación.
Entonces laboró un par de años en el departamento de promoción social de la Secretaría de Estado de Salud Pública.
Casi de inmediato pasó a ejercer como alguacil ordinario de la Corte de Apelación del Distrito Nacional.
Eduardo fue como un padre para Juanchy Vásquez (El Galeno), convirtiéndose en su asesor y guía. Eduardo lo llevó a la orquesta de Fausto Rey y luego a Juan Luis y sus Mulatos.
El Guachupita nació porque había una premiación comercial, que era El Dorado, de la empresa licorera Bermúdez, y entendió que los artistas merecían un reconocimiento que saliera de las entrañas del pueblo.
“Me siento contento porque ya existen varias premiaciones que demuestran que le servimos de inspiración y porque el dominicano tiene que ser agradecido, pues hay personas que merecen el reconocimiento de toda la sociedad y no debemos dejar que pasen sin pena ni gloria”, indica Eduardo, con la humildad y el entusiasmo que lo caracterizan.
Se han realizado 25 entregas del Guachupita de Oro y para este año espera contar con el respaldo de siempre para reconocer a otras tantas personalidades y gente humilde del pueblo que tienen sobrados méritos para recibir el galardón.
Confesó, en declaraciones exclusivas para Diario Digital RD, que hizo una pausa en la entrega de estos premios para dar espacio al surgimiento de nuevos valores dignos de ser galardonados.
Eduardo Ortiz, quien siempre agradece el histórico respaldo que le han brindado los patrocinadores del Guachupita de Oro y los diversos medios de comunicación, es un verdadero fajador que también merece un premio noble de manos de cada uno de los dominicanos sencillos y solidarios, para que lo reciba con el mismo entusiasmo con que ha vivido premiando a los demás durante casi tres décadas.