El que graba una canción o parte importante de ella no estando autorizado por el autor o sin acreditarlo, está cometiendo un plagio. El plagio puede hacerse sobre la música o sobre la letra; y en el caso de las otras obras artísticas, como la literatura o el cine, se incluye la idea y el concepto. El El plagiario, por lo regular, en una actitud velada de malas artes, se apropia de la creación ajena o parte de ella, para hacerla pasar como suya en la almoneda pública. En ocasiones, ofrece la obra intacta, pero en la generalidad de los casos, la reproduce, y por ende, la adultera, haciendo de la misma una fiesta burda o un botín de guerra.
Ya lo dice el refrán: “A lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta”, que si no nos da plata no puede dar manteca. Musicalmente hablando se establece como plagio el uso de ocho compases, lo que para algunos entendidos es un mecanismo legalmente benigno que favorece al infractor. Según las leyes de derecho de autor, una obra musical sólo puede ser usada libremente cuando pasa al “dominio pùblico que es el status en que cae toda creación artística universalmente anónima o no registrada, o en su defecto, carente de renovación después de cumplido el plazo reglamentario, que puede ser de 20, 30, 50 y hasta 75 años, conforme a algunas legislaciones. Una obra no acreditada puede ser el anónimo (obra folklórica) como verbigracia, el “Jarro Pichao” y “Juan Gomero”. Sin embargo, hay anónimos o viejas canciones de autores fallecidos que deberían estar resguardadas por una suerte de código de nacionalidad más que de paternidad que evite que sean utilizadas de manera leonina o perniciosa, tantoen su forma como en su contenido, como la cubana: “La Bayamesa”, con letras de José Fornaris (1827-1890); la mexicana: “Cielito Lindo”, de Quirino Mendoza (1865-1957); y la dominicanas: “(A mi) Linda Quisqueya”, de Rafael Hernández (1892-1965) y “Por amor”, de Rabel Solano, que sigue vivo. Razones como esa ha dado lugar a que un juez británico se haya trasladado a La Habana, Cuba, para iniciar el proceso legal sobre la demanda que la Editora Musical de ese país isleño (EMC), con el apoyo del gobierno, hizo a la compañía estadounidense Peer International Corporation. Tanto la EMC como los familiares de artistas cubanos desaparecidos, entre ellos Ignacio Piñeiro (1888-1969) y Manuel Corona (1880-1950), reclaman derechos de autor sobre 14 canciones incluidas en el célebre trabajo “Buena Vista Social Club”. La Peer Corporation alega que posee plenos derechos sobre el material, mientras que la compañía de Cuba sostiene que muchos contratos fueron firmados por los músicos en clara desventaja. Durante las décadas de los años 30, 40 y 50, la entidad norteamericana firmó contratos con numerosos compositores cubanos cuyas canciones quedaron después casi en el olvido. En el proyecto “Buena Vista Social Club”, esas piezas pasaron a convertirse en éxitos en la voz de Francisco Repilado Muñoz (Compay Segundo, 1907-2003), Ibrahim Ferrer (1927-2005) o la diva Omara Portuondo (1930).
En el aspecto literario, un conflicto de esa naturaleza se desarrolló legalmente en San Francisco California en diciembre 2004 cuando una corte del Distrito de ese Estado norteamericano conoció una demanda de la escritora canadiense Emily Somma (1966), que reclamaba sus derechos de recrear una nueva obra sobre el célebre niño que prometió nunca crecer: “Peter Pan" de James Matthew Barrie (1860-1937). Somma se querelló debido a que el hospital Great Ormond Street de Londres, alegando haber recibido los derechos universales del legendario personaje en 1929, conminó a la a la escritora detener la circulación de su libro: “After the Rain: A New Adventure for Peter Pan" (Después de la lluvia: una nueva aventura de Peter Pan). En su demanda Somma argumenta que los personajes de los libros de “Peter Pan”, de Barrie, se pueden usar en "trabajos derivativos" puesto que ya pasaron al dominio público en 1987, 40 maños después de la muerte del autor inglés. . En el aspecto idea-concepto, hay cientos de casos y uno de ellos se produjo recientemente en Londres, cuando un autor infantil de nombre lan Davidson, entabló una demanda contra el reconocido director de cine Steven Spielberg (1946) a quien acusa de haberle robado una historia, por medio de su compañía productora DreamWorks y convertirla en la exitosa película “Chicken run”. A través de sus abogados, Davidson sostiene que la película de dibujos animados se basó en su novela suya de 1995, titulada “Escape from Cold Ditch”, en la que una gallina encabeza una fuga de una granja. Precisamente, la trama de “Chicken Run” de Spielberg –estrenada en el 2000– narra la historia de unas gallinas que huyen porque serían convertidas en pasteles por su dueña, para lo cual construyen una especie de Arca de Noé voladora, con la ayuda de un par de gallos y dos ratas. ¡Tremendo lío!
