LA HABANA, ago (Tierramérica) – El geógrafo José Luis Juanes Martí, del Instituto de Oceanología de Cuba, instó a "enfrentar con mucha seriedad y urgencia" el deterioro ambiental de las playas caribeñas. La imagen de arenas paradisíacas, que desde hace más de dos décadas sirvió de sustento a varios países del área, podría desaparecer por el impacto de los cada vez más frecuentes huracanes y la sobreelevación del nivel mar, pero también como resultado de la actividad humana.
Rocas en lugar de arena, árboles caídos, construcciones destruidas y penetración del mar tierra adentro, son los síntomas más visibles de la erosión que amenaza tanto a playas de México y Colombia como a las pequeñas islas del Caribe.
Tierramérica dialogó con Juanes, co-autor del informe regional Diagnóstico de los Procesos de Erosión en las Playas Arenosas del Caribe (2003), en la sede de la institución donde trabaja desde 1979, en La Habana.
Tierramérica: La erosión de las playas caribeñas va desde un metro hasta nueve metros por año. ¿Cómo se explica esto?
José Luis Juanes Martí: Las olas atacan la playa, ponen en suspensión la arena y generan corrientes que la transportan muy lejos de la costa. Con oleaje moderado, los organismos marinos mueren y sus restos calcáreos se convierten en arena nueva que introducen en la playa.
Hay un desequilibrio entre esa producción y la cantidad que se pierde durante una tormenta. Vemos superficies rocosas donde siempre existió solamente arena, escarpes (escalones) en las playas, árboles caídos y edificaciones destruidas. El mar penetra cada vez más la tierra.
— ¿Qué papel juegan las construcciones sobre la duna?
— Las dunas acumulan arena en un momento y aportan en otro. Si construimos sobre la duna, eliminamos esa parte de la playa. Al encontrarse la arena más cerca del mar de lo que debería, la ola la arrastra más lejos y la lleva a una profundidad de la cual no regresa. La construcción no trae ni quita arena, pero acelera la erosión.
— ¿La erosión de una playa puede tener otro impacto aparte de la pérdida del valor paisajístico, recreativo y económico?
— Las playas forman parte de un sistema costero muy diverso, donde todo interactúa. La erosión en una playa puede generar acumulaciones de arena en la pendiente submarina y afectar al arrecife con toda su riqueza. Una gran acumulación de arena sobre un arrecife provoca su muerte.
— Pero se sigue construyendo sobre la arena.
— La mayoría de las legislaciones del mundo establecen una distancia fija para construir. No tienen en cuenta los procesos naturales ni las diferencias entre las costas. En algunos países se establecen 100 metros desde el lugar de máxima penetración del mar, pero en otros puede ser de apenas 10.
En Cuba se aprobó una legislación verdaderamente revolucionaria: establece normas para cada tipo de costa y prohíbe construir sobre toda la zona de playa, incluida la duna e independientemente de su ancho. El límite se define 40 metros a partir de la duna.
— ¿El problema es especialmente preocupante en las pequeñas islas?
— En la zona continental del Caribe hay magníficas playas. Está Cancún, por ejemplo, pero México no vive sólo de ese turismo. Tiene otros recursos naturales, como agua, minerales y petróleo. En las pequeñas islas, las playas son el principal recurso natural y económico, y debería prestárseles más atención.
Sin embargo, no es así. Muchos países carecen de una verdadera estrategia para un turismo sostenible. Se nota en la ubicación de las instalaciones, en las extracciones generalizadas de arena para la construcción y en planes de manejo insuficientes y, en muchos casos, inapropiados.
— ¿Cuál sería la mejor opción para recuperar las playas caribeñas?
— Las medidas para enfrentar la erosión no siempre se ejecutan con rigor científico: se copian soluciones tradicionales –como la construcción de espigones–, exitosas en zonas continentales, pero no siempre idóneas en nuestras condiciones. A veces responden a intereses de propietarios aislados y no a un programa ambiental.
Entre las alternativas más usadas está la alimentación artificial, devolviendo a la playa en breve tiempo la arena que perdió durante años. Pero antes hay que realizar un estudio para ubicar el lugar apropiado para la extracción, muchas veces el mismo banco que se formó con la arena perdida.
Así se hizo en el sur del (sudoriental) estado de Florida, en Estados Unidos, donde las playas recibieron casi 10 millones de metros cúbicos de arena en las décadas del 70 y 80. Y también en el balneario cubano de Varadero (al este de La Habana), donde desde 1998 se vertió más de un millón de metros cúbicos.
— ¿Cuáles son las perspectivas para el Caribe?
— Si las playas del Caribe no son protegidas y caen en un proceso de degradación y, por el contrario, las de Estados Unidos son recuperadas y mantenidas, enfrentaremos un desvío del turismo que llega a nuestros países y que es, mayoritariamente, norteamericano.
La competencia es muy fuerte. Los turistas vienen acá porque tenemos buenas playas, un clima excelente y unas condiciones ambientales de primera. Pero si no sabemos proteger todo esto, perdemos.
Desafortunadamente, no hay una relación entre la magnitud de las inversiones turísticas y los pasos por impulsar programas nacionales de manejo de la zona costera o desarrollar un turismo sustentable. Tratándose de las pequeñas islas del Caribe que viven del turismo de playa, lo comprometemos todo.
* La autora es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 29 de julio por la red latinoamericana de Tierramérica. (FIN/2006)