Por Germán Santiago.
Cuando a finales de 1977, Wilfrido Vargas anunció que se iba a vivir a Puerto Rico, habría de repetir la historia de Joseito Mateo, que en 1961, tuvo que refugiarse en aquella isla, junto a su carnal trujillista Isidoro Flores para evitar ser linchados en el país, tras el arrase del merengue "Mataron el Chivo", del mùsico español muerto en venezuela, Balbino Garcìa.
El merengue, conocido también como "La muerte del Chivo", título que inspiró la novela "La Fiesta del Chivo", del peruano Mario Vargas Llosa, fue popularizado en el país por Antonio Morel, considerado el músico más independiente durante la tiranía: "Mataron el chivo/ en la carretera/ déjenmelo ver/ déjenmelo ver/ déjenmelo ver./ Mataron el chivo/ y no me lo dejaron ver./ Al unísono de la voz de Vinicio-Mambo_ Franco, se escucharía el epitafio a Trujillo, pronunciado por el todavía presidente Balaguer, cuando dijo: :He aquí, señores, tronchado por el soplo de una ráfaga aleve, el roble poderoso que durante más de 30 años desafió todos los rayos y salió vencedor de todas las tempestades…Querido Jefe: hasta luego. Tus hijos espirituales miraremos hacia tu sepulcro como hacia un símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los dominicanos”. Con la ayuda del general Rodríguez Echevarria que le apoyò, Balaguer se las arreglaría luego para expulsar a los restantes familiares de Trujillo (a Petàn y a Negro con maletas llenas de cuarto robado un día 15 de diciembre), y pronto sería él como "presidente tìtere" que se vería forzado a partir, en medio de una situación de efervescencia de “fiesta y mañana gallo”.
Lo cierto fue que Joseito Mateo, cómo pudo, salió corriendo a Puerto Rico acosado por los antitrujillistas que sabían de su cercanía con Ranfis, de quien había sido el cantante preferido en el grupo Decid Tres Veces que Haced (Beber, Beber y Beber), que el hijo mayor del tirano utilizaba para amenizar sus orgías y sus atrocidades. Isidoro Flores, desacreditado y en decadencia para aquellos años, lo haría de incógnita para terminar sus días dando lástima fuera del terruño querido, con el lastre del merengue suyo "Se acabó la bulla", con el que se estreno la tiranía en 1930: Horacio salió/ y ahora entra Trujillo/ tenemos confianza/ en nuestro caudillo…/ Se acabó la bulla, se acabó,/ se acaban los guapos, se acabó,/ Ni colù, ni bolù, se acabó,/ eso de partido, se acabó…/ Junto a Francis Santana que dice llevar todavía el trujillismo de orgullo, Mateo acompañaba a Ranfis la vez (18 de noviembre) que éste salió corriendo junto a su esposa Lita Milán, por la bahía de Boca Chica. Fue toda una fiesta de despedida en el Club Náutico, horas después del rito sangriento, lleno de sadismo y orgía que Ranfis montó en la hacienda Las Marías, próximo a San Cristóbal, para celebrar a copas llenas, juntos a sus amigos, el fusilamiento de Tunti Cáceres, Pedro Livio Cedeño, Huàscar Tejeda, Modesto Dìaz y Roberto Pastoriza, entre otros héroes del tiranicidio.
