NUEVA YORK, jul (IPS) – Si el periodismo es peligroso en un país como Iraq, lo es mucho más para los iraquíes, sobre todo si se trata de colaboradores independientes o asistentes en el terreno de periodistas extranjeros, como Alaa Hassan, el reportero de IPS emboscado y ametrallado el 28 de junio en Bagdad. Hassan se convirtió en el periodista número 75 asesinado mientras trabajaba en Iraq desde la invasión de Estados Unidos a ese país, en marzo de 2003, según las cuentas del Comité para la Protección de los Periodistas (Committee to Protect Journalists, CPJ).
Para la Federación Internacional de Periodistas, ya son 131 reporteros y trabajadores de los medios de comunicación caídos en Iraq.
Hasta el momento, la evidencia indica que Hassan no fue asesinado deliberadamente por causa de su trabajo, el cual incluyó entrevistas con personas como As'aad Kareem, presidente del sindicato de trabajadores petroleros de Iraq, Fadil el-Sharaa, portavoz del clérigo chiita Moqtada Sadr, y el jeque Abu Yasin al-Zawi, un clérigo de 62 años que fue arrestado por militares estadounidenses después de denominar "terrorismo de Estado" el asesinato del líder del movimiento palestino Hamas, Ahmed Yassin, por parte de Israel en 2004.
Como muchos otros periodistas que cubren el conflicto iraquí, el peor temor de Hassan se hizo realidad cuando, sin advertencia alguna, hombres armados rociaron su vehículo con ráfagas de ametralladora cuando atravesaba un puente, el mismo donde muchas otras personas han sido asesinadas antes.
Hassan, quien había nacido 35 años atrás en Babilonia, centro de Iraq, estaba casado y su esposa espera un hijo.
IPS habló con Frank Smyth, el representante en Washington del CPJ, con sede en Nueva York, acerca de las dificultades que enfrentan los periodistas que trabajan en Iraq, particularmente los "colaboradores", que son residentes en Iraq, se les paga por reportaje y no cuentan con la protección de los corresponsales occidentales que están cubiertos por las fuerzas militares.
IPS: –La gran mayoría de los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación asesinados han sido iraquíes. ¿Qué riesgos corren los reporteros locales que cubren el conflicto que no corren los extranjeros?
Frank Smyth: –De hecho, 53 de los 75 periodistas asesinados en Iraq desde 2003, es decir más de 70 por ciento, han sido iraquíes. Esta tasa llega a ser mucho más alta, 26 iraquíes de un total de 27 trabajadores de medios que brindan apoyo a los periodistas, asesinados desde 2003. Los periodistas de Iraq y su personal de apoyo enfrentan muchos más riesgos que los corresponsales internacionales. Además de hacer la mayor parte del trabajo en el frente de guerra para sus colegas extranjeros, los reporteros iraquíes corren más riesgos de ser tomados como blanco de ataques por su trabajo en sus propias comunidades.
–La provincia de Bagdad es probablemente el lugar que representa más peligros. Sin embargo, valientes periodistas continúan arriesgando sus vidas para cubrir la situación allí. ¿Qué tan importante es publicar ese tipo de información, particularmente para periodistas que no tiene protección de fuerzas armadas extranjeras?
–Yo no estaría completamente seguro de que esa sea la provincia que representa más peligros para su cobertura periodística. Muchos periodistas han sido heridos o asesinados allí ya que esta central provincia es el área más cercana a los periodistas, muchos de los cuales están instalados en la capital, Bagdad. Por eso es un área que los periodistas terminan cubriendo con frecuencia. Sería mucho más peligroso viajar de la provincia de Bagdad a la de Anbar, por ejemplo, e intentar reportear desde allí. Cualquier viaje, pero especialmente un viaje largo, implica aumentar los riesgos. Sin embargo, es absolutamente necesario que los periodistas continúen reporteando de manera independiente tanto como las condiciones de seguridad lo permitan. Solamente saliendo y hablando con diferentes grupos de iraquíes de diversos lugares, los periodistas podrán transmitir una razonable imagen de lo que está ocurriendo a sus lectores y audiencias.
–El CPJ, en su informe del pasado mes de septiembre, acusa a las fuerzas armadas estadounidenses de no haber realizado una completa investigación de unos 13 periodistas asesinados por sus fuerzas en Iraq, y de no haber aplicado sus propias recomendaciones para mejorar la seguridad de los reporteros. ¿El gobierno estadounidense ha tomado alguna medida sobre esta situación?
–Los militares de Estados Unidos no han investigado la mayoría de los casos de periodistas asesinados por sus fuerzas en Iraq. En algunos pocos de estos casos, los militares emitieron un reporte exonerando a las tropas involucradas. Por ejemplo en el caso del ataque de un tanque lanza-cohetes al Hotel Palestina en 2003, así en el de los disparos hechos por un soldado estadounidense el mismo año contra Mazen Dana, el periodista de la agencia de noticias Reuters y premio CPJ a la Libertad de Prensa. Pero en ninguno de esos casos, las investigaciones tomaron en cuenta otras consideraciones, por ejemplo, por qué la unidad que operaba el tanque del ataque al Hotel Palestina no sabía que allí se hospedaban periodistas extranjeros. En el caso de Mazen Dana, la propia investigación militar recomendó que las fuerzas armadas revisaran sus reglas de compromiso para mantener más informadas a las tropas sobre la presencia de periodistas. Sin embargo, todavía no se sabe con certeza si los militares han aplicado la recomendación. En los demás casos, no se conoce que hayan adelantado investigaciones. Los militares estadounidenses han informado sobre cambios que han hecho para mejorar la seguridad en los puestos de vigilancia, donde muchos civiles, incluidos periodistas, han sido heridos o muertos. CPJ y la organización de derechos humanos Human Rights Watch han escrito conjuntamente al secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, pidiéndole que dispusiera mejorar la seguridad en los puestos de vigilancia en Iraq. Los militares no han respondido, aunque, si se da crédito a informes recientes, silenciosamente los militares han tomado algunas medidas positivas en estos lugares.
