Al PRD le hace falta una división similar a la que produjo Juan Bosch, uno de sus fundadores y posteriormente su principal líder y guía ideológico hasta que se marchó en 1973.
Esa ruptura produjo un estremecimiento en el PRD y en todo el país. Muchos pensaron que el partido jamás volvería a levantar cabeza. Es ahí cuando se consolida la figura del "astro con luz propia", José Francisco Peña Gómez.
Al PRD le viene bien otra división que ponga a temblar esa vieja y anquilosada estructura para que desde sus ruinas surjan los nuevos dirigentes, con otra visión del presente y del porvenir, con otros estilos y otros métodos de dirección.
El PRD necesita un tsunami, una ola gigante que barra con las trabas que le impiden avanzar y crecer. Ese buey tiene muchas garrapatas que no le permiten caminar por los nuevos senderos. Como diría el profesor Bosch en 1970, luego de su llegada al país del exilio, al PRD hay que "desgarrapatizarlo".
Los que enfrentaron a Hipólito Mejía cuando intentó reelegirse en el 2004 debieron seguirle los pasos al licenciado Hatuey De Camps para formar el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), el partido del toro negro. De esa manera probablemente esa organización hoy fuera una opción de poder y hubiera tenido una participación en las elecciones congresuales y municipales más exitosa. Pero no pudieron ponerse de acuerdo ni para enfrentar al "enemigo común" que no era otro que el jefe de casi todos, el entonces presidente de la República Hipólito Mejía.
De Camps se marchó solo. Ninguno de los que le acompañaron en la lucha contra Mejía le hizo "coro". Se quedaron en la franquicia, en esas tres palabras, en ese símbolo político que se llama Partido Revolucionario Dominicano (PRD). De haberse ido con De Camps, como era lo más correcto, estoy convencido de que le habrían hecho un gran favor al PRD y se lo hubieran hecho a sí mismos.
Al quedarse no hicieron más que prolongar la crisis, hacerle el juego al gobierno, dañar más al PRD, hacerse daño ellos mismos. Las contradicciones en el PRD son insalvables. Y la historia dice que cuando eso sucede lo mejor es romper. Un buen divorcio es mil veces mejor que un mal matrimonio.
Definitivamente, hay gente que no cabe en el PRD de hoy, gente que no entiende que la época de los acuerdos secretos terminó, que el dedo mágico fue enterrado junto al líder, que los años de edad y de militancia no siempre hacen méritos, que los tiempos han cambiado, que la sociedad dominicana ha cambiado, que todos hemos cambiado.
El PRD no puede seguir anclado en el pasado, con unos métodos y estilos de dirección anacrónicos.
A muchos dirigentes el tiempo los aniquiló políticamente sin que se dieran cuenta. El 67% de los dominicanos y dominicanas tienen menos de 37 años. El PRD y su dirección se desvincularon de esa mayoría, de esa juventud, de esa parte vital del país, la fuerza motora.
El PRD no logra conectarse con la juventud, no encuentra los canales de comunicación ni tiene el lenguaje que permita que esa comunicación sea fáctica, que la "cotorra" les llegue a los muchachos para que hagan suyas las políticas del partido donde tienen que sentirse representados.
El PRD no tiene estructura nacional adecuada, no tiene una buena dirección, ni políticas en torno a los graves problemas nacionales. El PRD no se diferencia ideológicamente de las demás fuerzas políticas de un país que se lo está llevando el Diablo mientras en ese partido se desgarran por una maldita fecha para celebrar la convención que debe escoger al candidato presidencial. ¡No me jodan!
La mayoría se impone sobre la minoría. Esa minoría tiene que acogerse a la mayoría. Regla de oro de la democracia.
Esa mayoría, primero en el Presidium, luego en la Comisión Política y finalmente en el Consejo Ejecutivo Nacional (CEN) aprobó la realización de la convención el día 12 de noviembre.
Los que no estaban de acuerdo con esa fecha, como es mi caso, no tienen más remedio que acogerse a ella disciplinariamente. ¡Y se acabó!
Pero el problema no es de fecha de la convención; de alguna manera tiene que ver con la lucha de lo nuevo contra lo viejo, lo cual no tiene necesariamente que ver con la edad de sus protagonistas, sino con la forma de hacer política, con la visión, con el estilo, con el método…. Por lo tanto, es algo mucho más profundo y delicado. Y como es algo tan serio, necesita solución profunda, seria y contundente. ¡Muerto el perro se acabó la rabia!
No importa cuándo se haga la convención, si es en noviembre, diciembre, marzo o abril, los resultados serán los mismos. Y volverá a llover sobre mojado. Seguirá la crisis, el pleito, la discusión, la misma vaina. Es por eso que sostengo que una división al PRD le viene como anillo al dedo. De esa manera se salva "o se jode definitivamente".