Como alega la Emily Somma, de dominio pùblico pueden ser las obras cuyos autores murieron y no dejaron herederos, entendiéndose como tales, los parientes directos y/o cualesquiera que hayan recibido ese derecho por testamento u otro poder legalizado, como reclama la contraparte de la escritora canadiense. Los acuerdos firmados en el seno de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) que es la entidad administradora de esos derechos, establecen un plazo promedio de 50 años, tras la muerte del autor. La Copyright Law y otras leyes actuales, cifran ese plazo en 70 años y no más, a partir de lo cual la obra de cualquier género pasa al dominio público, y puede ser usada en lo adelante por toda persona o institución con fines comerciales o sin fines de lucro. Artistas famosos del canto como Julio Iglesias (1943), Roberto Carlos (1943) y Michael Jackson (1959), Madonna (María Louise Verónica Ciconne Fortín, 1958) George Harrison (1943-2001), Luis Miguel (1970), Joan Manuel Serrat (1943) y Juan Luis Guerra (1956) han sido varias veces acusados de usar las obras de autores fallecidos, de cometer plagios en perjuicios de otros artistas y en ocasiones condenados, como veremos en detalles en una entrega posterior.
A Iglesias han tratado muchas veces de chantajearlo y llevarlo a la bancarrota, desde que hizo fama y fortuna tras ganar el Festival de Bernidorm en 1968 con la canción “La Vida sigue igual” y cautivar al mundo con su “Canto a Galicia”. Julito ha sido acusado en ocasiones de plagiario y el último escándalo se lo montaron en Argentina, donde el compositor y cantante Norberto “Larry” Moreno (Buenos Aires, 1941) lo acusó de haberse apropiado de una canción suya. La canción del argentino se titula “Yolanda” de la cual Iglesias habría tomado fragmentos para componer su célebre “Morriñas”. Fue una litis de cinco años que la mega-estrella perdió en todos los tribunales argentinos. Primero le embargaron su finca valorada en 5 millones de dólares ubicada en una zona turística en las afueras de Buenos Aires y luego lo condenaron a pagar 352 mil 542 dólares, en una sentencia de un tribunal bonaerense que luego fue ratificada por los tribunales de Apelación y la Corte Suprema de Argentina. Los peritos que hicieron la investigación encontraron similitud en más de ocho compases entre una y otra canción, razón poderosísima para que Julio Iglesias fuera condenado y fracasaran todas sus apelaciones. Un sumario de fallos de Jurisprudencia de los tribunales argentinos en donde aparece el caso de Julio Iglesias, justifica las decisiones señalando que ha habido plagio, ya que el plagio existe –como al efecto se ha comprobado- cuando se reproduce total o parcialmente o en forma desfigurada una obra ajena, presentándola como propia.- La creación personal y propia de un compositor es la forma de expresar sus ideas musicales, no es posible que coincida con otro compositor por mera espontaneidad intelectual, cuando la forma de expresión coincide en dos obras, se puede afirmar que hay copia y ataque a la propiedad intelectual.