En Puerto Rico, donde era ampliamente conocido tras su primer gran éxito de “Jardinera”, una samba “fusilada” del brasileño Benedicto Lacerda, el diablo Mateo pasó a ser el primer cantante del Gran Combo, dirigido por Rafael Ithier, con el que grabó el tema “Menéame los Mangos”, otro palo, para regresar de inmediato al país con mil dólares en los bolsillos a “limpiar su nombre” y poner un negocio de discos. Pronto veríamos a Joseito como el colcho, tratando de caer gracioso, poniendo su vibrante voz a “Navidad con libertad”, inspirado en una consigna puesta en boga por Viriatto Fiallo durante el histórico mitin que su partido Unión Cívica Nacional celebró en diciembre de 1961 en el parque Independencia, en medio de una huelga general de 12 días, para reclamar la renuncia definitiva de los remanentes trujillistas, cuyos sicarios seguían como perros de presa por las calles, sin que el presidente Balaguer pudiera controlarlo. La grabación se hizo con la Super Orquesta San José, la misma que había sido propiedad de José Arismendy Trujillño, a la que había pertenecido Mateo durante la tiranía, dirigida por Papa Molina, que también se acomodó. En círculos amistosos, Mateo se lamentó alguna vez de no haber sido el que grabara por vez prima “La Muerte del Chivo”, como forma de ajustar cuenta por la pela que le dio Petàn junto a un grupo de guardias, tras botarlo de su orquesta (dirigida originalmente por el mexicano Antonio Escobar), y enviarlo preso a la cumbre de Bonao donde tuvo que chapear campos y limpiar carreteras. Más tarde sería otro merenguero trujillista, que no tuvo que irse, Dionisio Mejìa “Guandulito”, (quien compuso merengues al tirano), el que se destapó con una jocosidad como “Váyase en paz” : /Mi compadre está muy grave/ y no lo puedo evitar,/ temiendo yo que si muere/ a mí me quiera llevar./ Váyase en paz,/ mi compadre váyase en paz./ Vengan todos los vecinos,/ acompáñenme a rezar,/ por si el compadre se muere/ que no me quiera llevar./ Váyase en paz,/ mi compadre, váyase en paz./ En los ojos se le ve/ la mala intención que tiene,/ aconséjenlo, señores, /que si muere no me lleve./ Váyase en paz,/ mi compadre,/ váyase en paz./
Nada como la política y la música se parecen tanto en República Dominicana y para 1961, cuando el grupo de "braguetuses" ajustó cuenta con Trujillo, Wilfrido Vargas tendría apenas 10 años de edad, pero ya era músico, una suerte de prodigio enseñado por su papá allá en Altamira. Tres lustros después, justo en 1977, el creador de Los Beduinos, quien llegó a disputarle el reinado del merengue al “diablo Mateo”, huía también del país no por los traumas políticos, que de hecho, los había, con un Joaquín Balaguer entonces presidente por cuarta vez, aferràndose al poder, sino, al verse acorralado por las adversidades, entre ellas, las fuerzas musicales que se unieron en su contra, las cuales, a la defensiva, debido al arrase de la música beduina, se vieron precisadas a replegarse por un buen tiempo, desde 1974. A Wilfrido lo afectarían también sus enredos, las deslealtades y su mal genio que a la hora de hablar de lo suyo y defenderse, lo hacían ver engreído y arrogante. De repente, “el nuevo poder de la música” como lo había bautizado Enrique Fernández, con aquel ritmo avasallante de pulsaciones rápidas y endiablada síncopa, que se combinaban con la antífona y los contrapunteos para ofrecer una suerte de contraste rítmico y melódico en una misma pieza, parecía perder el sortilegio, con un “cantante de raza” como Johnny Ventura, revitalizándose y que nunca se dio por vencido, ni siquiera cuando su "Combo Show" se le dividió a comienzos de ese mismo año, y él, triste y cabizbajo, amenazó con retirare de la música. Otros dos nombres jugaron un papel importante en esa coyuntura: Cuco –Pupo- Valoy y “El Mayimbe” Fernando Villalona. Los dos primeros, Ventura y "El Cuco". no sólo regresaron con su música renovada, sino, con sendas agrupaciones con el nombre de "Los Caballos" y " La Tribu", vale decir, con connotaciones de guerra que metían miedo, aún cuando vistieran de galas y no de diablos cojuelos como en otrora. Ni siquiera Enrique Blanco, su merengue más político, creado por él mismo aunque se decía, era de Ramoncito Díaz, le sirvió a Wilfrido para defenderse: La guerrita musical que se había desarrollado en el país, con un Wilfrido Vargas batiéndose prácticamente él solo contra todos, no tenía antecedente en la historia musical dominicana, una historia que da cuenta, que mientras “el caribe suena y suena”, Santo Domingo, “con el tun tun de la tambora, baila y baila”. Como lo diría Manuel del Cabral a propòsito del instrumento madre del merengue: “Trópico mira tu chivo/ después de muerto cantando/ a palos lo resucitan/ la muerte aquí vida dando./
