La seducción es todo un arte, practicado con la finalidad básica de atraer al sexo contrario; claro está, estamos hablando de las relaciones heterosexuales.Si la atracción llega o no a la consumación de la carne, eso ya es otra historia. De los 500 y pico de gestos, ademanes y señas pertenecientes al acervo cultural dominicano, con sus decenas de variantes, estudiados por nosotros, una buena parte de ellos pueden ser utilizados para seducir. Lo cual es una cantidad respetable si nos comparamos con cualquier país del norte de Europa, por poner un ejemplo, donde el gestear es muy escaso.
Si hacemos una abstracción, podemos comprobar que para la conquista, y sin ánimo de ofender, la mujer ha de “venderse” a sí misma, en el buen sentido de la palabra, como un “producto”; y en el caso que nos ocupa, ayudándose y empleando los gestos apropiados.
Pero vayamos por partes: si analizamos el fenómeno aplicando el método publicitario conocido como la Fórmula AIDA, cuyas siglas corresponden a las iniciales de las palabras: ATENCIÓN, INTERÉS, DESEO Y ACCIÓN, veremos qué ocurre, examinando el fenómeno a grandes rasgos debido a su extensión, y concentrándonos en la primera etapa.
El sistema del “chaperonaje” hace tiempo que quedó atrás, en la época en que la chaperona moldeaba y controlaba el impulso erótico de la joven que estaba acompañada por su novio, con la mirada inquisidora, con una “tos” nerviosa en el momento preciso, haciendo una llamada de atención si se estaban propasando, y así por el estilo. Ahora la mujer moderna tiene que buscar al que a ella le guste, ella sola, y defenderse ella por igual, aplicando el freno y el acelerador según su criterio y condiciones. Naturalmente, que muchas veces se equivoca, porque controlar el instinto no es tan fácil.
Para llamar la atención, la fémina tiene que provocar el sentido de la vista en el hombre, y no hay nada más impactante visualmente que el saber caminar, y por consiguiente poner en práctica el arte de mover las caderas, las posaderas y el cuerpo con el contoneo, en especial si tiene una volumetría apetecible, que la hace capaz de competir con las mejores del mundo. Aquí contamos con verdaderas “artistas” en este apartado. Hay mujeres que desafían la ley de la gravedad y son capaces de mover el derrière en los tres ejes del espacio, simultáneamente, al andar. Esto implica que la dominicana le da a su contraparte lo que a él le gusta, en un tal para cual, ya que los hombres de este país suelen tener una fijación en los glúteos femeninos, a diferencia de otras culturas, en las cuales, a lo mejor llaman más la atención, los pechos de la féminas. Naturalmente, que por cada mujer que sale a exhibirse con sus andares, hay un mirón que sale a contemplarla. Esto no significa que no hayan algunas que destaquen sus senos, o cualquier otra zona de su cuerpo, si les conviene. Todo lo anterior es independiente de lo que ella tenga dentro de su cabeza, desde el punto de vista intelectual.
Paradójicamente, la inmensa mayoría de las dominicanas que se anuncian ofreciendo sus servicios por el Internet, no se muestran en las fotos, o sea, que no se exhiben; probablemente motivadas por el “qué dirán”, o como manera de sobrevivir, obteniendo recursos, sin “quemarse”.
Otro recurso que se emplea con frecuencia mientras dure la moda internacional de las blusitas cortas, es el flash de ombligo, que consiste en ir mostrando la cicatriz del medio del abdomen, total, parcial o selectivamente. Para este último caso la mujer levanta el brazo, con cualquier excusa, preferiblemente para arreglarse el cabello, cuando se aproxima de frente al hombre que le interesa, y le enseña “accidentalmente” el ombligo. De la misma forma, tiene la opción de hacer lo contrario, es decir, de cubrírselo de forma que aparente pudor y recato. Esta misma práctica se impuso en la década de los años 60, en el exterior, y fue retomada hace aproximadamente un par de lustros, en muchas latitudes, incluyendo nuestro país, y ha permanecido desde entonces.
Una manera de “decir” que se está muy buena, se hace mirándose ella misma apreciativamente el cuerpo por delante y por los lados, de arriba hacia abajo, en la calle.
Quienes se observan mucho son las que se practican algún tipo de cirugía plástica, para “retocar” su cuerpo y resaltar su belleza, o para disimular algo, con el fin de darse cuenta de cómo han quedado.
Las más descaradas y osadas acuden a el truco de sentarse provocativamente, en especial con faldas cortas, emulando consciente o inconscientemente a la actriz Sharon Stone, en la película Instintos Básicos, del 1992; o bien, de otras mil maneras. Tanto las faldas cortas, conocidas como mini-faldas, así como también los llamados “hot pants”, fueron ideados por la diseñadora de modas inglesa, Mary Quant, a partir de los finales de la década de los años 50.
