MÉXICO, 30 jun (IPS) – Hace menos de un año, pocos imaginaban que iba a ser candidato a la presidencia de México y menos aún que podría mantener al PAN en el gobierno. Pero el conservador Felipe Calderón logró ubicarse como uno de los dos favoritos para ganar las elecciones de este domingo.
Calderón, del gobernante PAN (Partido Acción Nacional), rompió con los pronósticos en gran parte gracias a su estrategia de presentarse como el candidato anti-Andrés López Obrador, su rival de izquierda y con quien compite cabeza a cabeza según las encuestas finales de intención de voto.
Con 44 años a cumplir en agosto, Calderón es el más joven de los cinco aspirantes a suceder al presidente Vicente Fox. Es nueve años menor que López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y tiene 10 años menos que Roberto Madrazo, del histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A pesar de esa circunstancia, está lejos de pensar como muchos de los jóvenes mexicanos. Tiene una historia ligada al catolicismo conservador, en la que se cuenta que llegó a asistir a misa diariamente, y reconoce tener posturas contrarias al aborto, al uso del condón, a las relaciones homosexuales y a la eutanasia.
Hijo menor de Luis Calderón, uno de los fundadores del PAN en los años 30 e ideólogo de ese partido, el aspirante a mantener la agrupación en el gobierno tuvo una carrera política meteórica interna, que lo llevó a ser su líder en la segunda mitad de los años 90, con apenas 33 años.
Es abogado, tiene una maestría en economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y otra en administración pública de la universidad estadounidense de Harvard.
En diciembre de 2005 ganó las elecciones internas para definir al candidato presidencial y lo hizo a contracorriente de los pronósticos que auguraban el triunfo del ex secretario (ministro) de Gobernación (Interior) Santiago Creel, quien era el favorito de Fox y de la dirigencia partidaria.
Antes de esos comicios, ningún analista había ubicado como posible abanderado presidencial del PAN a Calderón, quien hasta febrero estuvo 10 puntos porcentuales debajo de López Obrador en las encuestas de las preferencias del votante. Pero la estrategia de ataque a su contendiente de izquierda le permitió remontar la situación para llegar en abril a empatarlo.
Entonces, el proceso electoral se transformó en una cerrada competición entre los candidatos de izquierda y de derecha, dejando en lugares secundarios a Madrazo, el postulante del PRI, a Patricia Mercado, de Alternativa, y a Roberto Campa, de Nueva Alianza.
Para el historiador Manuel Villalpando, los candidatos del PAN y del PRD expresan las profundas diferencias ideológicas que han acompañado la historia de México y de alguna forma también la amplia e irresuelta desigualdad social que persiste en el país.
Miles de vidas cobraron las luchas políticas y armadas que se dieron en buena parte de los últimos dos siglos en este país, primero entre liberales y conservadores, luego entre revolucionarios y reformistas y, finalmente, entre izquierda y derecha.
La táctica que a Calderón le dio réditos radicó en señalar a su contendiente de populista, en compararlo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y en su intento de asustar a la población al afirmar que si la izquierda llega al gobierno el país terminará sumido en una crisis económica y con problemas de violencia.
López Obrador cuestionó durante su campaña al "neoliberalismo", hizo referencias constantes a las diferencias entre ricos y pobres, habló de fortalecer al Estado, prometió aplicar medidas asistencialistas a los menos favorecidos y dijo que, en caso de ganar las elecciones, abandonará todo protagonismo en política internacional.
Calderón, a quien el izquierdista acusó de corrupto y calificó de títere de la "derecha y los poderosos", se mantuvo casi siempre en la orilla contraria de su adversario. Así, se proclamó como el candidato de la estabilidad económica, la continuidad, la moderación, el empleo, la inversión, y señaló que impulsará una agresiva política exterior.
