Fausto Polanco dio un ejemplo de responsabilidad cuando acudió a los tribunales a reclamar una reparación moral de su nombre y el de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte), que él preside.
Tres jóvenes extranjeros, Enrique Crespo, Alí David y Anaylis Caziñares, erigidos en tribunal de inquisición desde Digital 15, acusaron a Polanco de vender los premios Casandra. Y más que eso, se burlaron de la persona Polanco, cada vez que les venía en gana
Decían con tal seguridad sus acusaciones en su programa Los Dueños del Circo que cualquier persona distante de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte), las creía.
Era una campaña montada con un contenido difamatorio e injurioso pocas veces desatada en medio de comunicación alguno contra una persona y entidad.
Pasada la premiación en el seno de Acroarte se barajaron todas las posibilidades sobre qué hacer con la andanada de acusaciones en contra de esta y de su presidente. Y la más ideal, y la civilizada, era la de acudir a la Justicia para que allí, los tres jóvenes demostraran sus acusaciones. Cualquier otro recurso les daría la razón a ellos.
Y así se hizo. Se recogieron todas las evidencias, que no eran más que los propios testimonios de los conductores del espacio. En sus propias voces, ante los acusados y los acusadores, el tribunal presenció las andanadas de imputaciones contra Polanco y Acroarte lanzadas por Los dueños del Circo.
Cada una de esas afirmaciones era anotada por el juez Eduardo Sánchez Ortiz. Luego eran objeto del debate de los abogados. En todo el proceso estuvo claro que las acusaciones lanzadas en el programa de televisión, eran insostenibles en el tribunal.
No era tan difícil el trabajo de los abogados Enrique García y Cándido Simó, pues los videos eran reveladores las calumnias en contra de Polanco y la entidad que preside. La destreza de los juristas estuvo en desbloquear los intentos de los abogados de la defensa por incidental el proceso.
La condena del magistrado fue sensata con los acusados, pues este país no conocía de una experiencia en que tres extranjeros se apertrecharan en un medio de comunicación a lanzar “venenos” indiscriminados, incluso contra reputaciones bien ganadas de personas e instituciones dominicanas.
Tengo la convicción de que Crespo, David y Caziñares se condenaron ellos mismos, por su actitud poco prodente y carente de humildad exhibida ante los demandantes, los abogados de estos y del propio juez Sánchez Ortiz.
Cuando se formalizó el sometimiento, Los dueños del circo hicieron un periplo por varios medios diciendo que disponían de las pruebas de sus acusaciones contra Polanco y Acroarte y que las presentarían al tribunal..
Y llevaron sus pruebas, pero las mismas fueron hechas añicos en el proceso. Presentaron una lista de testigos, de la cual la mayoría no acudió y los que fueron, sin quererlo, lo que hicieron fue ayudar la causa de Polanco y Acroarte y en cierta forma evidenciar que el pecado que le atribuían a Acroarte estaba en el frente.
Posteriormente, cuando se vio que el asunto iba en serio, mostraron ciertos signos de arrepentimientos, pero lo expresaban en los medios de comunicación que los entrevistaban, mientras en el propio, Los dueños del circo, se burlaban del tribunal, y de quienes visitaban la sala, y se mantenían arrogantes y sin mostrar signo de arrepentimiento alguno.
Hubiese bastado una expresión sincera de arrepentimiento ante el tribunal y probablemente la decisión condenatoria no hubiese sido la emitida por el juez Sánchez Ortiz, en los términos en que los hizo. La intención de dañar la reputación de Acroarte y Polanco estuvo clara en el proceso.
Hizo bien Polanco y Acroarte en no conciliar para que las acusaciones se ventilaran en un juicio oral y contradictorio. Se hizo bien en no negociar nada, como se pretendía, a última hora, en una campaña orientada a doblegar a los demandantes, y evadir una sentencia condenatoria.
Se le olvidó a alguna gente que del lado de la causa de Polanco y Acroarte había gente templada en este tipo de lucha, especialmente en la que se refiere a defender lo único que se tiene como propiedad, la trayectoria profesional, moral y ética en esta profesión. Mucha gente pensaba que ests iniciativa de justicia iba a quedar como la de Nicauly de la Mota, ultrajada en Los dueños del circo, pero al quien la Justicia no le correspondió.
Lo que queda ahora son las lecciones para Enrique Crespo, Alí David y Caziñares están ahí, deberá de aprender a distinguir cuándo se acusa a alguien con pruebas y cuando no. Creo que muchas veces los tres jóvenes se dejan tomar de tontos útiles por cierta gente del mundillo farandulero criollo. Gente cobarde del medio que siempre anda en busca de alguien que le diga a su enemigo lo que por sí mismo no se atreven a decirle.
Los tres jóvenes hoy condenados, con el tiempo, se convencerán de lo que les estoy diciendo hoy, sino no es que ya han comenzado a saborear de esa amarga medicina de los ingratos que te empujan a un pleito y cuando ya está armado huyen y te dejan solo.
La sentencia representa una gran responsabilidad para Acroarte y sus miembros, que ante la quedan comprometidos con el ejercicio de un mejor periodismo de espectáculo.
Yo apoyé a Acroarte y a Polanco en la iniciativa, lo que se dijo de ambos había que aclararlo en la justicia, y era la justicia la que debía reparar la reputación y el honor de ambos, pero no celebro la sentencia, la lamento.
Fausto Polanco escogió el camino correcto, el de la Justicia, no cometió el error del presentador de televiosion Miguel Ortega, quien ante la indignación, cayó en el gancho de hacerse justicia por si mismo.