El tic más socorrido entre las mujeres, aquí y en el extranjero, consiste en tocarse la cabellera o el cabello, cuando les interesa el sujeto. Esa es una primera señal, más bien inocente, si la comparamos con las anteriores. Precisamente, el pelo es la parte del cuerpo de la dominicana que más tiempo le ocupa y que más recursos precisa, ya que la mayoría de ellas no acaba de asimilar y aceptar el cabello crespo, quizá mal influenciadas por la publicidad y por los otros medios icónicos. Otra forma de emitir señales, consiste en morderse con suavidad la punta de la lengua mientras sonríe.
Existe un ardid, que puede ser devastador visualmente, y que es capaz de desequilibrar psicológicamente al “adversario”, si se hace con gracia. Se trata de la técnica del “bolón”, es decir, el comerse ese dulce en forma de bola, provocativamente, con los labios y lengua empleándose a fondo, imitando con disimulo una felación. Se trata de las nuevas “lolitas” inocentes, como la de la película aquella del mismo nombre, mientras no se demuestre lo contrario. Lo que poca gente conoce es que el consumo de azúcar es adictivo, y cuando se termina la cantidad requerida en la sangre, la persona se pone de mal humor y se siente mal sin saber el motivo, entonces, tienen que acudir a comer más dulces, a lo mejor otro “bolón”.
Se sabe que aquí en la República Dominicana coexisten simultáneamente gestos muy primitivos, como el señalar algo formando una protuberancia con los labios, que tiene probablemente su origen en la costumbre africana, que se practica en algunas etnias, para alimentar a los bebés con la técnica del boca a boca; o el arrugar los laterales de la nariz, repetidas veces, para preguntar qué pasa; con otros ademanes muy modernos relativos a las nuevas tecnologías, incluso. Como muestra de estos últimos puedo mencionar el de: “llámame”, con el dedo meñique en la boca y el pulgar en la oreja, con los demás dedos recogidos, imitando el hablar por teléfono, y así sucesivamente. Bueno, todos estos ejemplos, y otros muchos, son susceptibles de ser empleados en plan erótico, todo depende de la creatividad.
No se crean que las más bellas son las más provocativas necesariamente, ya que hay mujeres feas que tienen muchísima demanda, que saben competir, y dejan pasmadas a las más atractivas. Hay mujeres muy guapas que se comportan de una forma muy sosa, y aburrida, porque se creen que con su belleza es suficiente para atraer y motivar a los hombres.
Hay chicas que para decir “dame un chin”, o sea, para pedir un poco, utilizando los dedos pulgar e índice juntos horizontalmente a la altura del pecho, lo hacen de tal manera y con tanta picardía en el rostro, que dejan a su interlocutor masculino, con la duda de si ella se refería a un poco de sexo, o de qué.
Las prostitutas son más directas y acuden a los vulgarismos gestuales con mucha frecuencia, empleando las manos, la boca y la mirada, principalmente, con ciertas poses corporales. Un amigo extranjero me preguntaba sorprendido el significado de un gesto con el dedo índice hacia abajo, al lado del cuerpo, subiéndolo y bajándolo, que él veía en algunas bailarinas eróticas de Boca Chica. Cualquier dominicano sabe que eso significa fornicar, pero para el forastero que era un analfabeto en los dominicanismos gestuales, resultaba incomprensible. Y hablando de playas, vale la pena mencionar el uso de los bikinis, trikinis, tangas, “hilos dentales”, y el topless, entre los más osados atuendos playeros para llamar la atención.
En publicidad, se instrumentaliza el cuerpo de las mujeres atrayentes en atuendos de playa, para vender productos, sobre todo bebidas alcohólicas, ya que muchos hombres dominicanos no conciben el mar, el río, o la piscina, sin la bebida y el sexo. Precisamente, ya que la motivación básica de los dominicanos, en general, culturalmente hablando, consiste en gozar la vida al máximo, porque “eso es lo que uno se va a llevar”, lo cual está íntimamente vinculado con el afán de destacarse socialmente, porque eso facilita mucho las cosas; entonces no es de extrañar que la mayoría de las dominicanas prefieran hombres que tengan un vehículo, sin importarles mucho si son dueños de una vivienda, o no, lo cual es un síntoma de inmadurez. De ahí de que el sueño dorado de casi todo joven sea el de poseer un auto. Hace cincuenta años se “hacía esquina”, con una cadenita con llaves que se giraba alrededor del dedo índice, mientras se colocaba un pie hacia atrás apoyado en la pared, y ahora se “guaya rueda”, dándole vueltas a la pretendida conduciendo el carro alrededor de la manzana, repetidas veces, para que ella se fije, y con la música de moda a todo volumen.
