La religiosidad genera actitudes de satisfacción vital, explica el profesor Andrew N. Chisthoper en esta entrevista exclusiva. Chisthoper es uno de los investigadores de un reciente estudio sobre la relación entre las dudas religiosas, la religiosidad, la necesidad de conocer y la satisfacción vital.
El estudio demostró que la religiosidad aumenta la satisfacción vital, pero que si va acompañada de dudas religiosas se convierte en una fuente de insatisfacción.
Chisthoper considera también que las creencias religiosas perdudarán en un mundo tan convulso como el actual: tras el 11 de septiembre, fue increíble la cantidad de nuevos adeptos que comenzaron a acudir a misa, si bien después de seis meses, empezaron a abandonar sus nuevas actitudes religiosas. Pero volverán a ellas porque la gente se aferrará aún más a sus propias creencias cuando sienta que están amenazadas.
Andrew N. Christopher, del Departamento de Psicología del Albion College, es uno de los investigadores de un estudio sobre la relación entre las dudas religiosas, la religiosidad, la necesidad de conocer y la satisfacción vital. El estudio demostró que la religiosidad aumenta la satisfacción vital, pero que si va acompañada de dudas religiosas se convierte en una fuente de insatisfacción. Christopher explica en esta entrevista que la importancia de la religión radica en que otorga sentido a las vidas, aunque esta capacidad no es exclusiva de las creencias religiosas.
Según Andrew N. Chisthoper, el ser humano debe encontrar un “basamento” que nos haga sentir que todas nuestras acciones tienen un propósito para asegurar su bienestar psicológico, afirma. Christopher, asimismo, ha advertido del peligro del radicalismo religioso para el mundo, que podría convertir a las religiones en un “disfraz cobarde” que ampare acciones atroces.
Dentro del marco de su investigación, ustedes hicieron una encuesta a casi 200 americanos que profesaban la fe cristiana con el fin de obtener información acerca de la relación entre religiosidad y satisfacción en la vida, así como acerca del vínculo que pudiera existir entre las dudas religiosas y el grado de satisfacción vital de esas personas. ¿A qué tipo de conclusiones llegaron a partir de las respuestas de los participantes?
Descubrimos que la gente que es religiosa tiende a tener niveles más altos de satisfacción vital. Sin embargo, este hallazgo debe matizarse a raíz de otras consideraciones, derivadas de la encuesta: se descubrió también que la gente que es religiosa pero disfruta pensando, es decir, siente mucha necesidad de conocer y duda acerca de su propia fe, experimenta niveles particularmente bajos de satisfacción vital. De esta circunstancia dedujimos que, si la religión es importante para una persona, pero ésta piensa demasiado sobre ella y duda de su veracidad, su satisfacción vital global tiende a ser bastante baja.
¿Qué diferencias podríamos señalar entre la presente investigación y estudios anteriores realizados sobre este mismo tema?
Nuestro primer estudio, que relaciona el hecho de ser una persona religiosa con altos niveles de bienestar, en realidad reproduce investigaciones anteriores. Sin embargo, matiza dichas investigaciones, gracias a los descubrimientos acerca de las dudas religiosas y la necesidad de conocer. Esto hace que sea novedoso.
¿Puede el ser humano mantener un alto nivel de satisfacción vital sin creencias religiosas? ¿Cómo contribuyen éstas al mantenimiento de la serenidad personal?
Sí, cualquier persona puede mantener un buen nivel de satisfacción vital sin tener que ser creyente o religioso. En la medida en que el individuo tiene un “basamento” en el que apoyarse en su existencia cotidiana, podrá disfrutar de un nivel de satisfacción vital medianamente alto. Las creencias religiosas pueden ser o no el punto de partida para la formación de dicho “basamento”. Otras fuentes posibles son los amigos, la familia, la implicación en la comunidad o el trabajo de voluntariado. En la medida en que la persona ve en estos elementos un propósito (es decir, no duda de su valor) que le incita a la acción, su salud psicológica se potencia (exceptuando los problemas genéticos).
¿Piensa usted que el mundo secular ha creado sustitutos para las creencias religiosas, sustitutos tal vez más tangibles o utilitarios, con los que tratamos de cubrir nuestras necesidades de darle sentido a la vida y de bienestar?
