Yo no creo, francamente, que sean un tollo las medidas de seguridad dispuestas por el presidente Leonel Fernández. Más bien, son necesarias y la población requería una respuesta de Estado al pánico generado por la delincuencia y la inseguridad. Ahora bien, pienso que deben ser escuchados algunos sectores (a la verdad, muy pocos), que han pegado el grito al cielo por la reducción en las ventas y la operación de sus negocios. Con algunos cotejos, el burro camina mejor.
Los propietarios de restaurantes, discotecas, centros de diversión y casinos, de la capital, Santiago y varias ciudades de la zona norte, han planteado que apoyan las medidas, pero aspiran a que se corran dos horas más al horario que pone límites a la venta de bebidas alcohólicas en sus establecimientos. Es decir, de 12:00 de la noche, hasta las 2:00 de la madrugada, de jueves a domingo, y hasta las 4:00 los otros días de la semana. Esa no es una petición desmesurada que las autoridades podrían considerar.
Los empresarios de restaurantes, la diversión y los juegos plantean que, por costumbre, los dominicanos salen tarde a disfrutar la noche y que sería imposible, con esos hábitos, ir al cine y luego acudir a un restaurante, en el que se tomaría al menos una hora y media disfrutar la cena. Suponga usted, si llega a las 10:00 de la noche, ¿tendrá que comerse la comida medio cruda o tragársela como pueda antes de que cierren el negocio?
La Asociación Nacional de Restaurantes planteó al Gobierno que el cierre obligatorio a las 12 de la noche reduce el tiempo real de servicios a unas dos horas y revelaron que las ventas han caído entre el 25 y el 40%.
Explicaron que cerrar un restaurante a las 12:00 de la noche obliga detener el servicio de cocina y de bebidas a las 10:00 de la noche, porque una cena consume alrededor de dos horas. Esto, dicen, les deja de 8:00 a 10:00, aproximadamente, una sola tanda hábil para servir y constituye un desestímulo para acudir a un restaurante. Además, después que sale el último cliente, hay que limpiar, fumigar y hacer una serie de labores internas”, puntualiza.
En tanto que los mismos negocios de Santiago y la región Norte consideran que el objetivo no puede ser establecer niveles de restricción que conviertan las ciudades en lugares fantasmas e impidan un funcionamiento racional que haga sostenible económicamente a los restaurantes y centros de diversión que operan de manera organizada y ofrecen un servicio a la sociedad.
El Comité Coordinador de Restaurantes y Centros de diversión sugirió fijar las 4:00 de la madrugada como horario único para las comunidades turísticas y no establecer límites para los resorts y los casinos de juego, por su impacto en el turismo. Y también otras medidas, como prohibir a partir de las 12:00 de la noche la venta de alcohol y la música en negocios abiertos de zonas residenciales, prohibir y penalizar la venta y el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública y en automóviles, excepto en autobuses dedicados a recorridos turísticos con licencia para eso, y amentar significativamente la multa a las personas (conductores y pasajeros) que sean sorprendidas consumiendo bebidas alcohólicas mientras transitan por calles y carreteras.
Y Manuel Céspedes, presidente de la Asociación Dominicana de Bartenders, entiende que es en el día y no en la noche donde se registra el 90% de los actos vandálicos que sufre la población en plazas, parques, avenidas y calles, parqueos de supermercado, por ejemplo.
Vamos al caso de la zona de Cabarete y Sosúa, donde persisten zonas de bonche, una implícita tolerancia, que es uno de los principales atractivos turísticos del lugar. Allí los extranjeros aparecen en la playa cerca de las 12:00 de la noche y amanecen entre música y tragos. Cómo le vamos a decir a esos extranjeros que se vayan a las 12:00. Los turistas no vienen con agenda, sólo pagan para disfrutar y esas son las divisas que sostienen nuestra economía.
Otro asunto que se ha planteado, pero según estoy informado se han tomado las correcciones, es la llegada abrupta de las patrullas policiales y militares en los centros turísticos y los negocios citados, para detener la operación y sacar a los clientes y turistas del lugar. No debe ser así, porque el decreto 308-06 excluye, sabiamente, los centros turísticos de los horarios establecidos.
Empero, sé de fuente segura que el secretario de Interior y Policía, Franklin Almeida, instruyó al director de POLITUR, coronel Alexis Peña, que haga las excepciones contempladas en la ley, lo que según se ha constatado se ha estado cumpliendo.
En resumen, pienso que las medidas son adecuadas, que el presidente Fernández se erigió en estadista y tomó el toro por los cuernos desde una visión amplia y también tengo que resaltar que en la población hay una percepción de que hay más seguridad, de que la delincuencia se ha reducido y de que se puede andar por las calles con menos temores. Lo único que haría falta es analizar las peticiones de esos negocios y poner los correctivos de lugar. Eso es democracia.