En el caso de la falta de autorización y/o no acreditación, eso fue lo que pasó con el primer tema que se fusiló en República Dominicana, con arreglo del petromacorisano Bievenido Bustamante (1921), para que lo cantara y grabara Joseito Mateo (1920). Se sabe que Julio Iglesias, el mismito que acusó indirectamente a Manuel Jiménez de haber plagiado a “Derroche”, había recibido antes acusaciones de similares por temas como “Hey” y “Gwindoline”. Sigue vigente el sometimiento que le hiciera la compositora de origen francés, Grecia Korman, quien alega que Iglesias se apropió de una canción que arreglaron en sociedad. Se trata del tema “Me Olvidé de Vivir”, uno de los grandes éxitos del baladista y cuya versión original, según Mini Korman (1949) es de su autoría y se titula “Je Me Est Oublie de Vivre”. Las acusaciones contra Julito son tan viejas como él, y entre ellas, está el haber fusilado la segunda danza polovestiana de la célebre ópera “Príncipe Igor”, como ya les hice saber.
Roberto Carlos se ha visto en vuelto en varios casos de acusaciones de este tipo y en uno de ellos fue condenado a pagar 2 millones de dólares al ser encontrado culpable de plagio. El caso ocurrió en Brazil, óigase bien, en su propia tierra, donde Roberto Carlos es considerado el rey de la música romántica y popular. La condena se le impuso por haber plagiado una tema del abogado y compositor Sebastiao Praga, titulado Locuras de Amor y que Roberto Carlos, por recomendación de su pariente y eterno asociado, el compositor Erasmo Carlos, grabó con el nombre de O careta, una canción bien conocida en nuestro país, que por su calidad dio la vuelta al mundo. Según las investigaciones ordenadas por el tribunal judicial de primera instancia donde originalmente se conoció el caso, O careta contiene 48 compases de Locuras de Amor, cuando se sabe que para que haya plagio vasta con que se copien 12 compases. El caso data de 1987 y ratificado por el Tribunal Superior de Justicia del Brasil en el año 2002, tras una serie de apelaciones de los acusados. Se creía que en aquella ocasión el caso en contra de Los Carlos (cantante y compositor) había quedado cerrado definitivamente, cuando el vicepresidente del máximo tribunal de justicia brasileña, Edson Vidigal, ratificó mediante sentencia “los dictámenes anteriores emitidos por otras instancias y autoridades judiciales”. Sin embargo, desde Río Janeiro llegó la noticia, en septiembre del 2002, de que la residencia del afamado cantante había sido allanada por agentes judiciales que buscaban pruebas del plagio que perjudicó a Sebastiao. Ese fue un caso que le provocó serios inconvenientes a Robet Carlos, además de los dolores de cabeza, ya que su acusador, no se conformó con haberle ganado judicialmente el caso, sino que se mantuvo molestándolo desacreditándolo llamándolo “El rey plagié”, en alusión al “Rey Pelé”, título que se le da al màs grande futbolista de todo los tiempos el tambièn brasileño Edson Arantes do Nascimento (1940). La situación forzó al cantante a demandar a su persecutor y aunque el juez le reconoció su derecho al honor y al buen nombre, no lo hizo como a él le hubiera gustado.
A Michael Jackson le ha ocurrido peor. El primer problema lo confrontó el llamado “Rey del pop” con el célebre músico africano Manu Dibango (Camerùn,1933), que consideró y así se querelló ante los tribunales de justicia, que Jackson le había plagiado su tema “Soul Makossa”. La canción de Jackson que se consideró una copia de la de Dibango, se titula “Wanna Be Standing Something”. Después de la confrontación y análisis de los dos temas esencialmente rítmicos como tota la música africana, el juez condenó a Jackson a pagar los derechos de autor. La otra acusación se le hizo en Italia en 1993, donde según se comprobó una composición de Al Bano, escrita en 1981, fue copiada por Jackson e incluida en su álbum “Dangerous” con el título de “Wil You be There”. El título original de la canción es “I cigni di Balaka”. “Son idénticas tanto en la melodía como en la armonía. Sus primeros seis compases son prácticamente dos gotas de agua. Poniendo una partitura al lado de la otra y marcando con rojo las notas iguales de esos seis compases y con azul las notas diferentes, veremos que 37 son iguales y sólo nueve diferentes”, declaró el musicólogo Luciano Chaelly, encargado por un tribunal de Roma para hacer las investigaciones.
