Lo dicen las encuestas: si las elecciones presidenciales fueran hoy, el PRD no ganaría con Miguel Vargas Maldonado, ni con ninguno de los candidatos de la "corriente unitaria".
No importa qué tan mal lo esté haciendo el gobierno del presidente Fernández y el PLD, pero por lo menos ese partido muestra unidad, determinado nivel de coherencia política y disciplina, lo cual genera confianza.
El PRD, en cambio, se torna anárquico, incoherente, sin disciplina alguna, sin respeto a sus estatutos, ni a sus organismos. El PRD genera desconfianza en toda la población influyendo a los sectores populares y oligárquicos. El PRD no tiene estructura, no tiene políticas en torno a los graves problemas nacionales que lo diferencien de las demás fuerzas políticas, ni tiene liderazgo. En ese partido nadie quiere reconocerle méritos a los demás. Al contrario, es un partido sin compañerismo, sin solidaridad, ni lealtad. En ese partido nadie respeta a nadie; todos son enemigos casi a muerte. Nada une a los dirigentes del PRD, porque el PRD en los hechos no existe como partido político, como instrumento colectivo para la toma del poder representando una visión, una corriente de pensamiento político a favor de una clase social determinada. El PRD hace mucho que perdió su razón de ser, su idiosincrasia, su naturaleza, su mística, su liderazgo en la sociedad. El PRD se desconectó del pueblo, perdió sus raíces. Retomar eso requiere de inteligencia, de mucho desprendimiento, de políticas, de ideología, de utopía -¿por qué no?- de amistad, de cariño, de amor y de sensibilidad. Es decir, de valores, que no sólo les faltan al PRD, sino también a toda la sociedad.
Tienen razón las encuestas: el PRD perdería las elecciones presidenciales enfrentando a cualquiera de los candidatos del PLD.
En esa "corriente unitaria", que ya funciona como un partido, como otro PRD, hay gente que sabe que no tiene ninguna posibilidad de ganar una convención, que no tienen dos votos en la Comisión Política, que no representan a nadie en el PRD, que nunca serán candidatos, pero su afán de protagonismo, de ver sus fotos en los periódicos con grandes titulares los han convertido en cómicos al estilo Morrobel, el personaje creado por el genio de Freddy Beras Goico del que tanto nos reímos todos.
El PRD obtuvo el 32 por ciento de los votos en las elecciones de mayo pasado. Hoy tiene apenas un 28 por ciento. ¿Por qué el descenso del PRD cuando los indicadores económicos señalan que la crisis se agrava? ¿Acaso no dicen las encuestas que más del 60 por ciento de la población percibe que el país marcha mal o muy mal? ¿Cómo se explica que mientras el gobierno pierde popularidad porque no ha hecho nada en dos años, el mayor partido de oposición que es el PRD no sube su popularidad?
La respuesta la tiene la dirección del PRD, que no ha sabido colocarse a la altura de las circunstancias, la respuesta la tienen los jefes de las tendencias, la respuesta la tienen los que integran la "corriente unitaria".
El PRD es un gran barco, con una tripulación de hombres y mujeres dignos de mejor suerte. Hombres y mujeres experimentados enfrentando grandes tempestades durante más de 50 años de lucha política en defensa de los mejores intereses nacionales, pero no tiene capitán, no tiene una cabeza, un liderazgo ni siquiera colegiado, que lo conduzca hacia un puerto seguro, hacia el poder, razón por la cual la nave zozobra lentamente.
Lo digo y lo repito: Si el PRD no se reencuentra, si no mira sobre sus pasos, si no corrige sus errores, si no adopta una orientación ideológica que le permita crear políticas públicas en todas las áreas del Estado, si no recupera el espacio social perdido en estos últimos años, si no encuentra la manera de unirse aun sea expulsando de sus filas a los incontrolables, a los indisciplinados, a los elementos perturbadores de la paz interna, a los trogloditas del presente y del pasado, a los sepultureros, a los oportunistas, a los que se venden y traicionan, que se olvide de volver al poder.
El PRD, en las actuales condiciones, sin estructura orgánica, sin estatutos que impongan la ley a todos, desde los más pequeños hasta los más grandes y sin un liderazgo, no merece la confianza de nadie. Es decir, no merece volver al poder. Porque, ¿para que otra vez el poder? ¿Para nada? ¿Para continuar perdiendo el tiempo en discusiones y rebatiñas? ¿Para continuar con el canibalismo y la insensatez de los últimos años?
¿Para qué quiere el poder un partido que no es partido, que no tiene disciplina, que no tiene ideología?
Si la gente de la corriente unitaria depone sus actitudes, al igual que la gente de Miguel Vargas Maldonado, el PRD puede tener una oportunidad. Si todos ellos le permiten al ex presidente Hipólito Mejía, el principal activo político de ese partido, jugar el papel que le corresponde de conciliador, de árbitro, y hasta de líder natural, el PRD podría tener un chance. De lo contrario, ¡el PLD 20 años más, con o sin Leonel!