Bien, como he mencionado anteriormente, los amigos, la familia, la implicación en una comunidad o el trabajo de voluntariado pueden ser todos sustitutos de las creencias religiosas. La clave, creo, es que necesitamos verle un sentido a todo aquello que hacemos. Cuando perdemos de vista dicho propósito, al igual que ha sucedido en el grupo de cristianos que analizamos, nuestro bienestar tiende a decaer. En esta situación, o bien debemos encontrar nuevos cometidos que para nosotros tengan sentido o recuperar dicho sentido en lo que hacemos… Creo (aunque no poseo evidencias que apoyen mi propia opinión) que ésa es la razón por la que un gran número de personas se desgasta… cuando son más jóvenes, sienten que su trabajo, sus acciones, están llenos de sentido. Pasado un tiempo, sin embargo, uno empieza a darse cuenta de las limitaciones de lo que puede hacer o del peso de las tareas que realiza, y esa toma de conciencia en ocasiones implica un coste psicológico.
¿Los resultados de la investigación han demostrado alguna diferencia entre los géneros masculino y femenino en lo que se refiere a la percepción de la necesidad de las creencias religiosas?
Sí. Como en anteriores investigaciones, las mujeres muestran un nivel más alto de religiosidad, mientras los hombres tienen un nivel más alto de dudas religiosas.
En términos generales, ¿podría explicar las razones por las que, a su modo de ver, la gente necesita “creer”? ¿Qué tipo de beneficios se obtienen de la práctica religiosa y de la fe?
Como seres humanos, rechazamos la idea de nuestra propia muerte (para quien tenga interés, la Teoría de la Gestión del Terror podría resultar muy interesante. Varios investigadores han realizado curiosos experimentos sobre este tema). Las creencias religiosas pueden aportarnos algo de consuelo contra nuestra inevitable y laica desaparición. Sin embargo, la religión no es exclusivamente utilitaria. Algunas personas (pero realmente no todas, como cualquiera puede apreciar en Oriente Medio, donde los conflictos políticos entre Israel y las naciones islámicas llevan el cobarde disfraz del “llamamiento religioso"), incorporan sus creencias religiosas a sus vidas y acciones cotidianas. Para ellos, la religión es una manera de vivir sus vidas. Todas las religiones promueven la honestidad, la aceptación, la paz y otras cualidades que, si todos los humanos realmente ostentaran, harían del mundo un sitio mucho mejor para vivir.
Partiendo de los resultados de su estudio, ¿qué aplicaciones prácticas podrían sernos útiles para percibir nuestras vidas como más felices o más satisfactorias?
En resumidas cuentas, encontrar sentido a todo aquello que hacemos. Si nuestras actividades diarias nos parecen carentes de un propósito, es que ha llegado el momento de buscar nuevas tareas o de repensar por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo. El libro de Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido” es altamente recomendable.
Según se deriva de la encuesta realizada, ¿cuál diría usted que puede ser el futuro de las creencias religiosas? ¿Las necesitaremos eternamente?
No estoy seguro de que los resultados de la encuesta puedan verter mucha luz acerca del futuro de las creencias religiosas. Creo que no desaparecerán. En mi opinión, sí las necesitaremos para siempre, voy a explicar por qué. En primer lugar, los humanos jamás podremos dejar de saber que, al final, lo que nos espera es la muerte. Como han demostrado claramente los experimentos acerca de la Gestión del Terror, esta certeza afecta extraordinariamente el comportamiento humano.
En segundo lugar, si alguna vez estalla la Tercera Guerra Mundial (que quizá esté ya en vías de producirse en Oriente Medio), ésta será resultado de conflictos religiosos, no políticos. Creo que el mundo que viene está cada vez más polarizado en lo que respecta a la religión y que los conflictos serán cada vez más intensos.
Tras el 11 de septiembre, fue increíble la cantidad de nuevos adeptos que comenzaron a acudir a misa. Curiosamente, después de seis meses, esas personas empezaron a abandonar sus nuevas actitudes religiosas. Pero, si cuando Estados Unidos sea atacado de nuevo, sin duda volverán a ellas.
La religión aporta consuelo, no importa que religión sea. Además, particularmente en Oriente Medio (que legítimamente debería tener un punto de vista libre en los asuntos económicos mundiales), las creencias y las prácticas religiosas son aparentemente muy distintas a las de Estados Unidos y Europa (por supuesto, cualquiera que sepa algo acerca del cristianismo, el judaísmo y el Islam sabe que hay muchas más similitudes que diferencias entre las enseñanzas de estas tres religiones).
Estas diferencias superficiales hacen que la gente se radicalice lo que, sumado a la dependencia europea y norteamericana de los recursos petrolíferos de Oriente Medio, provoca una situación de auténtico polvorín. La gente se aferrará aún más a sus propias creencias cuando sienta que éstas están amenazadas (de nuevo, la Teoría de la Gestión del Terror ha proporcionado muchos ejemplos al respecto en experimentos controlados realizados en laboratorio).
dtg
La entrevista fue publicada en la revista Tendencias 21