JERUSALÉN, (IPS) – Después de bombardear Líbano por aire durante nueve días, Israel lanzó, sin anunciarlo oficialmente, la fase de infantería de la operación militar, con el ingreso de miles de soldados al sur de su vecino septentrional. El objetivo del ejército es cazar a combatientes del libanés y chiita Partido de Dios (Hezbolá) y acabar con sus arsenales, en especial los cohetes con que atacan territorio israelí.
Las fuerzas armadas israelíes anunciaron este viernes que convocaría a miles de reservistas, que serían apostados en la frontera con Líbano así como en la franja de Gaza, donde está en curso otra ofensiva a raíz de la captura de un soldado por combatientes palestinos a fines de junio.
Los miles de residentes del sur de Líbano que huían este viernes hacia el norte parecían prever también una invasión israelí por tierra.
El ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, Amir Peretz, dio la primera pista el jueves: el gobierno, dijo, no tiene "la intención de ocupar Líbano", pero tampoco "de retirarnos de nuestras medidas militares".
"Si debemos realizar operaciones que requieran operaciones por todas partes, lo haremos sin vacilar", advirtió.
Pero algunos observadores militares en Israel alertan que esto es lo que Hezbolá ha estado esperando.
El partido islamista continúa disparando sus cohetes a pesar del duro bombardeo aéreo, pues pretende que el ejército israelí ingrese en el montañoso y rocoso territorio libanés, donde, firmemente apostados, tienen ventaja para combatir una batalla convencional.
Para peor, la dirigencia política israelí está al tanto de que si la infantería sufre una cantidad importante de bajas en Líbano el apoyo público a la ofensiva se deshilachará.
La muerte de seis soldados en un combate casi cuerpo a cuerpo en solo 24 horas –entre el miércoles y el jueves– aumentó el temor israelí por un eventual enfrentamiento sangriento en tierra con Hezbolá.
Por ahora, la actividad militar se limita a incursiones a través de la frontera, hasta dos kilómetros dentro de territorio libanés, en las cuales tropas de elite tratan de descubrir túneles y búnkeres construidos por Hezbolá para almacenar sus cohetes y misiles.
Los combatientes islámicos salen en ocasiones de sus refugios subterráneos para disparar sus proyectiles sobre territorio israelí antes de refugiarse de nuevo, según el ejército.
Con la convocatoria a los reservistas, las fuerzas armadas dejan en evidencia que planean ampliar sus operaciones por tierra en los próximos días, aunque altos oficiales insisten en que no tienen como objetivo ocupar posiciones permanentes dentro de Líbano.
Los soldados convocados, afirman, participarán en las incursiones en busca de combatientes islámicos y sus arsenales.
"Ésta no es una operación por tierra: es una operación quirúrgica", dijo el ministro Rafi Eitan, consultado este viernes al respecto. "Cuando avanzas por tierra, tienes que pagar el costo."
El ex presidente del Consejo de Seguridad Nacional de Israel Giora Eiland mostró sus dudas. "El precio de un avance por tierra será alto, su efectividad será muy baja y, por cierto, no podemos decidirla en estos momentos", dijo Eiland el jueves.
Este es el dilema que afronta hoy el primer ministro Ehud Olmert: si es incapaz de debilitar significativamente a Hezbolá –una de las metas declaradas de la operación israelí–, la crisis lo debilitará como gobernante, y también se debilitará la capacidad disuasiva de este país.
Si los cohetes siguen cayendo sobre Israel a pesar de los ataques aéreos contra Líbano, Olmert podría sentirse obligado a enviar más y más tropas de infantería.
Algunos observadores militares creen que si Israel quiere darle un golpe duro a Hezbolá no puede hacerlo sólo por aire, y que, en última instancia, deberá enviar a la infantería para neutralizar la amenaza de los misiles.
Pero otros insisten en que una opeación por tierra es exactamente lo que quiere Hezbolá.
El veterano experto Ron Ben-Yishai indicó el jueves, en el sitio de internet Ynet, dijo que emprender la cacería terrestre le sigue el juego al partido islamista.
"La organización prevé que el ejército envíe sus fuerzas especiales a cazar misiles katyusha en tierra después de no haber logrado detener el fuego de cohetes con el ataque aéreo. Es seguro que los detectores de Hezbolá revelará los movimientos nocturnos de los comandos israelíes", según Ben-Yishai.
El analista consideró que los combatientes libaneses "instalarán emboscadas en las áreas donde es seguro que, tarde o temprano, una partida israelí irá a hacerles una visita", sostuvo.
Ben-Yishai propuso una reducción de la intensidad del bombardeo sobre Beirut y el mantenimiento de una presencia aérea permanente, de 24 horas diarias, en el sur de Líbano, con el objetivo de golpear las lanzaderas de cohetes desde el aire.
El "trauma libanés" sigue fresco para los israelíes. Hasta hace seis años, Israel ocupó un área en el sur de Líbano para impedir el ingreso de combatientes de Hezbolá. Pero debió retroceder en mayo de 2000, acosado por los ataques que le ocasionaron centenares de bajas.
Las encuestas indican que Olmert goza de gran popularidad: 80 por ciento de los entrevistados por encuestadoras están satisfechos con su labor de gobierno, y ese porcentaje es mayor aun cuando se trata de la ofensiva en Líbano.
El objetivo de Israel es debilitar a Hezbolá para que el nuevo gobierno libanés despliegue sus fuerzas armadas en el sur, como los establece la resolución 1.599 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Se trata de una meta ambiciosa. Si los combates logran alejar a Hezbolá de la frontera y lo incapacita para reinstalar sus cohetes en el área, Olmert habrá alcanzado el éxito.
Pero si los combates cuerpo a cuerpo se intensifican, los cohetes libaneses siguen cayendo sobre Israel y Olmert atempera sus demandas iniciales, la ciudadanía israelí comenzará a preguntarse si atacar fue, en realidad, una buena idea. (FIN/IPS/traen-mj/ph/ss/mm pi ip hd/06) (FIN/2006)