Es indiscutible, que aquella guerrita musical, con “Wilfrido Vargas contra el mundo”, comenzó desde la misma expulsión de Bonny Cepeda de Los Beduinos. Wilfrido no sólo tuvo que combatir con sus viejos rivales, sino con gente de su propio entorno, gente descubierta y ayudada por él, que le formaron guerrillas a trocha y mocha. Y tiro y tiro/ tiros por aquí/ tiros por allá/ y de repente/ se oyó la voz de un guardia/ que emocionado le dijo/ oye Enrique Blanco soy yo/ que vengo a avisarte/ que si no te esconde bien/ aquí vendrán a matarte/ Enrique Blanco fue/ el conquistador de la montaña…/ Basta con decir que de los casi 300 grupos y orquestas merengueras que se formaron en el país entre 1970 y 1990, casi todas a merced de la música beduina, la mitad surgió desde la entrada de Wilfrido en escena; y ya para 1982, a ocho años a lo justo, más del 95 por ciento se había disuelto. El sólo citarlas ocuparía varias páginas. Las hubo como la "Organización Secreta" de Arasmi Camilo, “camuflado de "tuerto" como en las películas de comics; "La Tìpica Dominicana" de Aníbal Bravo, vestido de comandante, y "Lo Colosos" de Chehè Abreu, el primo del Cuco que en lugar del caco pelao se distinguìa por su sombrero, que hicieron sus revoluciones momentáneas y esporádicamente reaparecían, cuales caciquitos y conchoprimos de finales y principios de los dos pasados siglos; cuales "Quiquises" y “Bolos Patas Prietas” que se rebelaban en el Cibao y declaraban una zona del país libre con un gobierno independiente. Todas esas situaciones habían sido provocadas por el fenómeno Wilfrido Vargas y como dice el adagio el que siembra viento cosecha tempestad: "¿Me voy a enfrentar a ese monstruo? Me pregunté, y me respondí que no. De manera, que tomé mis maletas y me fui…", se lamentaría Wilfrido, refiriéndose a “El Cuco”, que para la fecha remontaba con el tema "El Brujo”, tras sus anteriores éxitos "Corazón de Acero" y "No me empuje", un merengue el último de gran insumo popular que describía la protesta de un ciudadano ante el policía que lo llevaba detenido de manera atropellante. Era una época de represión política y “El Cuco”, que fue siempre desafecto a Balaguer, jugándose su propia tranquilidad y la de su familia, aprovechó todo el descontento poblacional con aquel régimen al que apenas le quedaría un año de permanencia. En varias ocasiones, tal como le sucedió a Johnny Ventura, temas suyos fueron objeto de intento de prohibición y para ello el régimen utilizaba a la “moralista” Zaida Lovatòn, quien por años estuvo al frente de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonías. La política y la música, mezcla de tragicomedia, de celebración del deleite y la tragedia, se ponía de moda, cuando el propio presidente Balaguer utilizó uno de sus discursos para anunciar la prohibición de varios temas que a su entender atentaban contra el pudor pùblico e incluso contra la tranquilidad ciudadana. Tal fue “Remenèame los Mangos”, ya no sólo en la voz de Joseito Mateo, que para la época, insistiendo en su colcho, sonaba con "Chiquito pero Tupìo", en honor al mismo Balaguer. El otro tema prohibido fue “El guardia con el tolete al hombro”, que hacía recordar el primer escóndalo pùblico producido en el país por un tema musical, cuando en 1928, en la voz de Antonio Mesa, “El Trío Quisqueya”, también “Trío Borinquen”, dirigido por el puertorriqueño Rafael Hernández, grabó la bamba “Menéalo que se empelota”, seguido por otro más vulgar a ritmo de son sureño como “La mujer del Sacristán”, de Antonio Peña Morel, que decía: “Mira que van a creer/ que tu campana está rota/ si te grita la mujer/ lo que no sirve se bota/. Una edición del Listìn Diario de la fecha se hacía eco del escándalo que por poco hace que expulsen a Rafael Hernández del país, pese a su tema “Linda Quisqueya”, cuya música era la misma de su otra canción “Borinquen”. Luego, el grupo integrado también por los boricuas Salvador Ithier y Manuel Jiménez (Canario), grabó el tema “El Platanero”, del mismo Morel, un antecedente de “El Cuabero” de Johnny Ventura, puesto que hablaba de que /La mujeres son celosas/ lo mismo que el tiburón/ les gusta el plátano grande/ para asarlo en el fogón/. “El Cuabero”, con el que se estrenó Johnny Ventura como compositor, decía de forma impúdica: /Vecina/ vecina/ vecina llegó el cuabero/ venga a coger su astilla, juuuurga/. Mientras la réplica, “Cuidado con el Cuabero” luego de su enfrentamiento con Antonio Morel por la autoría del tema, expresaba: /Mujeres jeeembras/ Eeeeeh/ cuidado con el cuabero/ No compren ninguna astilla/ porque no es de cuaba na…/
