En asuntos de fama y de nombre, la gente es hipersensible, porque es el ego el que está involucrado; por ese motivo, las cosas que se hacen con tal de sobresalir del montón de mortales son inverosímiles. Precisamente, para eso están los medios icónicos de comunicación de masas, principalmente.
La práctica social más extendida y que en muchas ocasiones provoca una competencia feroz, con pisotones y empujones incluidos, es la que se conoce por el dominicanismo de el “figureo”, que se deriva del verbo castellano “figurar”, y es una habilidad que al final de cuentas puede producir desde mucha alegría hasta una gran desilusión, pasando por variados estados de ánimo. Y por si fuera poco, el figureo es definitivamente adictivo. Aquí han llegado embajadores extranjeros reticentes a salir en una revista de sociedad, al principio de su gestión; y al final, hacían todo la imaginable por verse en los medios, por poner un sólo caso; yo sé de algunos personajes, diplomáticos o no, que llevan sus propios fotógrafos y/o camarógrafos a las actividades, para no dejar nada al azar.
Incluso, se han desarrollado modelos teóricos para tratar de explicar lo que sucede en los casos en que uno salga al lado de diferentes “figureantes”; por ejemplo, en el supuesto de que sean importantes con una fama positiva , o por el contrario, si son deleznables desde la vertiente de la sociedad. Esto implica que al figurante se le puede añadir una plusvalía, o cabe la posibilidad de que se le reste algo de prestigio, dependiendo todo de cómo aparezca, con quién salga, haciendo qué cosa, y en dónde.
Lo que sí es seguro es que los más exitosos y expertos en ese empeño, lo hacen a tiempo casi completo en sus horas libres, dedicándole muchos esfuerzos que pueden ser recompensados, o no, dependiendo de la suerte, de la técnicas empleadas, de la audacia, y de los recursos de que se dispongan. Es preciso aclarar que hay personas que figurean por las características de su trabajo, pero esos son los menos.
No se puede olvidar los gastos en la indumentaria, porque al figurante le conviene ser una persona “aparente”, como afirman las periodistas que cubren las actividades sociales; igualmente, hay que contar con los expendios en el transporte hacia los lugares apropiados, amén de la realización de una faena fina de relaciones públicas con los reporteros. Simultáneamente, es preciso realizar una labor de zapa, para eliminar y/o disminuir la competencia. Está claro que el congraciarse con los protagonistas ayuda, si uno mismo no lo es, como sucede la gran mayoría de las veces.
Se trata de todo un arte y una técnica, con mucha mayor complejidad de lo que aparenta, por lo que posee de frivolidad, y que precisa de una obstinación metódica para poder tener éxito. No se trata de aparecer un día en los mass media por accidente, o porque no había casi público, eso lo logra cualquier hijo de vecino.
Existen tres corolarios infalibles, aunque parezcan una redundancia: Primeramente una persona sólo puede ser reconocida en los medios de difusión icónicos, como la tele o el Internet, o bien, en la prensa escrita, principalmente; únicamente si es conocida. Es decir, para uno reconocer a alguien, tiene forzosamente que conocer a esa persona. Esto que parece una perogrullada, no lo es, porque los “don nadies”, tienen que recorrer un camino previo.
En segundo lugar, mientras más conocida e importante sea la persona, más se le facilita la cuestión. Por eso la gente que no se lo merece, quiere invertir los papeles a como dé lugar, y figurear, para que los demás se lo crean, o para demostrar que son importantes.
Y tercero, desde la vertiente de los medios, quien no aparece en ellos, en especial la televisión, y ahora recientemente en el Internet, sencillamente no existe socialmente hablando.
Todo lo anterior implica que para que cualquiera se posicione positivamente en la conciencia del lector o del televidente, tiene que hacer algo diferente dentro de la ética, para lograr su objetivo, de lo contrario, será considerado como “alguien más”, a menos que tenga un cargo público importante, o bien, que esté considerado en una posición social ventajosa. Para lograr una fama negativa, basta con cometer un delito que llame la atención y que atrapen al delincuente.
Naturalmente, que el figureo tiene sus “neutralizadores” naturales, de la misma manera que las especies animales cuentan con sus depredadores, al emplearse las técnicas preferidas de los resentidos sociales, como son el chisme y el rumor; o por lo menos lo intentan. Las habilidades en este apartado de la maledicencia, se aprenden con la experiencia, e incluso, existen formas ya estereotipadas que se aprenden de la cultura imperante, para iniciar la “descarga”. El chisme no debe de ser subestimado en nuestra sociedad, porque se emplea con muchas malas intenciones con tal de eliminar la competencia. Esta práctica llega hasta tales extremos que demasiada gente cree más en el chisme que en los hechos reales. A todo el mundo le habrán contado que fulanito se murió trágicamente, siendo mentira, o que aquella le es infiel al marido por hobby, o que el otro está endeudado hasta la coronilla, o que aquel es un criminal sin misericordia…
Por otro lado, tenemos el problema de la saturación, ya que el figureo hay que revalidarlo periódicamente, de lo contrario, se pierde vigencia, y los nuevos periodistas no conocen al que no figurea en el presente, a menos que se trate de alguien muy importante en la sociedad; pero, si se abusa, llega un momento en que los medios sacan a la persona del “aire”. Todos los mass media, lo que pretenden es tener aceptación entre su público, y la novedad “vende”, mientras que la repetición y la monotonía aburren, como bien se sabe.
Asimismo, el figureo puede tener su “ensalada” de diferentes colores, dependiendo del dinero que se pague y que se gaste para lograrlo. No nos estamos refiriendo exclusivamente a la práctica de la “payola”, y la del tráfico de influencias, ya que existe un figureo pagado, con todas las de la ley, que se usa mucho para publicar los reportajes de las bodas, de los bautizos, etc.
Sin embargo, lo que en otros países más maduros provocaría mucha suspicacia y desconfianza, aquí se convierte en el arma preferida de lo “trepadores” sociales, debido principalmente a la baja autoestima de muchos “notables”, y personas influyentes, y nos referimos a la adulación y a la lisonja, conocidas popularmente como la “lambonería”, el “limpiasaquismo”, “limpiapolvismo”, etc. Estas mañas cuentan con verdaderos artistas ente nosotros, y vienen a ser como la “salsa” o “condimento” del figureo. Siempre con la finalidad de instrumentalizar a alguien, y en este caso, para lograr la aparición massmediática.
Es necesario dejar claro, que estas técnicas se emplean también con mucha eficacia para lograr otros objetivos, desde conseguir varios sueldos sin trabajar, hasta conquistar a una joven, pasando por otras muchas ventajas.
En definitiva pues, el figureo social constante precisa de toda una estrategia bien pensada y planificada. Ya sólo me queda desearles muchos éxitos en el figureo, porque yo figureo, tú figureas, y él también figurea…