En el caso de la falta de autorización y/o no acreditación, eso fue lo que pasó con el primer tema que se fusiló en República Dominicana, con arreglo del petromacorisano Bievenido Bustamante (1921), para que lo cantara y grabara Joseito Mateo (1920). Se trató de “Jardinera”, del brasileño Benedito Lacerda 1903-1958), que Mateo le escucho cantar a la argentina Libertad Lamarque (1908), cuando la llamada “novia de América” vino al país junto a un grupo de grandes artistas invitados por Petán Trujillo, para uno de los aniversarios de la antigua Voz Dominicana. Lacerda estaba vivo cuando su tema a ritmo de samba carnavalesca con aporte de Humberto Porto (1915-1972), fue prácticamente plagiado en el país a ritmo de merengue, sin que el brasileño siquiera se enterara. Luego lo grabaron Johnny Ventura (1940), Fernando Villalona (1955) y Juan Luis Guerra (1956) notándose en todas esas versiones la falta de acreditaciòn y una variación en las letras, cuya versificación original en portugués brasileño dice:
Oh! Jardineira por que estás tao triste/
Más o que foi que te aconteceu/
Foi a Camélia que caiu do galho/
Deu dois suspiros/
E depois morreo./
Vem Jardineira/
Vem, meu amor/
Ñao fique triste/
Que este nundo, é todo seu/
Tú es muito mais bonita/
Que a Camélia que morreo./
En la versión de Juan Luis Guerra, las letras de “Jardinera” en castellano, son estas:
Ven, Jardinera…/
Jardinera tu que estás tan triste/
dime qué fue lo que te pasó/
Fue la gardenia que se perdió/
dio dos suspiros y se murió./
Ven, Jardinera/
ven mi amor/
para que no estés triste/
que todo ya pasó/
tú eres mucho más bonita/
que la flor que se murió…/
Benedito Lacerda fue un virtuoso flautista y compositor carioca, nacido en Macaé, Río de Janeiro, que por los años de 1930, se destacó con música de concierto y ritmos variados brasileños. En 1934 creó, junto a Jorge Faral, su primera gran composición titulada “Valsa Lela”, reemprendiendo con ello una brillante carrera que lo llevó dos años después a la inauguración de la emisora Radio el Mundo, de Buenos Aires, Argentina, junto a sus coterráneos Carmen Miranda (1909-1955) y Francisco Alves (1898-1952), donde dejò las huellas de su “Jardinera” que grabaría después Libertad Lamarque. Con anterioridad había impactado en el carnaval de su región con sus marchas “Eva querida” y “Querido Adáo”. Fue en 1939, cuando en el carnaval de Río, Lacerda irrumpe con su gran suceso musical “Jardinera”, grabada inicialmente en la voz de Orlando Silva (1915-1978). La marcha carnavalesca, “levatou polémicas em relacao a sua semelhanca com uma composicao do inicio do século. Paralelamente ás suas atividades de compositor, continuava sua atuacao como instrumentista e lider” Además de Orlando Silva y María do Carmo Miranda da Cunha y/o Carmen Miranda, el otro gran intérprete de los temas de Lacerda, lo fue Mario Reis, aunque fue La Miranda, la primera que dio a conocer internacionalmente a “Jardinera”. Lo gracioso del caso es que hasta su muerte, Lacerda estuvo luchando por los derechos de los compositores de su país, habiendo fundado la primera Unión de Compositores Brasileños (UBC) y presidido la Sociedad Brasileña de Autores, Compositores y Escritores de Música (SBACEM), y posiblemente nunca se enterara que su “Jardinera” había generado tanto beneficio en República Dominicana. (*)Este tema grabado por Mateo, tras oírselo cantar a la “Novia de América” nada tiene que ver con la tonada del folklore chileno que dio a conocer la pionera de la nueva canción latinoamericana, Violeta Parra, también con el nombre de Jardinera. Con ese título se conocen además, una comparsa del viejo carnaval habanero y un tema del músico de esa isla, Rafael Ortiz. El parecido de los casos brasileño y cubano con la “Jardinera” como temas carnavalescos, parece que es pura coincidencia, sin importar que en ambos casos se trate originalmente de comparsas, que en Brasil se denominan también marchas. Estamos hablando de una época de mediados de siglo XIX, cuando se revelaron las famosas mulatas cubanas María la O y María de la Luz, al frente de la no menos célebre comparsa “El cocoyé”, basada en un baile puramente negro llevado por los hacendados haitianos y sus sirvientes que lograron escapar de la rebelión esclava que se produjo en la vecina nación en 1791 y llegaron a Santiago de Cuba a través del Paso de los Vientos . Una versión de la música de “La Jardinera”, la dio a conocer la cantante y compositora cubana en el exilio Lourdes López, la misma que ha actuado junto Johnny Pacheco (1933), Miguel Quintana (1935) y ha creado decenas de temas para la recién fallecida guarachera y reina de la música de origen cubano Celia Cruz (1925-2003), entre ellos “Lamento de Amor” que aparece en el álbum Feliz encuentro, grabado junto a la Sonora Matancera en 1982.
