MADRID (España).- La llamaban la más grande y así es como la define también su hermano Amador cada vez que la recuerda. «Rocío ha sido grande hasta en su testamento», comentaba. Y es que la familia de Rocío está más que agradecida con el gesto que tuvo la chipionera al acordarse de todos y cada uno de ellos a la hora de hacer su testamento, que finalmente se abrió el domingo.
A las once de la mañana fue cuando se convocó la reunión familiar en la casa de La Moraleja. Hasta allí acudieron la abogada de la artista.
También, su viudo, José Ortega Cano, que días antes había regresado de su estancia en Miami, donde asistió a un funeral por el alma de Rocío y aprovechó para descansar en la playa con sus dos hijos; así como los hermanos de la cantante, Amador y Gloria, con sus respectivos cónyuges.
Ese día iban a conocer las últimas voluntades de Rocío que había redactado la misma mañana que ofreció una rueda de prensa para anunciar a los cuatro vientos que padecía un cáncer de páncreas.
Antes de esa convocatoria, Rocío se fue al despacho del notario en compañía de su abogada. Después se sinceró ante los medios y más tarde viajó a Houston para comenzar un tratamiento tras ser intervenida en el hospital Montepríncipe.
Desde esa mañana de septiembre de 2004 hasta el día de hoy la artista no pidió modificar ni un punto del testamento.
Lo dejó todo atado y bien atado, pensado y calculado para repartir entre los suyos lo que ha sido toda una vida de esfuerzo y sacrificio entregada a una profesión que le nació desde bien niña y por la que luchó como pocas.
Lógicamente, el testamento es un documento privado al que sólo tienen acceso sus herederos directos.
Pero por lo que ha podido saber ABC, Rocío ha sido muy generosa con su familia, que hace unos días declaraba no esperar nada de su parte. «Rocío nos dio todo en vida», aseguraban Gloria y Amador Mohedano.
SEPARACION DE BIENES
Pero, tras la muerte, también les ha dado mucho. Como Rocío y Ortega Cano se casaron en régimen de separación de bienes, la cantante ha querido repartir su legado propio entre su familia de sangre.
Así, a sus dos hermanos les ha dejado la finca de Chipiona conocida como «Los Naranjos», aunque realmente se llama «San Jorge». A Gloria también le deja su casa de Chipiona, que bautizó como «Mi abuela Rocío», en honor a su abuela. Rocío compró esa vivienda con sus primeros ahorros después de intentar adquirir la casa donde nació y que «casualmente» subió de precio cuando se enteraron que estaba interesada en ella.
En ese chalet, donde días atrás los vecinos dejaban mensajes de esperanza cuando la cantante vivía el final de su enfermedad, es donde se refugió los veranos siempre rodeada de sus hermanos, de su madre y de su abuela Rocío. También Amador ha sido favorecido con una nave en San Sebastián de los Reyes y también su hijo Fernando, ahijado de la artista, con otra nave en otro polígono industrial cercano.
Pero Rocío no se ha olvidado de nadie. A su fiel secretario, Juan de la Rosa, le deja el apartamento que ocupa en Chipiona y que era de su propiedad. El domingo lloraba de pena y emoción tras enterarse de la noticia.
Sin duda, uno de los apartados más sorprendentes de este testamento es el deseo de Rocío de que su casa de La Moraleja se ponga en venta en un plazo de un año y el beneficio se reparta entre sus tres hijos.
Se especifica además que esa casa no la puede comprar nadie de la familia. Quién sabe si su intención era evitar posibles disputas por esa propiedad. Lo cierto es que La Moraleja fue muy importante en vida de la cantante.
Durante los días de más angustia que pasó en Houston a su familia siempre le recordaba que ella quería morir en su casa, que si las cosas iban a peor que la mandaran allí.
Tal y como era su deseo murió en su habitación, en su cama, y con los suyos al lado. Como pasó en vida, Rocío era el tronco de esa casa, el nexo de los hermanos, la conciliadora de las cuñadas, la pacificadora de los malentendidos… Pero a su muerte su deseo es que sus hijos se repartan ese legado y la propiedad pase a otras manos.
HEREDERA UNIVERSAL
Es su hija Rocío Carrasco quien queda como heredera universal de todo lo que no figure en el testamento, así como del apartamento que tenía en Miami, más la mitad del que años después compró con Ortega Cano en Miami Beach.
También para ella es la finca «El Administrador», que la cantante compró de soltera y que está situada entre Chipiona y Rota. De esa finca salen los vinos que comercializaba y que últimamente le compraba la empresa de Ruiz Mateos. Como heredera universal, Rociíto se queda con el vestuario, las joyas, los muebles, las pieles, los derechos artísticos de la Jurado y todo lo que tenía.
Por su parte, Ortega Cano se queda con la ganadería que el matrimonio tanto cuidó durante sus años de felicidad y salud.
La finca de la «Yerbabuena» es propiedad del torero, por lo que no hay ningún reparto que hacer, así como tampoco con el piso que adquirió en Costa Ballena, que es del diestro y que sus hijos heredarán el día de mañana.
Sin duda, Rocío pensó mucho lo que hacía. Ayer Ortega Cano viajaba a Sevilla donde tenía cosas que hacer (el día 30 hay un funeral en la catedral) y quería visitar la tumba de su esposa.
Antes de partir, el diestro dejó a sus dos hijos en un campamento de verano y hoy intenta acostumbrarse a lo más duro: vivir sin Rocío. Si pensaba que con el tiempo iría a mejor, se ha dado cuenta de que no, de que cada día la añora más y se le hace más cuesta arriba la vida.
Tampoco los viajes ayudan. En Miami fueron muchos recuerdos; en Madrid, en Sevilla o en Chipiona la nostalgia y la pena le persiguen. Por eso no entiende de dónde surgen rumores de su vuelta a los ruedos cuando aún no sabe cómo va a soportar vivir cada mañana sin su mujer.
Por eso, el domingo también fue un día muy duro: a fin de cuentas resulta muy desagradable ver en unos simples folios el resultado de toda una vida de esfuerzo y sacrificio.