El Gobierno va a perder más que lo que va ganar con la decisión de prohibir que un grupo de jóvenes se manifestara en lo que ellos llamaron “La otra Feria”, con la cual pretendían responder la controversial Feria de Diez años del presidente Leonel Fernández”.
La Feria Oficial, organizada en la Feria Ganadera fue un derroche de modernidad, en la que se invirtieron millonarios recursos. De esa forma el Gobierno quiso demostrar, en su segundo aniversario del mandato de Fernández, que los logros no han sido fruto de la improvisación.
La otra feria, la verdadera República Dominicana, pretendía mostrar la otra realidad, los rostros de los grandes problemas nacionales. Era una respuesta de quienes entienden que el Gobierno no lo está haciendo bien, o no tan bien como pregona.
Como el peregrinaje de Ángel Sosa, a mucha gente le pareció ingeniosa la iniciativa de estos jóvenes, inspirada, en realizar una forma diferente de protesta, en la que no sean necesarias la quema de gomas y la lanzadera de piedras.
Pero el Gobierno, creyendo que al prohibirla dañaría La otra feria, lo que ha hecho es ayudar a los jóvenes organizadores a promover las razones de su propuesta.
La prohibición constituyó, a nuestro entender, una torpeza, porque de esa manera el sector oficial ha dado pie a que estos jóvenes amplifiquen los motivos que lo impulsan a responder s la feria oficialista.
Lo que hubiese pasado como un acto medio improvisado de unas cuantas horas, ahora será una larga jornada de exposiciones en medios de comunicación, que de seguro les sumará nuevos adeptos a los organizadores.
Además, son interlocutores raros, porque se trata de jóvenes inquietudes sociales, y no del circulo de gramialistas que ya tiene cansada a la población.
Que además la imagen negativa del Gobierno ante sectores nacionales y extranjeros, que consideran que la medida es un atentado a las libertades públicas y al derecho de los ciudadanos a expresarse.
Todo ciudadano que desee expresarse a favor o en contra del Gobierno merece la protección de las autoridades, y no lo que se ha hecho, prohibirle a que ejerzan plenamente ese derecho.
Ojalá que los tradicionales "voceros populares" no pretendan ahora arrebatarle el liderazgo a estos chicos de un movimiento que sigue siendo a nuestro entender, una significativa expresión de un sector de nuestra juventud.