SANTIAGO.- Desconocidos armados penetraron en la mañana de este viernes a la residencia de un empresario avícola de aquí y, tras atar a los que estaban en la vivienda, cargaron con una caja fuerte que tenía casi un millón de pesos y costosos relojes. El hecho se produjo en la morada de José Miguel Peña, localizada en la avenida Rafael Vidal casi esquina carretera Duarte y, para penetrar a la misma, los desconocidos previamente desmontaron una puerta de hierro.
En la residencia sólo estaban la hija de José Miguel (Rosa Peña) la sirvienta y un nieto del empresario, de cinco años de edad. A la mujer que trabaja en la casa, uno de los malhechores le propinó un golpe por la cabeza, con el arma de fuego que portaba.
El propio hacendado se encargó de informar que, dentro de la caja de seguridad, tenía 700 mil pesos en efectivo, cinco relojes (cuatro cartier y un rolex) así como los títulos de acciones que posee en el Banco Popular y el Aeropuerto Internacional Cibao.
De acuerdo al relato hecho por su hija, minutos antes de desencadenarse los acontecimientos, recibió una llamada telefónica, hecha a un número privado, y una voz femenina le preguntó si su madre estaba en la casa, respondiendo ella que no.
“Aparentemente querían percatarse de que solamente estábamos la sirvienta y yo, pues sabían que papá estaba en su oficina, por lo que se presentaron a la casa, desmontando previamente la puerta de hierro que conduce a la marquesina”, explicó.
Ya en el interior, encontraron a la sirvienta, a quien golpearon y atacaron sus manos y llevándola a la cocina, donde uno de ellos se quedó vigilándola.
Otros dos hicieron que Rosa Peña subiera con ellos a la habitación de su padre y, tras amenazarla con asesinarla, colocándole una pistola en la sien derecha, lograron que le dijera el lugar donde estaba la caja fuerte, la que procedieron a despegar de la pared y llevársela.
Ya con la caja en su poder, los individuos salieron tranquilamente por donde entraron, se montaron en una pequeña jepeta y desaparecieron sin dejar rastros.
El empresario José Miguel Peña consideró que los intrusos podrían estar relacionados con su familia “porque llamaron a través de un número privado de la casa, no por la línea de uso común y sabían que yo tenía esa caja fuerte y quizás hasta lo que había en su interior”.