La aerofobia, como se denomina el miedo a volar, es un trastorno más común de lo que la gente piensa. Aunque muchos no lo admiten, afecta a un gran número de personas, pero no a todas en la misma magnitud, pues mientras para algunos el temor a las alturas constituye sólo una ligera inquietud (que generalmente se disipa tras el momento del despegue) otras son presas de un gran pánico que se mantiene durante todo el vuelo y los asalta siempre, aunque hayan abordado un avión en innumerables ocasiones.
Las limitaciones y dificultades que genera la aerofobia pueden afectar diferentes áreas en la vida de una persona, pues muchas veces viajar por avión no es una actividad optativa, sino una necesidad de tipo laboral.
ORÍGENES DE ESTE TEMOR
Los especialistas de la conducta señalan que, en ocasiones, el temor a viajar por los aires tiene raíces complejas, que se exteriorizan y proyectan a través de este miedo. Algunas personas sienten pánico de abordar un avión: ansiedad, inquietud y desesperación; aunque exhiben fortaleza, valentía y dominio ante determinadas situaciones difíciles, estresantes y peligrosas.
El miedo a volar puede tener su origen en alguna situación de peligro, real o imaginaria, que haya vivido la persona, durante un vuelo; o por el impacto que le haya causado la noticia de un accidente aéreo de un familiar, amigo o conocido. También, por el recuerdo de una catástrofe de esta naturaleza que vio en la televisión o en el cine.
La aerofobia puede presentarse en las personas que sufren de claustrofobia, (temor a los espacios cerrados) y los afectados de agorafobia (miedo a los espacios abiertos), porque piensan que en cualquier momento le pueda sobrevenir una crisis y se amedrentan ante imposibilidad de poder salir o bajar de inmediato en busca de ayuda.
Igual temor a abordar un avión experimentan los que padecen un trastorno de ansiedad generalizada, quienes siempre presienten que en cualquier momento puede ocurrir lo peor; y aquellos que al no entender la tecnología y el funcionamiento del avión se preocupan por la carencia de control sobre el aparato y cualquier fallo humano que pudiese cometer el piloto.
¿SE PUEDE DOMINAR?
Los psiquiatras y psicólogos aseguran que el miedo a volar, salvo en casos extremos, es perfectamente superable, pero es necesario que la persona que lo admita.
CONSEJOS PARA VENCERLO
A continuación presentamos una serie de recomendaciones que ofrece el Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad (CIMA), que funciona en Argentina, para que volar constituya para usted una experiencia maravillosa, no un evento traumático:
a) No olvide que los pilotos son profesionales extraordinariamente bien preparados, tanto física como psíquicamente y sólo se despachan los aviones en las mejores condiciones. Por eso, en ocasiones, la verificación de las garantías de seguridad puede conllevar retrasos en la salida de un vuelo.
b) Tenga presente que el avión es un medio de transporte muy seguro. La tecnología actual es muy potente en todas las vertientes que refuerzan la seguridad del vuelo y de los pasajeros. La estadísticas muestran que es muchísimo mayor el número de accidentes automovilísticos que de aviones.
c) Piense que son mínimas las posibilidades de cometer errores en el espacio aéreo, por ser mucho más descongestionado que las autopistas terrestres, donde transitan multitud de "pilotos" de vehículos (automóviles, autobuses, camiones, motores… ) y a quienes se les exige una licencia cuya expedición no conlleva tanta rigurosidad como la que deben poseer los pilotos.
d) Recuerde que hay muchos recursos de seguridad y salvamento en el avión. Generalmente, hasta su asiento puede utilizarse en caso de emergencia como flotador. Hay máscaras de oxígeno, puertas y plataformas preparadas para casos extremos.
e) Si está atemorizado cuando vuela o aterriza, no mire por la ventanilla del avión. Trate de respirar profundamente. Una buena idea es practicar y controlar la respiración; especialmente la abdominal, o alguna técnica de relajación.
f) Si puede, trate de volar acompañado, con alguien con quien confía o ama. En estas circunstancias generalmente se reduce de forma sustancial el miedo a volar.
g) Si siente temor, compártalo con una azafata o cualquier otro miembro de la tripulación. Seguro que ellos podrán hacer algo para que usted se sienta más confortable. No tenga miedo a preguntar o pedir cualquier cosa
h) Deje todos sus miedos y preocupaciones fuera del avión y no tome estimulantes antes de abordarlo.
i) Esfuércese en pensar positivamente e intente hablar un poco con otros pasajeros.
j) Lleve revistas o libros de interés o escuche una música que le resulte agradable o le produzca calma.