Se alegará, como ocurre con las leyes sobre difamación e injuria, que no hubo la intención de dañar ni perjudicar, pero como dice el adagio: “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Fue lo que pudo ocurrirle a Wilfrido Vargas (1952) una y otra vez al usar a su antojo temas ajenos, tanto de autores extranjeros como del país. En el plano legal recibió sendas demandas, una primera, por plagio, de su ex-socio Winston Paulino, que sigue alegando que el creador de "Los Beduinos" le robó una perversidad llamada “El baile del perrito”. Y una segunda, de Yokasta Sánchez, la ex-esposa del demandante, por supuesta violación sexual, que en su momento develó una suerte de leyenda donjuanesca al estilo "Burlador de Sevilla", que no sólo es mujeriego, sino libertino y arrebatador. Por el plagio ya Wilfrido fue condenado a pagar una indemnización a su demandante, que lo acusa también de plagiarle el tema “Por la plata baila el mono”. Lo de la violaciòn sigue en curso, aùn cuando los abogados de Wilfrido, buscan un fallo a su favor o que el caso caiga en el limbo. ¡Qué barbaridad! Lo peor para Wilfrido fue lo que le llegó de fuera, cuando la viuda e hija de un autor colombiano fallecido, lo demandaron por haber usado de manera plagiaria el tema “Soy un hombre divertido”. El nombre del perjudicado es Luis Enrique Martínez (El pollo vallenato,1923-1995), cuyo tema original se titula “El hombre divertido” . Toda una leyenda en Colombia, fue Martínez el creador de la Escuela de los Virtuosos del Vallenato, desde su zona de origen Magdalena y donde luego se radicó Santa Marta. Entre sus otros temas figuran “La Tijera”, “No Me Hagas Sufrir”, “La Vaciladora”, “La Cita” y “La Cumbia Cienaguera”. perseverante Rosalbina Serrano. Las demandantes y herederas Rosalbina Serrano de Martínez y Rosa Martínez Serrano, alegan que el tema que “don Wilfrido” grabó y popularizó en la década de los 80s, en las voces de Rubby Pérez y Jorge Gómez, es de la autoría de su padre ya fallecido. Un tribunal de Bogotá fue apoderado del caso por un fiscal adscrito al Departamento de Derecho de Autor de ese país, y según reportan los diarios colombianos, al artista dominicano se le estuvo reclamando su presencia para que respondiera por los cargos en su contra. A todo esto Wilfrido, que ya tiene varios Casandras y un soberano en su bolsillo, alegaba que quien tenía que responder a esa acusación es la casa disquera Karen Publishinght, una suerte de réplica internacional de Karen Récords, del señor Bienvenido Rodríguez, que en muchos lìos de ese tipo se ha metido. Wilfrido parece que se aprovechó de esa situación que ha venido afectado al señor Rodríguez, para desligarse del caso y responsabilizar del plagio a su ex-disquero. Alegó Wilfrido que fue el señor Rodríguez y su empresa los que más se beneficiaron con el tema presuntamente plagiado. Y en su defensa agrega el gracioso argumento de que de la canción, que confiesa escuchó en Colombia, sólo tomó cuatro versos que le resultaron simpáticos, a los cuales agregó otros e hizo de allí un merengue. Wilfrido considera que durante la época en que se grabó el tema había un desorden en la materia, ya que a su juicio la falta de leyes sobre derecho de autor, tenía a todo el mundo dando palos a ciegas. Es posible que todavía en el país no se hubiera creado la Ley en la materia, pero en la mayoría de naciones, incluyendo a Colombia, regían legislaciones que controlaban y sancionaban ese quehacer y las conductas que del mismo se derivaban, amén de las convenciones de Viena y de París, de las que República Dominicana es signataria y que por tratarse de tratados internacionales, están incluso, por encima de las leyes nacionales y locales. Por otro lado, en los Estados Unidos, donde los temas de Wilfrido Vargas han circulado hasta la saciedad, promovidos y comercializados por Karen Publishinght, existe la ley federal (que rige para todos los Estados, incluyendo Puerto Rico que es un Estado Libre Asociado) sobre Copyright Law, cuyos orígenes se remontan al Estado de Connecticut en 1783, aunque fue en 1909 cuando se crea la legislación (desde entonces varias veces modificadas) para regir y controlar los derechos de autoría, sucesorales, de dominio público de una obra y de copias. No existe un sólo tema musical (y eso lo saben mejor que nadie las empresas que editan y comercializan música) que entre al territorio de los Estados Unidos de Norteamérica, que no sea registrado en los archivos automatizados de la Ley de Copyright, con su sede en Washington D.C.