Tiempo después Johnny grabó “El Tabaco”, con letras de William Liriano, que le fue enrostrado a Balaguer y su odiado régimen de los 12 años, con muy mala fortuna para el caballo. “Mi amigo Vicente/ esto es de contarlo/ el tabaco es fuerte/ pero hay que fumarlo/. Johnny que no es un santo de buenas devociones, compuso muchos merengues con letras lascivas, de doble sentido e inclinadas a los antivalores, como fue por ejemplo “El Ron es mi Medicina”: /Que se acabe el arroz/ la leche y la gasolina/pero el ron que no se acabe/ porque esa es mi medicina/. Quizás por “Yo soy el Merengue” y por ser “Merenguero hasta la Tambora”, a Johnny se le perdonaron muchas cosas, de la misma forma que al “niño mimado” Fernando Villalona, que además de haber sido un pésimo ejemplo para la juventud por su vicios a las drogas, grabó muchos temas impúdicos y una basura como “Tabaco y Ron”. Sin embargo, hay que señalar que el caso más escandaloso, por una producción musical ya no sólo de doble sentido, sino perversa, lo provocó en el país el Conjunto Quisqueya tan pronto surgió desde Río Piedra, Puerto Rico, en 1975, con el tema” Los Limones”, que nada tenía que ver con el merengue del mismo nombre de Radhamès Reyes Alfau y que pudo ser el papá de los reguetones “Los Melones” y “Papi Dame Canquiña” de estos días. El estribillo de ese merengue dice “Pónmelo ahí que te lo voy a partir”, mientras su copla cantada expresa: /Estando yo en el mercado comprando limones,/ pasó Mercedes, señores, la de Don Simón./ De pronto ella me dijo "No me mires tanto,/en vez de eso, mejor, dame ese limón"./ Entusiasmado le dije "Con uno no alcanza,/ venga ya pronto mujer y cogelo to’/ Ya que esa fruta la gente siempre la disfruta,/porque es tan buena, caramba, que sirve pa' to’/ Ella me dijo "Muchacho, ven, párteme uno,/párteme uno, caramba, que quiero probar./ párteme otro, caramba, que quiero chupar…/
Por su abierta alusión al acto sexual violento e impúdico, el tema hubo de ser prohibido de inmediato y ello bastó para que reventara en los barrios de la capital, con los jóvenes utilizando el estribillo como slogan para "piropear" a las féminas. Todo aquello habría sido cuentos de Hadas, si El Cuco no se hubiese arrepentido y lanza al mercado la explosión que desde hacía años llevaba bajo el brazo y que decía: “Que te puedes dar un cura/ por mucho amor que te tenga/ un polvito de locura/ y un responso cuando muera/, fusilado de un chuchumbè que por los años de 1950, había estremecido a la Habana Cuba. Cuco Valoy se inclinaría entonces por “No me empuje” que se adaptaba más a su estilo del “hombre pueblo” de sus “Paginas Gloriosas” y luego por “El Brujo”, propio de la santería y el sincretismo religioso de los dominicanos, el cual estrenó en el Show del Mediodía”, antes de que sonara en la radio.” “Esto, Yaqui, no se vende en botica ni se anuncia con fututo en la mar traviesa; esto tampoco lo trae el barco, esto es un regalo del caco pelao a su pueblo”, expresaba Cuco valoy durante una actuación estelar por el por programa creado a finales de los años 60, presentado por Yaqui Nùñez del Risco, quien definía al anterior creador de Los Ahijados, como su “hermano prieto”, tal como llegó a tratar Paco Escribano a Joseito Mateo, a quien presentaba por su programa “La Lotería”, por HIZ, en plena tiranía de Trujillo, como “Negrito Escribano” Cuco Valoy, con su hijo Ramón Orlando como pianista siendo apenas un niño y una agradable sorpresa, creaba entonces una locura con su renovado ritmo. "La verdad fue que le cogì miedo al fenómeno musical que representaba Cuco Valoy", insistió Wilfrido, obviando mencionar a los otros, incluyendo a Johnny que volvía a su redil y a Villalona, a quien había rescatado de Lomas de Cabrera, allá en la frontera por el noroeste, limítrofe con Restauración, donde convidado por Bois Caiman se retroalimentan los tambores del vudù. Con Wilfrido, Villalona hizo como el cuervo… actitud que antes y después asumieron otros favorecidos por aquel, deslumbrados por el oropel y el afán de hacer fortunas rápidas con aquella supuesta época de oro de la música dominicana. ¿Realmente lo fue?
