Indiscutiblemente que tras la lamentable muerte de Jacinto Peynado, el liderazggo en el Partido Reformista pasó a las manos y la cabeza de Carlos Morales Troncoso, un hombre de condiciones y formación fuera de serie.
Dos veces Vicepresidente de la República, tuvo la seriedad de mantener su palabra de no volver a serlo cuando el actual Presidente le ofreció la candidatura.
Embajador en la capital del Imperio, Director del Consejo Estatal del azúcar, y dos veces Canciller de la nación donde realizó y realiza una labor encomiable.
Nadie puede tampoco negarle el éxito en los negocios privados a Morales Tronocoso.
Por eso nadie que tenga dos dedos de frente puede pretender unificar al reformismo sin la presencia del Canciller, y de sus gentes.
Como nadie puede imponerle sus condiciones a un hombre que ha decidido servirle al país desde posiciones públicas, que mantiene sus aspiraciones presidenciales, pero que ha entendido que el momento es de ayudar al rescate de la patria precisamente hacien-do uso de sus conocimientos, de sus relaciones internacionales, que no solamente son con funcionarios de Estados Unidos como piensan algunos.
Es justo aplaudir y reconocerle a el amigo y Pariente, Ramón Pérez Martínez sus es-fuerzos por unificar al partido al quye ha pertenecido, y al que quiere ver encaminado por otros rumbos más positivos y alagueños.
Y es necesario entender que nadie puede hablar de reformismo en estos momentos dejando de lado la figura de Morales Troncoso, como igualmente no es posible unificar si cuando se habla se quiere hacer imposiciones.