Columnistas

Plagios y Periplos de la música hispanoamericana

Los músicos clásicos, incluyendo los grandes maestros no sólo se plagian entre ellos, sino, que recurren con frecuencia a los aires y piezas conocidas de la música popular para levantar algunas de sus más importantes obras. Pudo pasar con Beethoven y Ravel, acusados y víctimas a la vez de la misma práctica. Se han dado caso de enfrentamiento a muerte entre músicos famosos, como ocurrió con Mozart y Antonio Salieri (1750-1825), tristemente recreado en la película de 1984 "Amadeus" de Milos Forman, inspirada en un poema del ruso Alexander Pushkin (1799-1837), que dio lugar a la ópera “Mozart y Salieri”, del compositor Nikolai Rimski-Kórsakov (1844-1908) que a su vez motivó al escritor británico Peter Shaffer (Londres, 1926) para concebir la obra de teatro “Amadeus”, en honor al segundo nombre del genio de Salzburgo". El éxito de la película homónima fue tal que obtuvo 8 premios Óscar. Salieri fue el gran rival de Mozart después que éste lo acusara de haberle plagiado “Las Bodas de Fígaro” e incluso, de intentar contra su vida. El plagio de Salieri habría comenzado cuando primero hizo fracasar el montaje de la obra para luego presentarla con otro título como suya. Alexander Wheelock Thayer cuenta que las sospechas de Mozart pudo originarse en un episodio ocurrido diez años antes, cuando vio cómo Salieri le quitaba el puesto de profesor de música de la princesa de Württemberg. El año siguiente, Mozart no consiguió ni siquiera el puesto de profesor de piano de la princesa. "Salieri y sus acólitos moverían cielo y tierra con tal de hacerlo caer", comentará el padre de Mozart, Leopold, refiriéndose al primer fracaso de su hijo muerto a los 35 años edad.
En esto de la rivalidad y el plagio, el toma y dame sigue a la hora del día y de las acusaciones y la condena no se salvó siquiera Charlie Chaplin (1889-1977), quien en 1931 tuvo que pagar una gran cantidad de dinero por el “supuesto plagio” a la partitura de “La Violetera” del maestro español José Padilla (1889-1960) para la película: “Luces de Ciudad” Tras escuchar el original ante testigos, del también creador del tango “El Taita del Arrabal” , y compararlo con el tema de su film, Chaplin fue honesto, admitió su infracción y se excusó diciendo que pensaba que la había inventado el…” silbando mientras se duchaba”. Bueno, pero como me dice Rebbeca Velásquez, quien me escribe desde México, Distrito Federal, plagio del “Bolero de Ravel” cometen cada día todos los que hacen el amor, señalando que la pieza del francés, cuyo estribillo se repite unas 200 veces es puro sexo, en ocasiones llevado al porno, como sucede en la película francesa “Mujer fatal” (2002) de Brian De Palma, interpretada por Rebecca Romijn-Stamos y Antonio Banderas. Allí se narra un robo bajo la percusión plagiaria del Bolero de Ravel con una melodía de Ryuichi Sakamoto (Tokio, Japón, 1952) que nos recuerda a Marlon Brando y el “Ultimo Tango en París”.

Y entre los casos escandalosos más recientes está el del gran compositor Luis Bacalov (San Martin, Argentina, 1933) condenado por una corte italiana, en diciembre de 2003, de haber copiado algunas notas del tema musical “Mis noches”, del artista de ese país Sergio Endrigo, para utilizarlas en la banda sonora de “Il Postino” y/o El Cartero, basado en la novela “Ardiente Paciencia” del escritor Antonio Skármeta (Chile, 1940) que recrea un capitulo de la vida en Italia de Pablo Neruda (1904-1973). Bacalov, quien ha hecho las bandas sonoras a más de cien películas italianas de las más conocidas en República Dominicana, sobre todo, vaquereadas, "spaghetti western" de los años sesenta, declaró ante la prensa que la sentencia era absurda, por lo que apelaría ante la Corte Suprema. “La sentencia dice que copié cuatro medidas de una canción de Endrigo. La partitura completa de "Il Postino" tiene cerca de mil, es como decir que he robado una pulga en un gallinero industrial", alegaba Bacalov, agregando que en la historia de la música hay numerosos precedentes de las cuatro medidas consideradas plagiadas. "En una obra de Wagner, las notas del inicio son idénticas a las de la composición de Endrigo, por lo tanto, si yo he copiado a Endrigo, Endrigo a su vez ha copiado a Wagner". Bacalov recordaba que había escrito numerosas canciones de éxito de Endrigo, "pero no estoy aquí para hablar mal de él", y expresaba que creía en la buena fe de los jueces, pero no así en sus asesores técnicos. Junto a Enno Morricone (Italia, 1928) Bacalov ha compuesto la música de películas de diversos directores de cine, entre ellos Federico Fellini. (1920-1993) y Sergio Leone (1929 -1989). Morricone famoso por la música de los llamados "spaghetti western" de los años sesenta, del director El compositor argentino, que reside desde hace más de treinta años en Italia, había sido absuelto en 2001 en el primer juicio celebrado, tras haber presentado las estimaciones de importantes músicos. Pero la Corte de Apelación, que consultó nuevos peritos, sostuvo luego que no sólo copió las notas sino que Endrigo deberá ser indemnizado. Los abogados del cantante, quien en los últimos años no ha lanzado nuevos discos, reclaman 5 millones de euros.

