VEDOMOSTI. La nueva visita de Hugo Chávez a Rusia, prevista para el próximo martes, aportará a Moscú dividendos tangibles en materia del comercio de armas, a diferencia de las dos visitas anteriores, en 2001 y 2004, cuando el presidente de Venezuela y su homólogo ruso, Vladímir Putin, debatieron los temas generales de la cooperación y la coyuntura del mercado petrolero. El plato fuerte de la futura visita será la venta de 24 cazas rusos Sukhoi-30MK2 a Venezuela, una transacción sin precedentes cuyo importe supera mil millones de dólares. Desde 2005, Rusia viene suministrando a Venezuela fusiles automáticos y helicópteros pero ahora se trata de aviones de combate pesados que no tiene ningún otro país latinoamericano.
El respectivo contrato fue rubricado el otro día en Caracas por militares venezolanos y representantes de Rosoboronexport, entidad pública que hace de intermediaria en la exportación del armamento ruso a otros Estados. El propio Chávez manifestó en reiteradas ocasiones la intención de comprar las máquinas rusas después de que EE.UU. había renunciado al mantenimiento técnico de los cazas F-16 comprados por Venezuela en la década del 80 e introducido el embargo sobre el suministro de lanchas patrulleras y aviones desde España.
‘Hace un par de años, no podíamos soñar siquiera con la venta de aviones de combate a Latinoamérica, a excepción del Perú y Cuba que los tenían desde la época soviética – confiesa Ruslan Pukhov, director del Centro ruso de análisis de estrategias y tecnologías -. Es un avance histórico, comparable tan sólo con el suministro de los cazas MiG-29 a Malasia, en 1994'.
Boris Shmelev, del Centro de estudios políticos comparativos, hace hincapié en que la venta de aviones de guerra en cantidades tan importantes no puede interpretarse como una transacción estrictamente comercial y tiene un trasfondo político. América Latina está viviendo una serie de complicados procesos sociales que han llevado al auge de la izquierda, de orientación antiamericana, y el presidente Chávez actúa como abanderado de estas fuerzas que buscan fuentes de armamento alternativas a EE.UU. Últimamente, EE.UU. se resiste a reconocer los intereses de Rusia en el espacio postsoviético, así que ésta se cree en derecho de vender las armas a los países como Venezuela, que pertenecen tradicionalmente a la zona de los intereses norteamericanos en materia de seguridad nacional, señala el experto ruso.
En 2005, Rosoboronexport firmó con el Ministerio de Defensa venezolano un contrato por valor de US$120 millones para el suministro de seis helicópteros Mi-17, tres Mi-35M y un Mi-26. También se acordó la venta de 100.000 fusiles Kalashnikov por un importe de US$54 millones.