Son cientos los casos similares registrados en República Dominicana, como veremos màs adelante, y uno que llama también mucho la atención, fue el de Watson Brazobàn un joven con mucho talento, que en el 2004 se llevó varias estatuillas de los Premios Casandra, como compositor del año y otros atributos. Pero resulta, que las letras de una de las canciones por las que Watson fue un ganador múltiple, titulada “Mi reina”, son ¡pin pun!, una copia de un célebre poema de Pablo Neruda. Lo feo del caso es que el poema nerudiano se titula precisamente “La reina” y forma parte del libro “Los versos del capitán”. (0) Los versos del capitán. Anónimo. Ed. Arte Tipográfico. Nápoles, 1952. Lectura completa). Usted toma las letras de la canción y la pone de forma pareada con los versos de Neruda, como lo hizo el periodista Juan Taveras Hernández en un artículo dominical en el periódico El Nacional, y no encontrará ninguna diferencia, salvo que el poema nerudiado es cuasi una obra perfecta, mientras las letras del tema musical, una obra por adición. Ha habido un doble descaro en la conducta de los promotores de la canción. Uno: que el plagio en sí, es un dolo desde el punto de vista legal. Y dos: que el alegato de negar la copia constituye una afrenta moral. El libro de Neruda es un manojo de más de 40 poemas de temas variados que el poeta chileno, en su periplo por el mundo, ora como diplomático, ora como desterrado, escribió aquí y allá. Mucho se discutió del supuesto anonimato de aquellos versos nerudianos, sin que se tomara en cuenta, que eran un símil de las primeras creaciones del vate chileno más universal: como “Crepusculario” y “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, publicadas 25 años atrás. La culpa, sin embargo, había sido del propio autor, que por razones que él mismo explicaba en “Confieso que he vivido”, decidió que “Los versos del capitán” circularan apócrifos, “cual obra propia de un autor sagrado que no figura en el canon de la Biblia”. He aquí las palabras de Neruda, al confesar años después las razones de su conducta: "Y ahora voy a contarles la historia de ese libro, entre los míos uno de los más controvertidos. Fue por mucho tiempo un secreto, por mucho tiempo no llevó mi nombre en la tapa, como si yo renegara de él o el propio libro no supiera quién era su padre. Tal como hay hijos naturales, hijos del amor natural, Los versos del capitán eran así, un libro natural. Los poemas que contiene fueron escritos aquí y allá, a lo largo de mi destierro en Europa. Se publicaron anónimamente en Nápoles, en 1952. El amor a Matilde, las nostalgias de Chile, las pasiones civiles llenan las páginas de este libro que se mantuvo sin el nombre de su autor durante muchas ediciones… ".“Lo que yo discutía en mi interior mientras tanto, era si debía o no sacarlo de su origen íntimo: revelar su progenitura era desnudar la intimidad de su nacimiento. Y no me parecía que tal acción fuera leal a los arrebatos de amor y furia, al clima desconsolado y ardiente del destierro que le dio nacimiento. Por otra parte pienso que todos los libros debieran ser anónimos. Pero entre quitar a todos los míos mi nombre o entregarlo al más misterioso, cedí, por fin, aunque sin muchas ganas”.