–¿Qué han hecho las autoridades de Iraq? ¿Está satisfecho con el manejo que le han dado a las investigaciones?
–Hasta ahora CPJ sólo ha encontrado un caso de un periodista asesinado por las fuerzas iraquíes, e incluso en ese caso, las circunstancias no son claras. La mayoría de los periodistas muertos en Iraq han sido asesinados por las fuerzas insurgentes o han perdido la vida en ataques de éstos. En segundo lugar, se encuentran los incidentes que involucran a fuerzas estadounidenses.
–Hasta el momento, la cantidad de periodistas asesinados deliberadamente (38) y aquellos muertos en fuego cruzado u otros actos de guerra (36) es casi equivalente. ¿Ve una tendencia hacia alguna de las dos direcciones?
–En realidad, la mayoría de los periodistas muertos en Iraq han sido asesinados, generalmente al estilo de bandas criminales, como represalia por su trabajo periodístico. Mientras casi la misma cantidad de reporteros ha muerto en cruce de fuego y en otros actos de guerra. No creo que esta tendencia necesariamente cambie en Iraq. Pero hay aspectos a considerar. Si uno mira los archivos de CPJ de la última década o incluso durante la anterior, una alarmante y fuerte tendencia se hace evidente. Tres de cada cuatro periodistas asesinados mientras cubrían información no estaban en el campo de batalla, por el contrario, fueron asesinados como represalia por lo que difundieron. La mayoría de estos periodistas son reporteros investigativos locales. Pero aún más alarmante es que en nueve de cada 10 casos de periodistas asesinados deliberadamente, no se ha abierto investigación contra ninguno de los posibles responsables. Los países donde se asesinan más periodistas son Filipinas, Iraq, Colombia, Bangladesh y Rusia.
–¿Qué tan mala es la situación en el terreno en términos de control, o falta de éste, de las diversas fuerzas armadas? Aparentemente fuera de las bases y búnkeres en los que están protegidos las fuerzas de ocupación y sus aliados, el caos y la violencia reinan sin límites. ¿Cómo puede un periodista, especialmente uno iraquí, prepararse para cubrir esta situación? ¿Qué significa ser un colaborador independiente en Iraq? ¿Es posible para un reportero así hacer su vida y al mismo tiempo conservar un grado de libertad de expresión al cubrir el conflicto?
–Iraq todavía es el conflicto más peligroso para un reportero y no hay una forma fácil o una garantía para cubrirlo de manera totalmente segura. Los riesgos son tremendos para los corresponsales extranjeros, incluyendo desde los famosos presentadores de televisión occidentales en misión en Bagdad hasta el personal de apoyo iraquí, que trabaja cerca de su casa apoyando a los periodistas internacionales. Los colaboradores independientes, a los que les pagan por reportaje, ya sean iraquíes o extranjeros, enfrentan más riesgos que un periodista contratado con todos los beneficios de un empleado. CPJ alienta a los colaboradores a que se aseguren de contar con seguro de salud, sobretodo para los que dependen de un seguro para poder acceder a atención médica. La capacitación en medidas de seguridad es otro elemento que recomendamos. Hay una organización, el International News Safety Institute (del que hace parte CPJ), que ha estado brindando capacitación subsidiada a personal de apoyo de periodistas extranjeros y otros trabajadores de la prensa iraquí.
–¿Hay alguna manera de acreditar a periodistas que residan en Iraq? El problema es que cuando son independientes, no llegan a ninguna parte, y cuando trabajan con periodistas extranjeros se los considera "fixers" o asistentes. ¿Conoce si hay algún contacto en el gobierno que deba responder a las preguntas de los periodistas?
–La acreditación es un asunto engañoso y constante. Muchos periodistas dicen que necesitan credenciales de los militares estadounidenses para desplazarse seguros por sus puestos de vigilancia. Pero las fuerzas armadas de Estados Unidos han sido reacias a otorgar credenciales a iraquíes trabajando para medios de comunicación occidentales. Algunos medios se han organizado para negociar con los representantes de los militares estadounidenses. Los resultados han sido inciertos. Un asunto que parece estar resuelto es el de las largas filas que los periodistas tienen que hacer para entrar a las conferencias de prensa que ofrecen las fuerzas armadas estadounidenses en Iraq. Mientas esperan en fila, los periodistas son vulnerables a ataques, incluyendo suicidas con bombas. Otro avance es que los militares estadounidenses nombraron a un alto comandante a cargo de atender las preguntas de los medios de comunicación relativas a periodistas detenidos. Este es un adelanto que se logró gracias a la presión ejercida por CPJ y otras organizaciones. (FIN/2006)