La segunda mitad del llamado período constitucional de cuatro años resultó ser una especie de "fucú" (maleficio) para el primer gobierno de Leonel Fernández, y también para el de Hipólito Mejía.
Ahora las cosas van por igual camino, por la bajadita enjabonada, ¡hacia abajo!
Los recientes escándalos de corrupción y la manera irresponsable como el doctor Fernández Reina abordó su impacto negativo en la víspera de su segundo cumpleaños, son, entre otros, motivos claros del proceso de erosión de popularidad que lo afecta.
Su firma apareció en el nuevo y leonino contrato de la Isla Artificial y Don Leonel se ha hecho el chivo loco o caprino demente.
Igual ha guardado silencio respecto al escandaloso préstamo de 132 millones de dólares para la Policía Nacional, y frente al montaje de la empresa privada llamada a tragarse a Bienes Nacionales. Como aconteció cuando el intento de estafa al Estado con el proyecto de Portal Electrónico inspirado por él y ejecutado por su"asesor informático".
Tanto la militarización nocturna, las restricciones a los centros de diversión nocturna y a la ingestión de licores, los atropellos a la ciudadanía so-pretexto de un torpe y ineficaz lucha contra la delincuencia, como la inauguración de la "Gran Feria Camino a la Modernidad" en la Feria Ganadera, ser útiles para prologar la decadencia que se esconde detrás una gran publicidad de éxitos y crecimientos.
La corrupción campea y los ingresos cada vez alcanzan menos para vivir dignamente.
El empobrecimiento crece mucho más que el altamente publicitado crecimiento del PBI, lo que carga de mayores culpas a Leonel y demás responsables de esos resultados.
Y es lógico que así sea: porque quien empobrece creciendo es peor que quien empobrece decreciendo.
Una cosa es que se hable de un auge económico espectacular y otra que la gente lo reciba y perciba como tal.
Y la verdad es que mientras el doctor Fernández y sus funcionarios viven en el espacio virtual, el pueblo sufre cada vez más de privaciones esenciales.
Según la encuesta Gallup-Hoy, el 62 por ciento de los encuestados entienden que ahora "las cosas van por mal camino", que las condiciones económicas son malas y muy malas. Casi un 20 por ciento más de los que así pensaban en abril.
Solo el 12% considera que la situación es positiva.
¿Cómo compaginar esto con las eufóricas declaraciones del gobernador del Banco Central en días pasados?
Pero eso no es todo. Otra información revela que el 80% de los niños entre cinco y diez años son portadores de la bacteria que provoca úlceras gástricas, por falta de higiene.
La muerte lenta de un parte de la sociedad y de nuestra naturaleza, junto al asesinato moral que este gobierno ejecuta contra esta nación y este pueblo, no pueden menos que hacerlo bajar de una espuma publicitaria capaz de durar algo menos de dos años.
Y faltan todavía los efectos destructivos y empobrecedores del TLC y de las nuevas contrarreformas que se discuten en los círculos oficiales.
El descontento crece entre los civiles y entre los militares.
La militarización habrá de agravar ambos procesos, más si se tiene en cuenta que los guardias cenan mal a las 4:30 p.m. para patrullar toda la noche con un sueldo de miseria.
Los jefes policiales se enriquecen con el crecimiento de la delincuencia y boronean, o permiten que una parte de los de abajo se la busquen como sea; mientras nadie le entra a la delincuencia de alto vuelo.
Lo que viene es serio y nada ni nadie esta en capacidad de contener el desgaste gubernamental. No está en la naturaleza de esta Administración corregir el rumbo, sino que atada al propósito reeleccionista va hacia el precipicio.
¿Fucú?
Fucú auto-recetado.
Su única ventaja es que los contrincantes dentro del sistema son de la misma calaña y se destartalaron con anticipación.
Por eso urge crear lo nuevo, unir lo mejor, abrir un proceso de constitución de una fuerza que rompa definitivamente con lo tradicional, con el conservadurismo de derecha y de izquierda, con el círculo vicioso.
A lo MRB-2000, a lo movimiento bolivariano, a lo zapatista, a lo mexicano, a lo Chávez, a lo boliviano, a lo indígena rebelde, a lo caamañista…