Lo típico es que aquí poca gente sepa diferenciar lo que es importante y primario, de aquello que es secundario y prescindible; ya que el criterio es disfrutar a como dé lugar, sin importarles nada todo el resto. No es de sorprender la gran cantidad de padres irresponsables, que engendran a sus hijos y luego ni siquiera se acuerdan de ellos, porque su interés era el de gozar de unos momentos de placer, en ese instante, sin pensar en las consecuencias futuras. Es posible que este comportamiento tenga un cierto componente de venganza, por haber sido seducido, por la habilidades de la hembra.
Existe algo muy importante que suele pasar desapercibido, y además, es subestimado en las relaciones entre las parejas, y nos estamos refiriendo al sentido del olfato, ya que los olores de una mujer, es decir, sus feromonas, pueden volver loco al más sensato y ecuánime de los mortales; el problema está en que tiene que ser el olor preciso para el hombre específico, porque lo que atrae poderosamente a uno, puede incluso olerle mal a otro. Esto también es parte de la comunicación no verbal, aunque es preciso aclarar que el vocablo feromona, antes se empleaba para referirse exclusivamente al comportamiento de los insectos. Otro problema es el de la distancia, ya que sólo puede servir cuando se está cerca.
Mucha gente de ambos sexos acude a los perfumes, aguas de colonia, desodorantes aromatizados, extractos, cremas, shampús, etc., con la finalidad de incrementar su atractivo; pero, de la misma manera, ocurre lo mismo que con las feromonas, que a unos les gusta y a otros no.
Qué duda cabe de que existen gustos específicos y a veces extraños, en los hombres, así como también en las mujeres, que llegan al fetichismo, pero para los “gustos están los colores”.
Un comportamiento curioso se escenifica en las aceras estrechas cuando se cruzan ambos sexos de frente. Por ejemplo, si son dos hombres, ambos giran el cuerpo hacia un lado para poder pasar los dos, sin que uno tenga que bajarse de la acera. Sin embargo, si es un hombre y una mujer, ella gira lo menos posible, o casi nada, lo cual se presta a varias interpretaciones. A lo mejor se considera superior, o quiere provocar al otro, o quizá ni ella misma sepa, porque lo asimiló culturalmente sin darse ni siquiera cuenta.
Otro comportamiento singular en las vías públicas, consiste en aquellas mujeres que salen a la calle a “grabar” los piropos de los hombres; es decir, recuerdan cuanta frase bonita les dicen. Esto puede estar vinculado con la baja autoestima en ciertas damas, y para algunas, es una manera de entretenerse y de saber cómo está su “gancho” sexual, o lo que es lo mismo, van por la calle haciendo una “encuesta” de popularidad personal.
Lo que sí es cierto, es que las dominicanas están casi unánimemente de acuerdo en que el principal defecto del dominicano, es su machismo, y lo extraño es que ellas mismas fomentan y refuerzan ese comportamiento en sus hijos. Más de una vez he sido testigo, de madres de amigos míos que me cuentan orgullosas las hazañas y aventuras de ellos, con el sexo opuesto, y recalcan la cantidad de novias que tienen. Ya se ven chicas quienes alardean y presumen de la cantidad de novios que tienen, lo que viene a ser un machismo a la inversa. Lo bueno es que los hombres de aquí, prácticamente nunca piensan en el principal defecto de las dominicanas, o por lo menos, jamás se ponen de acuerdo.
En el repertorio gestual dominicano, los saludos con sus variantes ocupan un lugar de privilegio, ya que existen más de cincuenta salutaciones básicas, y una mujer astuta puede causar estragos con los besos, abrazos, apretones, agarradera de manos, caricias, etc.
Todavía pueden verse en nuestras calles, chicas agarradas de manos sin ser lesbianas, como una manera de comunicarse entre ellas, a base de apretones estratégicos y oportunos, por ejemplo, para que una de ellas se fije en alguien; y como una forma de apoyo mutuo por la inseguridad, independientemente, de la familiaridad que implica.
Más sutil de interpretar es el estrés sexual de las mujeres, sobre todo al estar sentadas, que se verifica con el cuerpo doblado hacia delante y con los brazos cruzados en el vientre, o bien, abriendo y cerrando repetidas veces, de forma nerviosa, los muslos.
En este país de gesteros es mucho lo que se puede opinar sobre el tema, pero termino porque con este tema cualquiera se pone nervioso también.
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