Pero el asunto se da indistintamente ya que de un aria del tiple del segundo acto de la “Carmen de Bizet”, obra francesa pero de tema flamenco-español inspirada en un relato del novelista del siglo XIX, Próspero Marimée (1803-1870), surgió, 1892 en Cuba, la habanera “Tú”, de Eduardo Sánchez de Fuentes. De la “Rapsodia Segunda” del húngaro Franz Listz ( 1811-1886) y de la “Sinfonía Patética” del ruso Piotr Illich Chaikovsky (1840-1893) salieron danzones del siglo pasado. Ortiz, el gran musicólogo cubano revela, que de la “Aida” del italiano Gizseppe Verdi (1813-1901) basado en el drama homónimo del francés Auguste Édouard Mariette Bey (1801-1890), se hizo una rumba; y de la “Marcha de los Esponsales” del alemán (Jacob Ludwig Félix) Mendelssonhn Bartholdy (1809-1847) famoso por sus oberturas y su música de cámara, se creó una conga. Originalmente, la Conga es un género carnavalesco de la música cubana que surge a partir del tambor del mismo nombre hoy muy utilizado en la Salsa. Se hizo célebre a nivel internacional a partir del tema “Uno, dos y Tres”, de Rafael Ortiz (1908-1994) utilizado a su antojo por el músico español Xavier Cugat.
Fernando Ortiz afirma que el maestro Gaspar Agüero (1873-1951) recogió algunos ejemplares típicos de “coincidencias tonales” entre motivos populares cubanos y otros de eminentísima música, y citó “el motivo” de un punto cubano en la primera frase del minueto “Opera 14” (Patética) de Ignacy Padereswski (1860-1941). De un célebre “Minueto” en sol (melodía polifónica) de J Bach el mismo que dicen plagió a Lutero, se hizo una canción en México, que en la voz de Yuri, bailaron hasta en Jalisco. Y de una “marcha militar” creada por Federico II El Grande de Prusia (1712-1786) para su gran ejército, se creó en la misma nación azteca, el exitazo “Soldado del Amor”, del que el gordito Manuel Mijares, esposo de Lucero, hizo fama y fortuna. Federico El Grande de Prusia no sólo fue un bárbaro como gobernante, que intervino en la Guerra de Sucesión de Austria, se alió a Inglaterra en la Guerra de los Siete Años para sobrevivir en el poder, participó en la primera repartición de Polonia y creó el mejor cuerpo militar europeo del siglo XVIII, sino que fue, por otro lado, un gran músico, celebrado flautista y amante de las letras, que se destacó con sus propias obras como el “Antimaquiavelo”, dentro del despotismo ilustrado que con vanidad patrocinó, por donde desfilaron los eruditos del viejo continente, de su tiempo. Fue considerado Gran Maestre y Protector universal de la Masonería. Por otro lado, tenemos que en el tema “Conteo Final”, del grupo rockero Europe, que todo el mundo puede copiar por Internet, la delicia musical que se oye atropellada por la instrumentación avasallante, es algo así como un “Aire para Corno” del inglés , Henry Purcell (1659-1695). Purcell creó una inmensidad de obras sinfónicas y dramáticas, entre ellas “Dido y Eneas”, “La Reyna de las Hadas” y “El Rey Arturo”. Usted se encuentra, tal y como ocurre en el campo de la publicidad que es donde más se roban y se desdoblan letras y melodías, que el jingle “Llévate mi aliento” (Take my breath Hawai), es la mismísima melodía del compositor director de orquesta austriaco-judío Gustav Muhler, que posiblemente nunca se enteró del hurto porque murió en 1911 a los 51 años de edad. Como todo judío de la primera mitad del siglo XX, Muhler, era un creador profundo, que llegó a dirigir la Opera de Viena, la llamada capital musical del mundo y compuso obras como “Diez sinfonías”, “La Canción de la tierra” y “Canciones de los niños muertos”. Igual hubiese ocurrido también -de no haber sido por el alerta de los especialistas- con el tema “Angel de amor, demonio de hombre”, interpretado por la diva Bárbara Mandrel, “ídolo de la música country norteamericana”. Ese tema, convertido en un fenómeno de popularidad comercial resultó ser una apropiación musical perteneciente al también estadounidense Stephen Foster, (1826-1864), Stephen Foster surgió del “Minstrel Show” (artistas blancos que como los bufos cubanos se encarbonaban el rostro para cantar como negros) y está considerado el primer gran escritor de canciones de Estados Unidos, tras su gran éxito baquero: “Oh Susana”, de las que se dan varias versiones. Las canciones de Foster andan hoy de boca en boca como propiedad de todo el mundo y no hace mucho, justo en abril de 2004, Bob Dylan dijo de él que “cualquiera que quiera ser un songwriter tiene que copiar a Foster, aunque se le acuse de lo indebido. Yo lo hice y me dio resultado”. Aunque murió hace 140 años con tan sólo 37 años y unos céntimos en el bolsillo, el legado de Foster permanece en cientos de canciones de diferentes artistas Country entre ellos, Alison Krauss, John Prine, Beth Nielsen Chapman, Michelle Shocked, Grey De Lisle, Mavis Staples, Roger McGuinn y Ron Sexmith.

