El editorial es un género de origen anónimo por definición. Lo puede escribir el mismo director o el último de los redactores y sin embargo; siempre mantiene un tono y un estilo en que se borra la personalidad del autor.
El tono y el estilo representan la autoría del periódico no la de un periodista determinado. En cuanto al contenido y a la orientación ideológica, es todavía mas claro que el modesto redactor llamado a escribir un editorial tiene que imponerse mas férreamente aun el olvido de su propia forma de pensar, para expresar solamente la de los EDITORES del periódico.
Todo ello implica que los editoriales que puede haber escrito, Rafael Herrera, Radhames Gómez Pepin, José Tejada Gómez, Margarita Canauhate o cualquier periodista conocido será difícil de identificar.
En nuestra experiencia como profesor de una cátedra de periodismo, pedíamos a los alumnos que se inspiraran en una situación noticiosa, instalados en algún determinado periódico para exponer como nota editorial la situación de tal o cual acontecimiento.
Regularmente los estudiantes dejaban entrever su sello personal lo que provocaba nuestra reacción en motivarlos a pensar en lo general de un medio, no de lo usted quiere decir desahogándose en una nota que marca a todo el que labora en un periódico.
Hemos visto como ya los medios de prensa están abandonando las notas editoriales, primero por su anonimato y segundo por el riesgo que implica salpicar de sospecha al que quizás no tiene nada que asuntar a tan infortunada o bienvenida noticia.
(Cualquier semejanza es pura coincidencia)
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