LA PAZ, 6 ago (IPS) – La fuerza indígena escondida en Bolivia durante 181 años de vida republicana resurgió este domingo en una mayoría de representantes a la Asamblea Constituyente instalada en Sucre, con el pedido del presidente Evo Morales de ejercer el poder absoluto en la refundación del país, uno de los más pobres de América. La capital de la República, ubicada a unos 1.000 kilómetros al sur de la sede de gobierno, La Paz, es escenario del epílogo de una etapa historia dramática que llevó la democracia al borde del abismo y también observa el inicio de otra fase a partir del debate y la redacción de una nueva constitución política del Estado.
Las esperanzas del nacimiento de una nueva república se tradujeron en un inédito encuentro de los 255 asambleístas, elegidos el 2 de julio, la clase política, invitados especiales y los representantes de unos 40 grupos étnicos de las zonas andinas, vallunas y de la Amazonia, en una fusión de colores, música típica y tradiciones.
Más de 30.000 personas llegaron desde diferentes puntos geográficos y colmaron la pequeña ciudad de arquitectura colonial de menos de 500.000 residentes, para participar de la sesión inaugural de la Asamblea que funcionará por un año para modificar la carta magna con el fin de dotarla de mayor inclusión y concesión de derechos a 60 por ciento de los 9,2 millones de habitantes, los indígenas.
Con homenaje a los grupos originarios del oriental departamento del Beni –que en 1990 protagonizaron una marcha por dignidad y territorio que abrió el sendero a la constituyente–, y a los 67 muertos de la "guerra del gas" de octubre de 2003 –que puso fin a un modelo privatizador de la explotación gasífera y al mandato de Gonzalo Sánchez de Lozada– el primer presidente indígena de Bolivia reclamó a los asambleístas un cambio constitucional profundo y evitar una reforma superficial.
En medio del fervor cívico por el 181 aniversario de fundación de la República, que se celebra el 6 de agosto, Morales recordó la importancia de las luchas sociales libradas por organizaciones sindicales e indígenas por la recuperación de los recursos naturales y la defensa de sus derechos, que precedieron a la realización del encuentro.
"La Asamblea debe tener todos los poderes, por encima de Evo Morales, del Congreso (legislativo) y del Poder Judicial. No hablamos de una simple reforma constitucional sino de refundar Bolivia", expresó el mandatario.
"Estoy dispuesto a subordinarme a la asamblea constitucional", dijo Morales para quien la misión de los representantes nacionales es recuperar los recursos naturales, la dignidad de los pueblos originarios y acabar con la humillación y exclusión de las que –dijo– fueron víctimas desde 1825, año de fundación de la República.
Morales entregó a los asambleístas la misión de "descolonizar" y eliminar el modelo económico de libre mercado en un ámbito de justicia, libertades y lucha contra la pobreza. Un 63,7 por ciento de la población boliviana es pobre y la deuda externa asciende a 4.800 millones de dólares.
Para el vicepresidente de la República y presidente del Congreso, Álvaro García Linera, este domingo comenzó en Bolivia "una revolución en la que los sectores mayoritarios reclaman su legítimo derecho de ser parte del poder político. Los marginados exigen el derecho a una redistribución de la riqueza", dijo.
García Linera calificó de venturosa la revolución por su carácter pacífico y democrático. "Los escondidos en el sótano durante 514 años –de colonización española– reclaman con votos, con palabras y liderazgo" y están dispuestos a resolver los conflictos de exclusión con ideas, propuestas y consenso, expresó.
Los retos trazados por el vicepresidente están orientados a la eliminación de la "desigualdad política de coexistencia del pueblo". Un rostro blanco y un rostro indígena tenían diferente valor y hoy debemos buscar que el valor para ambos sea el mismo, proclamó.
Además, demandó la creación de un país "inter" y "multinacional", con justicia para los pueblos en un modelo de convivencia comunitaria, de acuerdo a las formas de organización indígena, y alejado de toda corriente externa.
Reclamó un nuevo Estado capaz de industrializar sus riquezas naturales y acabar con el modelo de país exportador de materias primas, al que señaló como la causa de la pobreza.
García Linera defendió una posición contraria al "centralismo colonial" y apoyó un régimen amplio de "autonomía" y "autodeterminación" de las regiones, pero advirtió enérgicamente que "nadie puede descuartizar a Bolivia. Estaremos ahí para evitar su destrucción".
La Asamblea comenzó con un cambio que llama la atención de los analistas políticos. La preside Silvia Lazarte, una humilde mujer de vestimenta tradicional, 42 años, nacida en el valle de Cochabamba, centro del país, con una larga tradición en las luchas sindicales de los cultivadores de hoja de coca y ahora asentada en una parcela de tierra en el oriental departamento de Santa Cruz.
Su primer discurso es un testimonio de vida, similar al de muchas campesinas, desplazadas del poder y discriminadas. "Un día mi padre decidió que no fuera a la escuela porque era mujer y la mayor de mis hermanos varones, y por ello no tuve acceso a la educación", proclamó Lazarte.
En las estrechas calles y la plaza principal de Sucre, donde se halla edificada la Casa de la Libertad que vio el nacimiento de la República en agosto de 1825, una fiesta multicolor protagonizada por delegaciones de pueblos indígenas de los tres pisos ecológicos de Bolivia asombró a los asistentes por su originalidad y su riqueza cultural.
La memoria periodística no registra una manifestación étnica de estas características. Los cuerpos casi desnudos y adornados con collares y pequeños taparrabos de los indígenas de oriente, con los rostros de piel gruesa y morenos, con el pelo lacio y rebelde, pasaron frente a la histórica Casa de la Libertad desde cuyo balcón un mandatario, también indígena, saludo su paso firme y altivo.
Las abarcas de campesinos andinos en contraste con los pies descalzos de los habitantes de la Amazonia, transitaron sus imágenes de fortaleza y de lucha de cientos de años frente a los asambleístas, congresistas e invitados especiales, entre los cuales sólo se destacó la presencia del vicepresidente cubano Carlos Lage y la falta de otros, en especial mandatarios de la región, que desistieron de participar en el acontecimiento.
A pesar de su confirmación, no visitó Sucre el presidente venezolano Hugo Chávez, quien además es amigo personal de Morales.
Las flechas con puntas de piedra y plumas de colores, los arcos tensados con fibras vegetales, los machetes de trabajo en la selva y los penachos de plumas de aves silvestres, se combinaron en una alegre expresión con los sombreros y gorros de los habitantes de frígidas zonas andinas.
Las polleras de las mujeres, los pantalones de bayeta de la tierra de los hombres del norte del departamento empobrecido de Potosí, las chalinas multicolores y los carrillos llenos de hojas de coca desfilaron ante los ojos de periodistas extranjeros, cámaras de televisión y ciudadanos sucrenses que derramaron lágrimas por la concentración de hombres y mujeres de culturas, idiomas y costumbres diferentes.
Los cambios del protocolo fueron evidentes. Las Fuerzas Armadas, que habitualmente iniciaban el desfile del aniversario patrio, cedieron el espacio a los representantes de las naciones originarias que este domingo escribieron otra página histórica con su única arma de lucha, una marcha a pie. (FIN/2006)