El tema “Touch and go”, del grupo de rock progresivo Emerson Lake y Palmer, fue levantado, musicalmente hablando, sobre una marcha marcial del compositor isabelino Thomas Tallys. Y da pena que estos tres genios del llamado “techno rock”, que irrumpieron con fuerza avasalladora tras su exitoso debut en el Festival de la isla de Wight en 1971, se hayan dedicado al fusilamiento y el plagio, cuando tienen talento de sobra para volver tras sus pasos con producciones de tanta calidad como “Tarkus y Pictures at an exhibition”. Hay un tema triste que recoge la caída de la monarquía de Hawai a finales del siglo XIX. El tema se titula “Nostalgia de atardecer”, y es atribuido a la última monárquica de ese archipiélago de la Polinesia, que según la leyenda, además de indígena hermosa, era una excelente instrumentista. Resulta que alguien se aprovechó de la dormida memoria histórica de los hawaianos, debido a que esa isla fue convertida desde 1959, en el Estado No. 50 de la Unión Americana, para tomar toda la riqueza melódica del tema y con nuevas letras y a ritmo de ranchera, ponerle “Linda Paloma”. El tema anda de boca en boca, con una función desnaturalizada, después que en la voz del comprometido Jackson Browne, la convirtiera en un hit comercial. Temas aún más populares como los pregones “Merengue y Yema”, “Boniatillo y Crema” y “Pastelillos de a Dos”, inspirados en un célebre moreno vendedor de dulces (al estilo “El cuabero”, de Johnny Ventura y “El Carbonero” de Freddy Beras Goico, cantado por el mismo Johnny) comportaban frases tonales de la plegaria “Pietá Signore” del italiano Alejandro Stradella (1644-1682), que compuso además, sinfonías, cantatas, operas y oratorios que figuraron en su gran obra “Susana", terminada un año antes de su muerte en Génova.

