No conozco las estadísticas de muerte debido a la delincuencia en los últimos dos años, pero el número debe ser elevado.
Uno de los más influyentes funcionarios del gobierno (tal vez el más influyente y poderoso de todos), ha declarado que la situación actual es de "emergencia", que existe en las noches un "estado de sitio" no declarado porque la gente, temerosa, no quiere salir para no correr el riesgo de ser asaltada, secuestrada o asesinada.
Y es cierto.
La Policía no es parte de la solución, es parte del problema.
Ese mismo funcionario, con toda la autoridad que le da el poder, ha señalado que en el 90% de las bandas participan agentes policiales y militares, lo cual ha debido aumentar la histeria colectiva. Nada nuevo. Eso lo sabemos todos.
Y más aún, los puestos de drogas de los barrios gozan de protección policial o militar, no sólo de oficiales de poca monta, como en ocasiones se quiere decir. No, en la protección del narcotráfico siempre ha habido gente de mucho poder en los estamentos estatales. Hoy pagamos la consecuencia de la complicidad de años, de ese "dejar pasar, dejar hacer" que por dinero y poder han permitido las autoridades con el silencio cómplice de todos los ciudadanos decentes y honorables.
Ahora lloramos lágrimas de sangre. Por esa complicidad, hoy el hombre o mujer que no ha sido víctima directa del tsunami criminal, tiene un pariente, un amigo, un compañero de trabajo o un vecino que ha sido asesinado, secuestrado, asaltado….
En la mayoría de los casos los responsables no son atrapados. Y lo que es peor, si es apresado, en lo que dicen berenjena logra su libertad, lo que deja a la población a merced de los criminales, que se sienten protegidos, no por el nuevo Código Procesal Penal, que no es más que un chivo expiatorio, sino por la corrupción de los aparatos oficiales.
Frente al tsunami criminal que ahoga el país, el gobierno no tiene un plan.
Al contrario, también forma parte del problema porque determinados funcionarios, bajo el argumento de que luchan contra la delincuencia, se aprovechan para estimular gastos excesivos autorizando compras innecesarias que dejan comisiones millonarias. Hay quienes hacen grandes negocios con el crimen. Y eso también es criminal. La corrupción es un crimen. Así como pedimos cárcel -en ocasiones la muerte- para quien roba un celular, debemos pedir lo mismo para el corrupto, porque la corrupción forma parte de los elementos que estimulan el crimen y el delito de los de abajo.
La convocatoria de un Consejo de Gobierno Ampliado, con la participación de los presidentes de las cámaras del Congreso, que hace apenas unos días eran, para el Gobierno central, delincuentes y corruptos que debían ser expulsados, sirve para demostrar que el gobierno está atrapado, que no sabe qué hacer, no tiene respuesta. Porque más allá de las palabras, de las bocinas que como papagayos repiten la "línea diaria" que les llega desde el Palacio, todos los días decenas de dominicanos y dominicanas son asaltados y violados en sus hogares, asesinados o secuestrados a plena luz del día, sin que los responsables reciban castigo.
Ojalá que la reunión del Consejo de Gobierno Ampliado, con senadores y diputados, con la cúpula de la Iglesia Católica, los empresarios…, no sea otro bulto similar al Diálogo Nacional que le costó al país 50 millones de pesos mal contados y mal gastados para utilizarlo políticamente como parte del marketing reeleccionista, porque no es al Congreso, ni a la Iglesia, ni los partidos políticos a quienes les corresponde enfrentar el crimen y la delincuencia. Es al gobierno, es al presidente de la República, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, jefe de la Administración Pública, dueño del país, según el invariable artículo 55 de la Constitución de la República.
Este gobierno ha visto impertérrito durante dos años cómo ha crecido el crimen sin hacer prácticamente nada, sin tener un plan, cuando todos estamos amenazados de muerte.
Por eso, tengo mis dudas sobre la reunión del Consejo de Gobierno Ampliado que el presidente ha convocado para mañana. Ojalá que la politiquería y el clientelismo no aparezcan en la reunión de mañana. Y que el presidente asuma su rol de jefe de Estado. ¡Ojalá!
No más juego con la muerte.