Se sabe que el iniciador de aquella guerrita lo fue Bonny Cepeda, cuando incluso, intentó darle un golpe de Estado a Wilfrido dentro de su propia agrupación “Los Beduinos”, indisponiéndolo con los músicos. Bonny alegaría entonces que Wilfrido lo obligaba a tocar en fiestas los temas que con otros músicos se grababan. La situación fue de tal gravedad, que la proyección de Wilfrido como figura, al margen de su grupo, tuvo que precipitarse. “Hubo insubordinación de los músicos, esa es la verdad, quienes con Bonny a la cabeza se proponían, al parecer, desplazar a Wilfrido de la Orquesta”, confiesa Enrique Hernández, quien señala que ello llevó a Bienvenido Rodríguez a reunirse con un grupo de locutores para informarlos de lo que pasaba y asumir un plan de contingencia. Alertado, Wilfrido Vargas se apoyó en sus amigos para sacar a Bonny de la orquesta. “Lo saqué y no pasó nada, todo quedó en calma. Y lo saqué porque quería poner al pianista Sony Ovalle”, admite Wilfrido, casi dándole la razón a Bonny cuando expresaba: “Me sentía mal porque tenía que tocar las cosas que Sony Ovalle grababa: creí que no era justo, pero Wilfrido y su gente me mal interpretaron”. Semanas después, estando Bonny al frente de su propio grupo "La Gran Orquesta", daría otra versión de los hechos que provocaron el primer lío en Los Beduinos; entonces confesaría sus propios planes que lo hicieron ir y venir hasta ganarse el mote de “El inestable”, no sin antes pegar su primer gran éxito que llegó también a hacer tambalear la poderosa línea musical de Wilfrido. Se trataba del tema “Esta es tu tierra”, interpretado por otro “cabecita loca”, pero uno de los cantantes más afinados del merengue: Carlos Manuel “El Zafiro”. Desde entonces Bonny no desaprovechó ninguna oportunidad para atacar y cuestionar la capacidad de Wilfrido Vargas, llegando a decir en una ocasión que la mayoría de los temas de Los Beduinos eran ajenos o arreglados por otros músicos. Bonny, cuyo nombre verdadero es Fernando Cruz, sería menor de edad cuando Wilfrido lo sacó del Conservatorio Nacional de Música, donde estudiaba para músico clásico, para integrarlo como pianista en Los Beduinos. Quizás por eso siempre habló con dolor de su experiencia con Wilfrido, que en principio le pintó el cielo y nunca le cumplió, segùn sus propias palabras. Cuando se le echó en cara su juventud p para asumir el puesto y la dimensión que reclamaba, dijo que la capacidad no era cuestión de edad, sino de talento y aprendizaje y señaló que era músico desde niño, profesión que le había enseñado su propia madre. ¿Quieres decir, entonces que Wilfrido te usò sólo como mampara para sobresalir él?, le preguntó un periodista a Bonny, buscando echar más leña al fuego y el joven músico, con gran habilidad contestó: “Bueno, ni tampoco, digamos que como una lámpara, en lugar de una linterna para alumbrarse él solito”. En otras palabras, tú consideras que puedes brillar con luz propia, sin la ayuda de Wilfrido ni de nadie más. “Me creo que sí, con la ayuda de Dios y la madrecita que me parió que de seguro nos está viendo en este momento y a la que le mando un beso”. Se referìa a Anàn Cepeda, cantante,y quien habìa prestado su voz para responder con un "Eeeeeh", a Johnny Ventura en la grabaciòn de "Cuidado con el Cuabero". El propio Bonny, como parte de los tumbos que dio desde 1974, estuvo con Ventura, tras los lìos que detonaron en 1977 y que dieron lugar a la divisiòn del Combo Show y la huida de Wilfrido Vargas del paìs.