Este fenómeno, de tomar y dejar, se da en variados sentidos, como lo afirma Juan García Garófalo en su ensayo sobre “Los Orígenes del son “Mamá Inés” en Cuba. Según este autor el celebradísimo “Peanut Vendor”, lo afirman rotundamente, no es sino, el célebre tema cubano “El Manicero”, de Moisés Simons, nota por nota! Por Anglo América y Europa donde todavía se baila y se goza, le llaman "The Peanut Vendor", que es la versión que en 1947, grabaron Frank Raùl Grillo ( Machito, 1928-1984) y el renovador del swing, Stan Kenton (1911-1979). Pero “El Manisero”, considerado el primer gran éxito de música cubana en Estados Unidos, fue considerado una vez un plagio del “Bolero de Ravel” y en verdad pudo ser a la inversa porque el tema apareció cuatro años antes en la Cuba. “El Manisero” fue de hecho un tema del que se hicieron polémicas versiones en Angloamérica, como la de Don Modesto Aspiazu ( 1893-1943), con Antonio Machín (1904-1977) imponente, pero con un deslucido pregón en el escenario. García Garàfalo señala que “de parecida manera y por igual época que “El Manisero” , circuló en Cuba y el resto de América, la popular canción afrocubana “Mamá Inés”, que provocó un litigio acerca de su propiedad intelectual, declarándose por los tribunales que esa canción es anónima y ya fue cantada en una comparsa carnavalesca de la gente de color en Villa Clara, por el año 1868, y de nuevo difundida en este siglo XX cuando los popularísimos maestros Ernesto Lecuona (1895-1963) y Eliseo Grenet (1893-1950), la incluyeron en su zarzuela “Nina Rita”. Lo mismo ocurriría con otras canciones cubanas de las más folklóricas y famosas como la habanera “Tù” y “La Bayamesa” de la que abundan las versiones. A. M. Catalá, también autor cubano, afirma en “Del Lejano Ayer”, que la famosa “Chambelona”, de los políticos liberales de 1908, ya era vieja cuando ellos la popularizaron en base readaptaciones que modificaron sus letras y su música y con un nuevo título que rezaba: La lucha está en redondilla. Hasta una orquesta formaron los liberales, como “La Chambelona” y los conservadores respondieron con la suya con el nombre de “La Conga”. Otra canción cubana del siglo pasado, “La Cañandonga”, conocida desde 1850 en Madrid, también fue fusilada en los anos 20s, como bien lo atestigua el cronista español Emilio Gutiérrez Gamero (1844 -1936), quien la describe como una canción pausada que se creó en Cuba con ritmo de Habanera, pero muy original por las graciosas posturas que toma la pareja, sin movimientos lascivos y con letras que dicen: /Mamita quiero comer de esa fruta tan sabrosa / quiero manzana de rosa, caimitos, melocotones / y también quiero marañones con cañandonga. Algo igual ocurrió con “Guantanamera” atribuida a unos diez autores cubanos, incluyendo al apóstol Martì, cuyos versos sencillos figuran entre las muchas y variadas letras del tema, que como “Eco del Cibao”, a propósito del merengue “Compadre Pedro Juan”, es melodía anónima. Como autores de La “Guantanamera” aparecen también Juan Pablo Santana, Héctor Angulo, Herminio ‘Diablo’ Wilson, Julián Orbòn, Ramón Espígul (cómico del teatro bufo), a Joseito Fernández (que fue quien la sacó de Cuba) y nada más que Peter Seeger que la grabó y la dio a conocer por el mundo como creación suya, por lo que en 1963, Orbòn, entabló un pleito judicial ganado a medias, acusando al legendario exponente del folk estadounidense de haberle robado el tema. También las hijas de Joseíto llegaron a reclamar los derechos de autor, argumentando que el 30 de septiembre de 1985 la Sociedad General de Autores de España) reconoció el traspaso de los derechos de la “Guantanamera” a los herederos universales de su padre.

