MADRID, (IPS) – Las tareas promovidas por la Secretaría General Iberoamericana (Segib) deben llevar a la aprobación de un plan de acción sobre migraciones, señaló este martes el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno de España. Zapatero inauguró en Madrid, junto con el presidente de México, Vicente Fox, y el secretario general de este bloque de 22 países, Enrique Iglesias, el Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo, que finalizará este miércoles y en el que participan unas 600 personas de América Latina y el Caribe, España, Portugal y Andorra.
Ese plan de acción "para enfrentar objetivos compartidos y estrategias comunes de los países que integran la Comunidad Iberoamericana debería ser aprobado en la Cumbre de Montevideo", añadió a IPS el gobernante español, refiriéndose a la XVI Reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica convocada para el 4 y 5 de noviembre en la capital uruguaya.
En su discurso, Fox recordó que es hijo de inmigrantes, en tanto que Iglesias comentó que fue "un niño emigrante que salió de una España en dificultad y que se hizo ciudadano gracias a las posibilidades que le ofreció Uruguay y a la capacidad de integrarse en el barrio y en la escuela, en el estudio, en el trabajo y en el afecto de la gente".
Iglesias añadió que "desde esa condición de uruguayo, que me ha acompañado a lo largo de mi vida y de mi trabajo al servicio del desarrollo iberoamericano, les propongo abrir caminos y no elevar murallas, uniendo tres palabras: justicia, esperanza y desarrollo".
Por su parte, el presidente mexicano coincidió al indicar que se debe comenzar "por poner a la persona migrante en el centro de nuestras preocupaciones" y recordó un dicho del mítico líder independentista y pacifista de la India, Mahatma Ghandi.
Ese dicho fue "Dios no creó fronteras", a lo que Fox agregó "y mucho menos divisiones entre los seres humanos". Por ello, sostuvo que las migraciones no deben ser enfocadas como una mera cuestión de seguridad, ya que no es un problema sino una gran oportunidad y propuso que en la Cumbre el tema se enfoque desde cuatro ángulos.
Ellos son los derechos humanos y laborales, la cooperación para el desarrollo, el reconocimiento de la creciente interconexión global de los mercados laborales y, por último, la necesidad de reformar las organizaciones internacionales que se ocupan de las migraciones, para que tengan "una visión y unas tareas integrales y de largo plazo".
La Segib, puntualizó Iglesias, aspira a promover el análisis y la situación de personas en el espacio iberoamericano, entendiendo por tal a los 22 países de habla portuguesa y española de América Latina y la península Ibérica.
Ese es un espacio, adicionó, "donde durante más de 500 años hemos transitado como individuos y como pueblos. Un espacio que nos ha proporcionado identidad y cohesión dentro de la diversidad y ha fortalecido la capacidad para navegar en el complejo mundo de la globalización".
En ese sentido, Fox dijo que aboga porque "Iberoamérica se coloque a la cabeza de la resolución de la migración, no entendiéndola como un lastre sino como parte del desarrollo global".
Rememoró también que su país viene impulsando soluciones desde 1996, cuando fue creada la Conferencia Regional sobre Migración en la ciudad mexicana de Puebla, en la que participan los países de América Central y América del Norte. Además, en 2000 en Buenos Aires se estableció la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones, a la que pertenecen los 12 países de esa región.
Iglesias señaló que el debate no es ni puede ser si habrá o no migración, pues seguirá existiendo. El desafío consiste "en las políticas que desarrollemos para encauzarla por canales seguros, ordenados y productivos, que beneficien a individuos y sociedades.
Refiriéndose a las remesas de dinero enviadas por los emigrantes hacia sus lugares de origen, importantes en especial para los países en desarrollo, expresó que las mismas "no habrán de durar indefinidamente", por lo que "sólo un desarrollo económico y social sostenido y generador de oportunidades va a dar la verdadera solución de fondo a los problemas del empleo digno".
En opinión del secretario general de Iberoamérica, el bloque "debe proponerse el fortalecimiento institucional de sus sistemas nacionales de seguimiento y asistencia a los movimientos de las personas".
Ello implica aprobar leyes, crear instituciones e infraestructuras para facilitar el cumplimiento de las normas internacionales existentes en derechos humanos, de los refugiados, acción humanitaria a la migración laboral y control del crimen.
El debate sobre la emigración e inmigración, agregó Iglesias, "todavía hoy se alimenta a menudo de malas interpretaciones que llevan a la ignorancia y al temor". Por ello, propone una discusión más informada, más racional y menos superficial.
Un análisis que lleve a enfrentar la xenofobia y el racismo, para lo que "tenemos que interpretar y conocer percepciones tanto de sociedades emisoras y receptoras para que los migrantes no sean los chivos expiatorios del cambio social global del siglo XXI".
Zapatero informó de que más de un millón de los 2,8 millones de inmigrantes que residen en España son iberoamericanos y, en detalle, cerca de 400.000 de ellos son ecuatorianos, más de 200.000 colombianos, 100.000 peruanos y otro tanto argentinos y más de 50.000 dominicanos.
Después de citar que la actual política inmigratoria española es fruto de acuerdos sociales con empresarios, sindicatos y asociaciones y entidades muy diversas, remarcó que la concertación no se agota en el interior de cada Estado.
"La cooperación entre países es crucial para fomentar el lado más positivo y enriquecedor de la inmigración, así como para combatir sus aspectos más indeseables", apuntó.
Según el jefe del gobierno español, se acabaron los tiempos en que los países de destino podían abrir o cerrar a voluntad sus fronteras y escoger sus políticas de integración.
Por eso, entiende que, "además de concertada y cooperativa, la política de inmigración debe ser rigurosa, realista y efectiva". En la política global de su gobierno, un punto que calificó de "inequívoco" es el de la "la lucha contra la inmigración irregular".
Ese combate "debe iniciarse en los países de origen, porque la primera víctima de la ilegalidad es el propio inmigrante, que se ve condenado a la marginalidad", sostuvo.
Para apoyar a los inmigrantes en España el gobierno de Zapatero multiplicó por 23 los fondos oficiales, que eran apenas de 7,7 millones de euros (9,7 millones de dólares) cuando asumió el cargo en 2004. Además, anunció que el Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración 2006-2008 tendrá un presupuesto de 2.000 millones de euros (2.500 millones de dólares).