Después de ti, todo se ha hundido en la sombra. Los pocos que en las riberas de la catástrofe vemos la decadencia de nuestra sociedad, impulsada por una tormenta de endeudamiento externo, dependencia energetica malversación y simulación, sólo nos consuela volver la vista hacia ti.
"¡Qué falta hace Balaguer!". Es un rumor que brota, doliente, del pecho del pueblo, cual sinfonía de dolor en tono de esperanzas perdidas y de sueños imposibles.
Por tu ejemplo, Padre de la Democracia; el de Duarte, Padre de la Patria; y del Cacique Guarocuya, Libertador de Quisqueya, no es completo aun el eclipse de la esperanza en el alma quisqueyana. La caridad, que es fe en el bien, después de ti y Doña Emma, ha sido gesto casi olvidado.
La esperanza, que es la fe en los hombres, después de ti, casi ha muerto.
La fe, que es la esperanza en Dios, después de una década de frustración, multitudes se debaten entre la duda y la indiferencia resultante de tanta simulación.
Con razón nuestra gente, prácticamente, ya no cree; ya no espera. Ya no ama. Todas las formas de entusiasmo, de la esperanza y del amor, se mueren.
Y, es que después de ti, Joaquín Balaguer, todos nos han mentido, todos nos han engañado, todo ha sido estéril, todo es triste, todo es desconsolación.
Quisqueya expira deshonrada, profanada, endeudada. Los bonos soberanos y el endeudamiento externo, han sustituido tu prédica del trabajo y el ahorro interno.
El enriquecimiento fácil, al sacrificio.
La simulación al honor.
El consenso irresponsable al concepto del deber.
Joaquín Balaguer: todo se ha trocado después de ti. Antes… más obras, subsidios y seguridad. Hoy… más impuestos, más deudas, y más inseguridad.
Los Reformistas, tus hijos espirituales, hoy en vez de estar de pie, y ser la esperanza de la patria. Estamos divididos y frustrados, con una dirigencia irresponsables, traidora de la institucionalidad, capaz de imponer alianzas – debidos a negociaciones espurias- a pesar de ser rechazada por la universalidad de la militancia, pero solo les importa su capitalizacion individual.
Que Dios nos guíe y nos ayude a perpetuar en nuestros corazones, tu ejemplo de patriotismo, vocación de servicio, sensibilidad social y capacidad de sacrificio, guiados únicamente por el concepto del deber.
Conscientes somos de que tenemos que actuar y hablar sin miedo en estas horas trágicas de nuestra historia, signadas por el entreguismo y la simulación.
Percibimos en medio de tantos quejidos de corazones angustiados, tu voz admonitoria, cual viento huracanado: Dominicanos, jamás coronemos con las flores del silencio, la frente del delito vencedor. Pongámonos de pie, que el oprobio vence y es necesario luchar contra el oprobio.
Pues no se está definitivamente vencido, sino cuando se acepta cobardemente la derrota.
Tal es el deber de los Dominicanos en la hora actual: resucitar en plena derrota un pasado de victoria, revivir en estos tiempos de declinación patria, el culto de las grandezas extintas y de las glorias pasadas, gracias a Dios, no olvidadas.
Juntos gritar la vitalidad indestructible de las ideas, en estos tiempos de desaliento. Hacer del polvo de los reconocimientos inmerecidos, las columnas de fuego que conduzca las nuevas generaciones a los heroicos triunfos por todos presentidos y por ti señalados.
Unirnos, para combatir por el desarrollo e independencia energetica y alimenticia de Quisqueya, como escrito está que es son objetivos que debemos conquistar, y abrazarnos para morir luchando, si decretado está que desaparezcamos.
Destruir a aquellos que conspira con nuestro progreso a lo interno, y no temblar ante los cañones que nos puedan amenazar de fuera. Despertar el alma de la raza Quisqueyana amenazada, honrando nuestros ancestros -si es necesario- en un Bahoruco moderno de apoyo a la educacion e incremento del desarrollo tecnologico, igualmente desbordante de gloria.
Quisqueya se debate hoy (por sus actos los conocereis) entre la absorción y la agresión; entre los que quieren fundirnos y los que quieren hundirnos. Todos tienden a nuestra desaparición. Negarlo, es añadir la maldad a la ceguedad.
Silenciarlo es añadir la impotencia a la inconsciencia; decir lo contrario, es añadir la imbecilidad a la debilidad.
Dominicanos: es hora de compactar nuestro pueblo, rescatando la cultura del honor, del respeto, la responsabilidad, la palabra , del trabajo y la defensa del bien publico como si fuera propio.
Mando – ordena Joaquín Balaguer- que la cultura del honor y del civismo, sea el símbolo de los auténtico Dominicanos. Que por sus frutos, sean reconocidos y entre renegados sin fe en un glorioso futuro, los autenticos Domiicanos, por su conducta Cívica y Solidaria, sean distinguidos.
Y si los hombres y los dioses decretan silencio y quietud, cuando la patria, como hoy, por la carestia del petroleo, la inseguridad y la marginacion de tantos está en peligro, es necesario removernos aún en el fondo del sepulcro, rebeldes a los indolentes, los inconcientes, y los orcopolitas.
Pues Quisqueya podrá ser destruida, pero sierva de nuevo jamás.