Casi un siglo después de haber sido compuesta por Louis Moreau Gottschalk (1829-1869), la obra “Cubana”, levantada sobre temas folklóricos, “volvía a hacer furor por el mundo como música realmente típica de Cuba, pero esta vez por plagio, ocultándose el nombre de su verdadero autor y disfrazada con el título de “El Pregón del Manisero” La afirmación la hace Alain Locke en su libro “El Negro y su Música”, quien expresa que esa situación demuestra que las “ repopularizaciones” o “readaptaciones” son cada vez más frecuentes y moralmente reprochables, y agrega que músicas que ya murieron son “reencarnadas” y oídas de nuevo al transcurrir los años, “transvaloradas” en el tiempo con finalidades distintas sobre todo con objetivo doloso. Si Locke, autor también de Pie New Negro (1925), viviera en este tiempo, posiblemente se callara del susto, ya que los plagios encubiertos y camuflados andan a patadas. Nada más hay que ponerse a escuchar música y confrontar melodías, para comprobar cómo esa tendencia llega al límite del descaro Y vamos a poner algunos ejemplos. Hace poco se puso de moda, un supuesto vallenato colombiano, titulado “El santo cachón”, compuesto por un tal Rumualdo Brito para los Embadores del vallenato, y resulta que la melodía de ese tema no es otra cosa que el viejo corrido mexicano interpretado también como ranchera por Vicente Fernández, “La ley del monte”, de la autoría de José Alfredo Jiménez (1926-1973) compositor además de temas tan populares como “No me amenaces”, “Si nos dejan”, “Con la rienda suelta” y “Lo que se fue”. Luego usted cree estar escuchando un fusilamiento a ritmo de bachata del primer tema y resulta que no es así, sino que se trata de una de las últimas composiciones del bachatero Luis Vargas, de cuyo título no quisiera acordarme no vaya a ser que ese triángulo plagiario me plagie el ánimo de seguir escribiendo. Sobre Gottschalk, hay que decir que fue el genio musical de Nueva Orleans de origen francés que anduvo por toda América Latina, investigando el folklore de la zona y dando recitales, hasta que una fiebre amarilla lo sorprendió en el Brasil en diciembre de 1869, y le sacó su ultimo aliento, cuando apenas habían pasado dos semanas de su gran concierto “Monstruo”, con música folklórica carioca, en el que participaron ochenta tambores e igual número de ejecutantes. Desde los años 30s casi todos los temas cubanos se vendían como rumbas en Estados Unidos y en verdad eran otra cosa, como sucedió con “Siboney” también de Lecuona, que comenzó su vida como un danzón y terminó hibridizado con una proyección diluida en su verticalidad tonal, cuasi lírica y sinfónica. Y “Mamá Inés”, que era un tango-conga (aunque, terminó siendo llamada “la más famosa de todas las rumbas” y el equivalente cubano de un número de alta temperatura. Un caso interesante y al que se le buscó una salida salomónica fue el que enfrentó a Lecuona con el mexicano Luis Alcaraz (1910-1963) (famoso también por temas como” Prisionero del mar”, “Sombra verde” y “Por ella”), El conflicto vino por “Sortilegio”, que se le atribuye a Alcaraz, tema que luego se comprobó era un plagio de otro que Lecuona había registrado con el nombre “Siempre en mi corazón”, justo en los Estados Unidos. La canción tuvo tanto éxito en Norteamérica que más tarde se produjo una película bajo el nombre de “Always In My Heart”, que protagonizó Gregory Peck (1916-2003) quien seleccionó personalmente el tema. La disputa no llegó a los tribunales por la intervención de amigos recíprocos, incluyendo al mismo Peck. La resolución amistosa de esa disputa fue la siguiente: todo el dinero que “Sortilegio / Siempre en mi corazón / Always In My Heart” produjera en Ibero América, quedaría en manos de Alcaraz, mientras que lo recaudado en el resto del mundo sería propiedad de Lecuona.”. Lecuona acusó, igualmente, al puertorriqueño Pedro Flores, (1897-1967) de haber utilizado una creación suya titulada “La comparsa” para el célebre tema “Perdón”, de grata recordación en República Dominicana como la mayoría de canciones del boricua, entre las que figuran también “Esperanza alguna” “Bajo un Palmar” “Amor”, “Margie”, “Querube”, Obsesión, y “Linda”.

Aquel enfrentamiento entre Flores y Lecuona, con el cruce de cartas y amenazas de demandas judiciales, se pareció mucho al que sostuvieron 25 años después la dominicana Leonor Porcella de Brea y su colega español Manuel Alejandro, por dos temas, sino, iguales, muy parecidos en sus melodías, como son “Ven y Abrázame”, que canta Omar Franco y “María” en la voz del venezolano José Luis Rodríguez. Lo mismo ocurre con los temas “Para quererte” de Manuel Tejada y José Antonio Rodríguez, con el que Maridalia Hernández ganó el Festival Internacional de la Canción de Villa del Mar, Chile, en 1986, y “Como el primer día”, Alberto Cortez, con la atenuante para los dominicanos que cuando al argentino (con frecuencia de visita por Santo Domingo), se le ha referido el asunto se ríe y comienza a entonar su canción que dice: /Te sigo queriendo como el primer día/ con esta alegría con que voy viviendo/ más que en el relevo, de las cosas idas/ en la expectativa de los logros nuevos./ Como el primer día, de un sentir primero/ como el alfarero de mis fantasías,/ con la algarabía de un tamborilero/ y el gemir austero de una letanía,/ como el primer día te sigo queriendo./ Te sigo queriendo valga la osadía/ con la garantía de mis pobres sueños,/ es decir empeños, porque todavía/ vive el alma mía de seguir creyendo./ Como el primer día, como el primer beso/ y el primer exceso de melancolía,/ como la folia del primer intento/ como el argumento, de una profecía/ como el primer día, te sigo queriendo./ Te sigo queriendo, si no lo diría/ sé que no podría con mis sentimientos,/ lo que llevo adentro se convertiría/ en una jauría de remordimientos./ Como el primer día, eres el velero/ la estrella, y el viento de mi travesía,/ mi filosofía, mi apasionamiento,/ mi mejor acento, mi soberanía/como el primer día te sigo queriendo./

Ya habrá tiempo para seguir con los casos dominicanos que son muchos…y

German Santiago

Periodista, poeta y escritor.

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