“Los atracadores huyeron en una motocicleta RX125”. “Los asaltantes eran dos jóvenes que ocupaban una pasola”
Esos son párrafos frecuentes en las noticias relacionadas con numerosos y recientes actos delictivos, cuyos autores huyen en tales vehículos motorizados, que utilizan por variadas razones: las motocicletas RX125 o las denominadas “saltamontes” son de gran potencia, mucho más que los motores BM100, mientras que las “pasolas”, que también desarrollan gran velocidad, tienen la ventaja de que por su escaso tamaño pueden colarse por cualquier callejón cuando quienes la ocupan las han utilizado en un hecho delictivo.
En vista de que ya se ha iniciado la venta de marbetes (placas) para los vehículos de motor, las autoridades deberían aprovechar la oportunidad para fijar elevadas tasas impositivas a las motos mencionadas, para tratar de dificultar su uso a los delincuentes. Si se piensa que eso no daría resultados, porque “del cuero sale la correa” y los delincuentes pagarían los impuestos por elevados que sean, entonces podría apelarse a prohibir absolutamente su uso a partir de las 7 de la noche, por ejemplo, sin excepción, porque excluir a los militares no resuelve el problema. No hay que olvidar que muchos asaltantes han utilizado uniformes y pertrechos militares para cometer sus fechorías.
Otros argumentarían que en vista de que miles de motocicletas no tienen registros porque fueron ensambladas, pues a las que están en esa situación se les grave una numeración y, a partir de ahí, se les expida la placa. Los ladrones de motocicletas nada ganarían con borrársela, pues estarían en circulación ilegalmente. Se podría disponer, además, la comprobación de las direcciones dadas por los usuarios de motocicletas, pues muchas veces ofrecen datos falsos para despistar a los investigadores de crímenes y asaltos.
Otro requerimiento que podría exigírseles a los propietarios de motos interesados en sacarles la placa es un certificado de buena conducta. En caso de que no obtemperen a ese requerimiento, pues que se atenga a las consecuencias si transita sin placa. En estos casos, los agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) deben actuar sin contemplaciones, no como ocurre ahora que hacen registros coyunturales y luego todo se queda ahí: motoristas sin casos, sin licencia, sin placa e incluso sin identificación alguna.
Siempre, naturalmente, ante estos planteamientos aparecerán por ahí los que se autodenominan “padres de familia” para violar las leyes de tránsito o apropiarse de predios y solares ajenos. Uno se pregunta si las victimas de los asesinos y ladrones no son también “padres de familia”.
Esto que voy a decir parece una herejía, pero no hay que ser un truculento para afirmar que los derechos de los delincuentes no son iguales a los de los ciudadanos honrados. Los delincuentes no creen en el derecho de los demás. Entonces, ¿porqué a ellos hay que tratarlos como si fuesen ciudadanos honrados? Tanta amabilidad me confunde.
En la lucha contra la delincuencia debemos participar todos. No es cuestión de lloriquear ni de teorizar, sino de poner en marcha acciones concretas, con sugerencias también concretas. En ese sentido, apoyo moralmente a nuestra Policía Nacional y a las propias Fuerzas Armadas que colaboran con ella, en esta cruzada contra el delito. Personalmente me parece que el general Bernardo Santana Páez, Jefe de la Policía a quien nunca he tenido la oportunidad de saludar, pues jamás le he tratado, está realizando una gran labor para proteger a los ciudadanos, dentro de las limitaciones propias de la institución que dirige. El record está ahí: agentes asesinados y policías delincuentes despedidos y sometidos a la Justicia civil.
Es muy fácil, desde las graderías, pedir a los policías que no hagan uso de sus armas cuando son tiroteados por los delincuentes. Es cierto que los policías deben respetar los derechos humanos, pero no debería exigírseles que lancen besitos o flores a quienes les disparan cuando tratan de cumplir con su deber.
Suman decenas los policías dominicanos que han muerto en sus labores para prevenir el crimen, pero de esos pocos se acuerdan. Y lo mas grave del caso es que quien se atreve a hacer tales señalamientos corre el riesgo de que le llamen “reaccionario”, tal como sucede con quienes hablan de la creciente e ilegal migración haitiana, a quienes tildan de “racistas” para salirse del tema.
A mí, que me registren, como dice el refrán popular. O chupe usted y déjeme el cabo, como decía el fallecido periodista Pedro Álvaro Bobadilla.
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