TEHERÁN, jun (IPS) – Las feministas muestran pesimismo sobre el avance de los derechos de las mujeres en Irán con Mahmoud Ahmadinejad como presidente. Pero las propias activistas no perciben el deterioro previsto cuando el líder conservador asumió el cargo en agosto pasado. La excepción parece haber sido la represión a una manifestación por equidad de género el día 12 en Teherán, que incluyó golpizas con bastones y uso de aerosoles de gas lacrimógeno. Las autoridades confirmaron el arresto de 42 mujeres y 28 hombres por "participar en una asamblea ilegal"
De todos modos, al margen de ese episodio, las activistas por derechos femeninos no creen que se haya configurado el peor escenario, como suponían cuando resultó electo Ahmadinejad.
"Los cambios para peor que creíamos posibles" en materia de derechos femeninos "no se han registrado", dijo la abogada Shadi Sadr, dirigente del no gubernamental Centro Femenino de Irán.
"Al parecer, lo más importante de la presidencia de Ahmadinejad es que él desea el regreso de las mujeres al hogar y a la familia, mientras su antecesor, el reformista Mohammad Jatami, quería aumentar el poder y la participación femeninas", agregó Sadr.
Algunas activistas mencionan como una señal en ese sentido el cambio de la denominación del gubernamental Centro para la Participación Femenina a Centro de Asuntos Femeninos y Familiares.
También apuntan a la orden impartida a las funcionarias del Ministerio de Cultura y Guía Islámica para que dejen de trabajar a las 18 horas para atender mejor a sus familias.
Pero algunas de las 12 legisladoras iraníes niegan que el gobierno instaurado en agosto pretenda enviar a las mujeres a sus casas. Su intención, explican, es facilitarles la vida a las trabajadoras a través, por ejemplo, de mejoras en el sistema de guarderías.
"La decisión de integrarse en la sociedad y en el mercado de trabajo depende sólo de las mujeres", dijo la legisladora Efat Shariati. "En Irán, hombres y mujeres son iguales en la educación, en el trabajo, en la política y en la cultura", aseguró.
De hecho, en lugar de lanzarse contra los derechos femeninos, Ahmadinejad mostró intención de aliviar algunas restricciones.
Luego de que la prensa informara que la policía de Teherán controlaría el respeto de las reglas islámicas de vestimenta por parte de las mujeres, Ahmadinejad dijo que no veía la necesidad de aumentar la presión sobre la población femenina.
Luego, propuso permitir a las mujeres asistir a partidos de fútbol masculino en los estadios, algo que desde 1979 sólo se autoriza a extranjeras, algunas atletas, empleadas del gobierno y periodistas.
Cuatro ayatolás objetaron la iniciativa, pero Ahmadinejad sólo la revirtió cuando se lo pidió el líder supremo Alí Jamenei, máxima autoridad religiosa del país. Sin embargo, continuó defendiendo la propuesta, con un tono que le acercaba a los reformistas.
"Desafortunadamente, cada vez que alguien habla de corrupción social los dedos apuntan hacia las mujeres", dijo entonces. "¿Acaso los hombres no deberían ser acusados también de esos problemas?"
Algunas activistas consideran que el discurso de Ahmadinejad tiene una motivación política: la de aumentar su base de apoyo en momentos de creciente presión internacional por el programa de desarrollo nuclear de Irán.
En caso de que el gobierno pretenda restringir los derechos femeninos en el futuro, pasaría dificultades porque las mujeres son hoy más conscientes de sus facultades y de sus capacidades.
En los últimos años, las mujeres se han vuelto más activas en la sociedad y en los lugares de trabajo. Constituyen hoy 65 por ciento del estudiantado universitario. También participan en el parlamento y en instancias ejecutivas del gobierno.
Pero activistas como la abogada Faride Gheirat dijo que a las iraníes aún se les reconoce menos derechos que a los hombres en la República Islámica. Ninguna, por ejemplo, pudo presentarse como candidata a presidenta, ni existe ninguna jueza.
Las mujeres tampoco pueden gozar de la tenencia plena de los hijos e hijas después del divorcio, y reciben la mitad de la herencia que sus hermanos.
Pero "la presencia de las mujeres en la sociedad es mucho mayor desde la Revolución" de 1979, sostuvo Gheirat, integrante de la junta directiva del Colegio de Abogados. "Las mujeres tuvimos más votos en las últimas elecciones del Colegio", ejemplificó.
Pero, agregó, "las leyes sobre las mujeres no avanzaron para nada desde la Revolución, y su desarrollo actual es muy lento e inaceptable".
"Hubo muy pocos cambios en el derecho de familia. En los tribunales, el divorcio beneficia a los hombres, pero estamos tratando de ayudar a las mujeres a escribir sus contratos matrimoniales antes de la boda", explicó Gheirat.
Las activistas iraníes por el avance de los derechos femeninos reclaman cambios en la legislación sobre poligamia, divorcio, custodia de los hijos, derechos laborales y sobre el papel de las mujeres en procedimientos judiciales, entre otros puntos.
Según la ley actual, las mujeres tienen la mitad del valor que los hombres ante la justicia: muchos procedimientos judiciales exigen la presentación de dos testigos hombres o, en su defecto, de cuatro mujeres.
Además, los hombres pueden tener más de una esposa, las mujeres no pueden solicitar el divorcio, y, cuando se formaliza la separación, el esposo suele obtener la custodia total de los hijos.
Fuera del hogar, siguen supeditadas a sus maridos, no pueden trabajar si él se opone ni viajar fuera del país sin su permiso escrito.
Aun la edad en que se reconoce la mayoría de edad beneficia a los hombres. Una niña de nueve años es considerada adulta y, por lo tanto, capaz de casarse. Las defensoras de los derechos femeninos quieren elevar la edad a los 18 años.
Activistas como Gheirat creen que Islam y derechos humanos son compatibles. Según ella, reformas legales, con un enfoque adecuado del Islam, pueden ayudar a resolver los problemas iraníes.
Pero otras activistas, críticas de este punto de vista, creen que toda la superestructura legal debe ser recreada, en lugar de "trabajar dentro del sistema".
Por eso, prefieren eludir al gobierno y los legisladores, y llevan sus problemas directamente a la población a través de los medios de comunicación y de actos públicos.
Y algunas, como Sorur Mohebi, residente en Teherán de 38 años, intentan convertirse en modelos para las mujeres iraníes. Mohebi dirige su propia guardería diurna de mañana y un restaurante de comida rápida de tarde.
"Me gusta nadar contra la corriente, porque no creo que haya diferencias entre hombres y mujeres", dijo. "Desafortunadamente, como vivimos en una sociedad patriarcal, se suele preferir a los hombres. Pero las mujeres deben creer en sí mismas."
Otras, como Roya Mohseni, de 34 años y gerenta de una fábrica en la ciudad sagrada de Qom, creen que el estatus de las mujeres mejoró mucho gracias a la Revolución Islámica.
"Antes de la Revolución, la imagen de las mujeres era muy baja. Los hombres nos veían como objetos cuyos cuerpos podían usar", dijo Mohseni, quien usa un chador negro de la cabeza a los pies.
"Miren la televisión satelital de hoy. Vean cómo usan a las mujeres para publicitar un televisor o un refrigerador. Vean los canales pornográficos", advirtió. "En Estados Unidos y en Europa hablan de democracia y de mejorar la situación de las mujeres, pero se ve que eso no es así en esos países."
"No digo que todo sea excelente hoy para las iraníes, pero es mucho mejor que antes." (FIN/2006)