Finalmente el presidente Fernández tiene el Congreso que tanto le sirvió de excusas para justificar la incapacidad de su gobierno para enfrentar con éxito los problemas de la nación. Es verdad que los 22 senadores le costaron al país más de cinco mil millones de pesos del presupuesto nacional, pero el mandatario logró su propósito: ya tiene la Cámara de Diputados y el Senado, ya tiene el Congreso.
Cada senador morado le costó al pueblo más de 227 millones de pesos, cierto, pero no importa. El Congreso ya no es del PPH.
Ya Hipólito Mejía no podrá imponer "la mayoría mecánica".
La verdadera "mayoría mecánica" la tiene ahora el presidente Fernández, pues ningún legislador, en su sano juicio, se atreverá a oponerse a sus propuestas a menos que esté dispuesto a pagar un precio más alto que el que han pagado el Procurador General de la República y el Gobernador del Banco Central por mantener el caso Baninter en los tribunales a pesar de la complicidad del mandatario con los imputados.
El presidente Fernández tiene un Congreso "para el progreso". ¡Un regalo!
Significa, pues, que a partir del próximo mes nadie en el Gobierno podrá continuar con la cantaleta de que "si no hemos avanzado es por el Congreso del PPH, que no aprueba las leyes necesarias para el progreso".
¡Esa excusa terminó! ¿O no? ¿Tendrán la cachaza de continuar culpando al presidente Mejía de los males de la nación luego de dos años de estar en el poder y con todos los recursos del Estado bajo su control absoluto, más las fuerzas fácticas de la nación?
El presidente tiene en sus manos el Congreso. Lo compró por cinco mil millones de pesos que ahora representan un déficit fiscal muy serio que habrá que cubrir con nuevos impuestos. Pero no importa. Valió la pena. ¡Ya tenemos un Congreso para el Progreso!
Y para que así sea, la dirección del PRD ha decidido que ninguno de sus miembros participe en la dirección de ninguna de las cámaras, de tal manera que el gobierno tendrá el Congreso de manera total. No habrá dudas al respecto, pues el camarada secretario general, ahora senador, probablemente será "elegido" presidente del Senado y gendarme de la Cámara de Diputados para garantizar que todos marchen por la línea trazada por el Comité Político.
Los que "modificaron la Constitución para su propio beneficio" ya no están. Los que endeudaron el país ya no estarán. Los que actuaron indebidamente fueron expulsados. Llegaron los buenos, los salvadores, los chapulines colorados que con su astucia han llegado para salvarnos.
Ahora viene la "revolución democrática", que nos conducirá por caminos de justicia, de libertad y de progreso.
Del 16 de agosto en adelante nos salvaremos todos. Al día siguiente, en la mañana del 17, comenzaremos a ver la cara del progreso. Todo está preparado. Los proyectos están elaborados. La agenda legislativa es grandiosa. La Constitución, por primera vez en la historia, no será modificada para beneficiar al presidente de la República ni al partido de gobierno.
La propuesta de una Constituyente para reformar la Constitución fue hecha cuando el presidente y su partido no tenían mayoría en el Congreso. Ahora que la tienen, ¿para qué una constituyente? Los constituyentes ya fueron escogidos en las elecciones del pasado 16 de mayo.
La deuda externa será frenada y posteriormente pagada con recursos propios.
Como la capacidad de endeudamiento del país fue agotada por el gobierno del maldito PPH, este gobierno no tomará un centavo prestado. Este Congreso del Progreso no aprobará un proyecto de préstamo durante su ejercicio constitucional de cuatro años. No habrá más impuestos, ni otras reformas fiscales, como prometió el presidente Fernández durante la campaña electoral, lo cual demuestra que siempre cumple sus promesas.
Los más de seis mil millones de pesos invertidos en bocinas serán anulados. Ya no serán necesarios los altoparlantes, ni las velloneras de radio y televisión. Ya no habrá que nombrar comunicadores en los consejos directivos de los bancos del estado, ni en cargos consulares y diplomáticos.
Los súbditos, elevados a senadores y diputados, estarán dispuestos a levantar siempre su mano derecha para decir sí. Se acabó la anarquía perredeísta y pepehachista. Ahora será: ¡Si Señor!, ¡No Señor!. Como en los mejores tiempos del Jefe.
Quiere decir que el país comenzará a transitar caminos nuevos a partir del próximo mes.
Ahora si tendremos un "Nuevo Camino". El que no se pudo caminar durante el primer gobierno del presidente Fernández. El camino del éxito, del progreso, del cambio, de la revolución democrática que conduce hacia Taiwán, pasando primero por el Nueva York Chiquito, deteniéndose unas horas por el Chile del Caribe, haciendo una escala técnica en la Tercera Vía, pero sin dejar de echarle aunque sea un vistazo a la vieja Irlanda que tanto le gustó a la Primera Dama.
¡Un Congreso así, era lo que necesitaba este país! ¡Un Congreso para el Progreso! ¡Dios bendiga al nuevo Congreso! ¡Amén!