En los últimos tiempos la sociedad ha sufrido grandes y acelerados cambios. Dichos cambios han sido vividos de manera distinta por las generaciones jóvenes y las adultas y han transformado radicalmente sus maneras de ser y relacionarse. Antes, los jóvenes tenían claro cuál era el faro que les indicaba el camino a seguir en su inserción social. Sabían que para ascender laboral y socialmente, debían ir a la escuela, a la universidad y luego vincularse al mundo laboral, mientras formaban una familia. Cuando eran adultos, muchos trabajaban veinte años seguidos para una misma institución en donde sabían que podían ser promovidos y sabían que después de sus años de trabajo gozarían de una jubilación.
Hace relativamente poco las cosas empezaron a cambiar. Hoy, un adolescente de 16 años, a diferencia de antes, sólo tiene claro que tiene que ir a la escuela, pues es una obligación, ¿pero la universidad, y el trabajo y la familia? Sin duda su futuro es un gran abanico de posibilidades imposible de cercar. No puede aspirar a un trabajo estable, y por eso prefiere una actividad que le dé dinero para satisfacer sus necesidades inmediatas de consumo. Ha nacido en una sociedad en donde lo estable no es apetecible, es aburrido; siempre hay que aspirar a tener experiencias nuevas y objetos nuevos que permitan estas experiencias.
Estamos pasando de una sociedad centrada en el trabajo a una sociedad centrada en el consumo. En una sociedad centrada en el trabajo, se valora la formación pues es la que garantiza un ascenso continuo en la escala social; estudiar y trabajar genera un cierto estatus. Quién eres está relacionado con la profesión que tienes y con el trabajo que desarrollas, se valora el esfuerzo y la satisfacción viene dada por el trabajo bien hecho. Quien no trabaja duro no tiene ganancia y no puede satisfacer sus necesidades. En cambio, en una sociedad centrada en el consumo, la formación que se tenga y el lugar del cual se obtiene el dinero pasan a un segundo plano. En una sociedad centrada en el consumo, lo importante es poder acceder a los bienes de consumo, estar en los lugares clave y rodearse de las personas indicadas. No interesa si se ha ganado el dinero a partir de una formación o a partir de un negocio creativo. En este tipo de sociedades, las personas no se clasifican por su clase social sino por su estilo de vida: vestimenta, tipo de ocio, preferencias, vehículo… en definitiva, por lo que consumen.
El giro que acabo de describir ha dejado como consecuencia una sociedad marcada por la movilidad, la itinerancia y la posibilidad de elección, pero también ha dejado la marca de la precariedad, entendida no tanto como carencia sino como incertidumbre, con respecto al acceso sostenido de recursos fundamentales para el desarrollo del individuo. Se ha puesto en evidencia un nuevo tipo de amenaza: el ser excluido de la sociedad por no poder consumir; y para no caer en ella, nos vemos forzados a gastar gran parte de nuestro tiempo y nuestras energías en ganar el dinero que nos permita incluirnos en esta sociedad que consume.
Actualmente muchos adultos están centrados en el círculo trabajo-consumo que impone la sociedad o están intentando hacer frente a la enorme flexibilidad laboral. Su tiempo está cada vez más compartido en tiempo de trabajo y tiempo de ocio y, éste último, pocas veces es un tiempo creativo en donde cada persona decide que hacer en bien de sí misma y de los que lo rodean. Muchos dejan este tiempo en manos de la industria del espectáculo.
Es tiempo de empezar a reflexionar y actuar para cambiar esta sociedad. Está en nuestras manos hacer un giro: pasar de ser consumidores a ser actores. Los consumidores esperan ansiosamente a que salga una nueva oferta para comprarla o rechazarla, desean que los seduzcan con novedosos productos y situaciones que despierten su interés. Los actores en cambio, no esperan, sino que se mueven activamente para crear nuevas situaciones, no buscan que alguien los motive desde fuera, pues les mueve el entusiasmo, están contentos de ser, y tienen ganas de construir un mundo mejor para todos, en donde todos puedan sentirse contentos de su presente. ¡Empecemos a actuar!
Carta de la Paz