Cuando su contendiente del PRD ofreció bajar los precios de los combustibles y de servicios públicos como el de la energía eléctrica, lo llamó populista. No obstante, también prometió adoptar esas medidas, aunque sólo para los sectores más pobres.
El postulante del PAN encontró durante su campaña "una identidad y una bandera imposibles de refutar: Calderón es lo que no es López Obrador. Si gana Calderón no gana López", escribió la dramaturga y poeta Sabina Berman.
Según fuentes no confirmadas, la idea de definirse como el candidato contrario a López Obrador fue sugerida por el asesor en marketing político Antonio Solá, de quien se dice está vinculado al ex presidente de España, el también conservador José María Aznar (1996-2004), al que Calderón dice admirar.
En los análisis realizados por diversos académicos a las propuestas económicas del postulante del PAN, las calificaciones que obtuvo se ubicaron en la medianía, a diferencia del candidato del PRD que no salió muy bien librado.
De acuerdo a las encuestas, el apoyo electoral que tiene el aspirante conservador corresponde sobre todo a los sectores sociales más escolarizados y mejor posicionados económicamente.
Los partidarios del candidato del PRD, al que apoyan los sindicatos y los sectores sociales más pobres, sostienen que Calderón representa lo peor de la derecha.
Afirman que el continuismo "neoliberal" que ofrece impedirá que la población marginada, que entre indigentes y pobres representan 40 por ciento de los 103 millones de habitantes de México, supere esa condición..
Además, aseguran que el PAN, con Fox como mandatario, ha demostrado que es incapaz de hacer un buen gobierno, por lo que no merece ganar otra vez la presidencia. No obstante, el actual jefe de Estado goza del apoyo de más de 60 por ciento de los consultados en las encuestas y el país vive una etapa de clara estabilidad macroeconómica.
Si López Obrador es elegido presidente, el país se encaminará a una crisis económica, similar a la última de 1994, cuando el sistema financiero local colapsó, señaló una y otra vez Calderón.
"Soy un hombre de convicciones que quiere lo mejor para sus hijos y para los de los de todos mexicanos y que hará un gobierno responsable y exitoso", declaró.
Aunque reconoció tener posturas conservadoras en temas de sexo, uso de condón y el aborto, entre otros, prometió que no las impondrá a nadie. Lo mismo dijo respecto de sus creencias religiosas.
A sus adversarios los invitó a conformar un gobierno de coalición y aseguró que no habrá ningún tipo de revanchismo contra ellos.
Calderón posee un patrimonio, junto a su esposa, de unos 750.000 dólares.
Aunque su posición económica es cómoda y muy superior a la de la mayoría de la población, no es parte de las familias más ricas de México. Le gusta jugar al fútbol, su esposa Margarita Zavala es una carismática legisladora por el PAN y tiene con ella tres hijos menores de 10 años.
En su etapa adolescente realizó labor social en zonas campesinas junto a grupos católicos y luego se afilió al PAN, del que fue dirigente juvenil. En ese partido ascendió rápidamente y cuando tenía apenas 26 años fue electo diputado para el Congreso legislativo de la capital.
Antes de cumplir los 30 años ganó un curul en la Cámara de Diputados federal y a los 33 años fue elegido presidente nacional del PAN.
De ahí en adelante siguió una carrera ascendente como legislador y luego como ministro de Energía de Fox, cargo que ocupó apenas ocho meses, pues renunció luego que el mandatario lo reprendió públicamente por haber declarado que aspiraba ser el candidato presidencial del PAN.
En campaña, las diferencias que podrían haber existido entre Calderón y Fox desaparecieron y en varias ocasiones el presidente lo respaldó, aunque de manera indirecta, al declarar que luego de las elecciones México deberá seguir por la senda de la economía liberal y "no por la del populismo".
Tales expresiones fueron calificadas por los portavoces del PRD como golpes bajos contra su candidato y como una clara muestra de que el presidente no se mantuvo neutral durante la campaña. (FIN/2006)