Esta hermosa y profunda palabra tiene su origen en el génesis de la vida, para los que creemos en Dios. Al nosotros ser creados se nos dio la gracia de poder elegir con nuestra vida lo que nos conviene o no, nos gusta o no, nos apasiona o no, e inclusive, el lugar en dónde queremos permanecer o no. Dios le llamó “Libre albedrío”, que es totalmente opuesto al “Libertinaje”.
Adán y Eva fueron los primeros ejemplos de mal uso de la democracia, pues eligieron violar su propia libertad.
Toda libertad tiene un precio, tiene reglas, límites, derechos y deberes, porque la libertad es la que fundamenta el buen sentido de vivir en democracia.
En estos últimos días, en los que nos ha tocado vivir, la democracia se manipula, se importa, se impone, se mutila, se castiga y se auto-destruye a sí misma. Sólo basta ver el problema de Irak, Afganistán, Líbano, África, Haití y otros muchos casos que pudiéramos hacernos eco. Esta administración de Estados Unidos no entiende, ni practica la democracia.
Parafraseando en parte a Juan Pablo Duarte, podríamos repetir: “Sagrada democracia, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”.
José Martí expresa bellamente, y sin desperdicio, que no se puede decir que uno es democrático cuando se es ajeno a las siguientes escenas: Tu vecino muere de hambre y tu lleno de comida; frente a ti hay muchos enfermos y tú lleno de medicinas sin uso; la pobreza de tus alrededores no compagina con la riqueza de tu lugar; tu te instruyes y los demás carecen de enseñanza; tu andas en un buen carro y el resto anda a pies.
Los hermanos cubanos, del seudo-exilio, ese pequeño grupúsculo de ultraderechitas que vociferan como lobos cada vez que Fidel presenta una seña de desaparición física, constantemente hablan en nombre de la “Democracia”, más, tan desafinados como el instrumento musical más inservible, no respetan el derecho ajeno, no perciben que alguien pueda diferir de sus auto-reflexiones, no conviven con las demás comunidades respetando, precisamente, la “Democracia”.
Esto último ha llegado al colmo de asediar e irrespetar el derecho que tiene nuestro hermano artista Sergio Vargas, tan sólo por el hecho de vestir una camiseta con una figura del Che Guevara, como si el comunismo fuera una vestimenta, un pedazo de tela o una imagen fotográfica. Esto es absurdo, antidemocrático y una estupidez.
Otro caso en que se muestra una fotografía distorsionada de la democracia, es el caso de New Orleáns, después de Katrina.
La naturaleza se encargó de desenterrar la verdad de un pueblo moribundo, desigual, injusto y corrupto en sus esferas políticas.
Allí se conjugó, perfectamente, la inoperancia de la democracia norteamericana, aquella que queremos importar al medio oriente, a Cuba, a Haití, Venezuela, etc…
La democracia debe empezar en el seno familiar, en la educación de los hijos, en la conducta de los padres y madres, en la preparación hogareña de los hombres y mujeres que saldrán a las calles de nuestros pueblos, ciudades y países a administrar la democracia. La familia, fue, es y será la base fundamental en dónde se cuecen y se enseñan los valores morales y éticos para que al fin podamos vivir en “DEMOCRACIA”.
José Vásquez
Miami