Ya para mediados de 1977, los estragos de aquella guerrita eran evidentes, con Wilfrido Vargas llevándose la peor parte, con un ritmo reciclado cual circunloquio que ya no timaba ni deleitaba a una afición a la sazón hipnotizada por los gustos inducidos de la payola, a la sazòn repartida, pero dominada por quien se ofreciera como el mejor postor, sobre todo, después de la entrada y fortalecimiento en el mercado de otros empresarios disqueros y otras empresas de capitales sucios. Mateo San Martín se había consolidado en el mercado dominicano, a pesar de haber perdido a Johnny, que se le fue a “tento” a macho, grabando con otros y firmando finalmente con la Sony a través del empresario Angelito Carrasco. Ello sucedió tras el conflicto del Combo Show, que llevó al otro lado encabezado por Luisito Martì y Anthony Ríos a intentar suplantar a Johnny en Kubaney. Estando Johnny y San Martín molestos (de lado y lado), el segundo trató de llevar el caso a los tribunales y usó como testaferro a Joseph Cáceres para convencer a su contraparte, pero desistió al ver que el moreno tenía los juegos pesados y era demasiado querido en su pueblo. San Martín casi llora recordando la vez, en los inicios, cuando entusiasmado por los records de venta de los primeros discos del Combo Show, convenció a su cuñado “Pepe”, para que le regalara su Càdillac último modelo a Johnny, que fue recibido por èste con un “Mira Mateo, yo firmo contigo para toda la vida, e inclusive no tiene que pagarme nada”. No pudiendo quedarse con el Sonido Original que terminó firmando con Karen Records, Mateo San Martín, Con Cuco Valoy como aliento y seguro de vida, le cayó atrás entonces a Villalona, a quien ni su disquero Bienvenido Rodríguez, ni buenos amigos como Yaqui Núñez del Risco y Augusto Guerrero, podían ya controlar, logrando arrebatárselo tiempo después con la ayuda de Guicho Pichardo.
“Mateo tengo noticias de que está firmando a Fernandino y debo advertirte que él está bajo contrato con mi empresa”, le advirtió Bienvenido Rodríguez al dueño de Kubaney, en una conversación telefónica subida de tono. “Bienvenido si el contrato de Fernandino está vigente te aseguro que no lo firmo, pero de lo contrario el primero que lo va a saber eres tú, gústete o no”, le contestó San Martín. Días más tarde, el dueño de Kubaney le hacía saber a su colega dominicano lo siguiente: “Bienvenido, si quieres empiezas con todo tus abogados, porque yo estoy firmando a Fernandino en este momento”. San Martín revela que Bienvenido, a quien señala como tacaño y marrullero, lo siguió amenazando y que procurando poner todo en claro, él, Villalona y Francis Méndez quien representaba al artista en lo concerniente al espectáculo, buscaron al abogado Otto Cornielle, para que llevara el caso y se encargara incluso de redactar el nuevo contrato. Olvidémonos de Bienvenido, pero si hay una persona a la que Villalona debería decirle “papá” es a Wilfrido que lo sacó del confinamiento, le creó una orquesta: "Los Hijo del Rey", y le compuso el merengue que lo lanzó al estrellado: "Homenaje a Tatico Henríquez". Pero Villalona, fruto de sus vicios y sus malas compañías, nunca le paró a eso y las consecuencias la sufriría más tarde, con lamentos que llegarían al cielo, el propio San Martín cuando Fernandino, a quien puso El Mayimbe, por poco trapea el piso con él, violándole contratos de presentaciones y grabando de manera independiente, como aquella vez que bajo el sello de “Paloma Records” hizo un álbum dedicado a la madre al margen de Kubaney. Villalona fue tan bárbaro en eso de incumplir con sus obligaciones, que no solo llegaba tarde a las fiestas y presentaciones, regularmente endrogado, sino que en 1984, dejó esperando nada más y nada menos que al Presidente de Venezuela, que lo era entonces Jaime Lusichi, obligado a renunciar tal como le ocurrió en su ùltimo mandato a Carlos Andrés Pérez, el amigo de Rubby Pérez, “Los primos”, como ambos se piropean, y quien seria el cantante “La voz más alta del merengue”, primero con el merengue “El africano”, un vallenato colombiano y luego con el álbum “Volveré”, inspirado en un tema de Paco Cepero, el que levantaría de nuevo en el pías a Wilfrido Vargas y sus Beduinos, tras su regreso de su forzado exilio en Puerto Rico. Con Rubby Pérez y Jorge Gómez fue que Wilfrido grabó “Soy un hombre divertido”, tema que le generó un tremendo escándalo internacional por plagio cuando una hija de su fallecido autor Luis Martines, lo llevó al banquillo de los acusados.
Sobre ese y otros conflictos por violación a las leyes de derecho de autor, versará mi próxima entrega.