AL LEVANTAR los cadáveres de muertes legales ocurren muchas cosas y se llevan a cabo muchas diligencias medicolegal, no deben, por lo tanto, ocurrir actos apresurados ni muchos menos perniciosos para la investigación forense. Los fiscales, los peritos y los peritos médicos tienen que tener la completa conciencia del valor judicial que eso significa para la sociedad y cualquier inconducta puede dañar el caso, y puede poner en peligro la vida de los demás miembros del equipo forense, inclusive los técnicos auxiliares. Las circunstancias de estas diligencias son las que explican el conocimiento forense del estudio del cadáver.
Esta investigación singular del lugar del fallecimiento tiene por fundamento la identificación del cadáver, sea que esté completo o sea que esté despedazado, incluso en estado de descomposición; no puede esta operación medicolegal ser afectada por agentes policiales que han incurrido en el error de sustraer dinero, objetos de valor encontrados en la escena y hasta se marcharse antes de que los peritos terminen de la inspección póstuma que se encuentran realizando con el cadáver.
Por definición, un diagnóstico de la escena de la muerte (levantamiento para el reconocimiento) requiere una investigación exhaustiva del ambiente en que ocurrió el fallecimiento, una autopsia completa, y una historia clínica. El nombre científico equivalente de levantar cadáveres es “investigación de la escena de la muerte”, porque una escena es todo aquello que adorna un lugar y porque toda escena orienta, aun cuando ha pasado el hecho, a los investigadores.
El levantamiento es también la primera etapa del estudio forense del cadáver y, en término de investigación judicial, es la más importante fase para que la Policía pueda descubrir quién pudo haber cometido los hechos.
Este diagnóstico medicolegal que ahora vamos a explicar como proceso, involucra a un equipo concreto, ya que lo que importa no es solo la recolección de información, de pruebas forenses, y de entrevistas con los testigos y/o sospechosos, con médicos y fiscales se establecen la posible causa de la muerte, sino las circunstancias en la forma en que se hacen las diligencias con el cadáver, así como la ética del equipo forense. La parte del proceso que nos preocupa tiene relación directa con el policía de homicidio que acompaña a los médicos forenses, a quienes les hace falta un mejor conocimiento de lo que debe saberse y de lo que debe hacerse en la escena del suceso.
En la mayoría de los casos, la investigación de la muerte es llevada a cabo por un médico legista de un distrito judicial, que recoge la información en el lugar del fallecimiento y la historia del caso y entrega esta información al forense (quien tiene una certificación profesional o acreditación en patología forense del INPF). Para que haya una mejor integración los médicos forenses se recomienda no abandonar el lugar de los hechos si antes no firma una copia del Acta de Levantamiento del Cadáver, pero lo que realmente se necesita es poner en reglas a los agentes que no se identifican con los objetivos medicolegales e incurren en esos desvaríos del oficio al momento del actuar en la escena. Creo que hace falta una mayor conciencia de su trabajo, un entrenamiento sobre escena de crimen, y una selección apropiada.
El fiscal es el único director de la escena del crimen; él supervisa la autopsia, si así lo desea, junto con la investigación de la escena de la muerte. La función policial, que es una fase de inicio del caso, de protección del lugar, tiene una gran responsabilidad, al grado que se le puede aplicar el axioma que dice: “los primeros 5 minutos o cuando no las primeras 24 horas son decisivas para resolver el caso” (sic). Pero esto puede hacerse con la actitud dominante aprovecharse de los valores del occiso que carga consigo los objetos del perjudicado del delito, antes de que dichos objetos puedan ser utilizados en la averiguación del crimen.
La sagrada misión de la escena del crimen es reconstruir la verdad judicial de los hechos, pero mientras eso cobra cuerpo en la investigación forense, es imprescindible el aceptar que es con la ayuda de los policías que los peritos pueden reconstruir la escena del crimen, llamada la reina de las pruebas.