El presidente Leonel Fernández tendrá manos libres para gobernar durante los próximos dos años, tras unas elecciones que le han otorgado el control del Congreso.
La victoria amplía su margen de maniobra en todos los campos y esta más obligado que nunca a gestionar con responsabilidad este inmenso poder que ha puesto en sus manos la inmensa mayoría del pueblo, que esta vez ha acudido en mayor número a las urnas.
Sin infravalorar el peso específico de cada candidato local, este pasado 16 de mayo fue un éxito personal de Fernández. Sabía que estaba en juego no sólo el resto de su presidencia, sino las posibilidades de ganar un tercer mandato en el 2008.
Enterradas quedan las dudas sobre la potencialidad del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en el nivel congresional y municipal. La fotografía electoral muestra un país de mayoría peledeísta.
Fernández podrá aplicar sin obstáculos un programa de política interna ante el que caben serios recelos, como una nueva reforma fiscal, que se dice, contempla la Carta de Intención del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Tendrá ahora más libertad para aplicar sus concepciones sobre el Estado, aunque no es un mandato para sustituir el marco jurídico nacional y la Constitución, en la práctica es una carta blanca que le ha dado un electorado atemorizado por las angustias que genera una situación difícil ante el aumento de los precios del petrolero, a un ejecutivo que se autoproclama que sabe manejar la economía.
Se trata, sin duda ninguna, de un espaldarazo popular, una especie de cheque en blanco que fortalece el liderazgo de un presidente que puso en juego su capital político en los comicios.
La clave del éxito es bien conocida: el clima social que se respira tras la crisis económica del año 2003.
En estas circunstancias, Leonel incluye conscientemente este tema en esta campaña y la mayoría han hecho piña en torno al Presidente, que se desenvolvió de forma astuta.
Evidentemente, la oposición representada en la Gran Alianza Nacional (PRD-PRSC) no afinó su contraataque. Y desde luego no adivinó que los ejes de la política seguían girando sobre esto.
Fernández ha sentado las bases para su reelección en el 2008, pero el terreno es pantanoso y está lleno de trampas. Una mala gestión en estos dos últimos años que perturbe el modelo económico pueden privarle de la renovación del mandato.
Hay problemas como el de la delincuencia y criminalidad que han desbordado al Gobierno, y este debe entender que en el instinto reflejo de los ciudadanos prima la seguridad por encima de cualquier otro debate de más profundidad filosófica. Y así, la lucha contra la delincuencia y la criminalidad se erigen en problemas de índole nacional que hay que enfrentarlos con decisión y eficiencia.
Ahora, Leonel es más líder y está más acreditado. Pero está por ver si está a la altura para salir airoso de las difíciles circunstancias que dominan su Presidencia.
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