La impresión anónima de “Los versos del capitán” apareció por primera vez en Nápoles, Italia, cuando el amigo entrañable de Neruda, el pintor Paolo Ricci (1928-1979) lo convenció para que aquello ocurriera. La cosa se movió rápidamente.17 (0) El Partido Comunista italiano asumió los gastos como un homenaje al "compañero, al exiliado y al poeta". En la última página del libro se menciona a cada uno de los distinguidos colaboradores: Luchino Visconti (1906-1976) Giulio Einaudi (1912-1999) el escritor Carlo Levi (1902-1975) el famoso pintor Renato Gattuso, el poeta Salvatore Cuasimodo (1901-1968) la novelista Elsa Morante (112-1985) y el escritor Jorge Amado(1912-2001)) entre otros. La primera edición salió el 8 de julio de 1952 de la imprenta Arte Tipográfico de Nápoles con papel marfil hecho a mano, la tipografía de Bodoni e ilustraciones de Ricci. En la portada, la cabeza de una medusa. Tuvo una tirada de 44 ejemplares. Se le consideró clandestino a pesar que media Italia estaba involucrada en el libro. Por lo demás, el libro fue celebrado largo en Capri con sus numerosos amigos en "una mesa florida, frutti di mare, y vino transparente como el agua". Además, seamos claros, los poemas no timaban a nadie: cocinados en un alucinante fuego, estaban pasados a sexo y a mar: "Desnuda te sumerges./ Espero./ Entonces en un salto / de fuego, sangre y dientes,/ de un zarpazo derribo tu pecho/ tus caderas./ Bebo tu sangre/ rompo tus miembros uno a uno./
El grupo Negros ha sido una de las sensaciones musicales de República Dominica en los últimos años. Su mentor es el sociólogo Rafael –Cholo” Expresión Joven” y “Cañaveral”. Entre los temas que más celebrados de “Negros”, están: “Tu me cambiaste la vida” y “Mi reina”, este último por plagio a un poema de Neruda. Ahí “no hay tutía”, como dice el aforismo, y no valen los alegatos de Watson Brazobán y sus compañeros de aventura, Kelvin Jiménez, Joel Silverio y Tommy Jiménez.
Héctor Acosta (El torito), Rubby Pérez (La voz más alta del merengue) y Elvis Martínez (El camarón), andan hoy de boca en boca a merced de las creaciones de Watson Brazobán. Esa es la pura verdad, pero de que las letras de su canción: “Mi reina”, es un plagio del citado poema de Neruda, es una verdad de medio a medio y es un absurdo negarlo. Los versos nerudianos dicen así:
Yo te he nombrado reina./
Hay más altas que tú, más altas./
Hay más puras que tú, más puras./
Hay más bellas que tú, más bellas./
Pero tú eres la reina./
Cuando vas por las calles nadie te reconoce./
Nadie ve tu corona de cristal/
nadie mira la alfombra de oro rojo que pisas donde pasas,/
la alfombra que no existe./
Y cuando asomas suenan todos los ríos en mi cuerpo,/
sacuden el cielo las campanas,/
y un himno llena el mundo/
Sólo tú y yo, sólo tú y yo,/
amor mío,/
lo escuchamos.
Las letras de la canción dicen, por su parte:
Te veo tan bella y tan atenta/
caminando conmigo en las calles/
sin importarte en el auto que ande/
sin importarte si cargo dinero/
ni la familia de donde vengo/
Y aunque no vean tu corona que simplemente veo yo/
tu eres mi reina/
mi dulce reina/
quizás hay más altas que tu, más altas/
quizás hay mas bella que tu, mas bella/
tu eres mi reina/ mi dulce reina/
mi reina sin Channel/
sin una prenda de Cartier/
pero eres mi reina/
mi dulce reina/
sin concursos/
sin pasarelas/
tu eres mi reina./
En la canción no sólo aparecen versos intactos del poema, sino el mismo título y la misma idea. No se puede olvidar, que salvo, quizás el título, todos los demás elementos son suficientes para que una apropiación se considere plagio, aunque en este caso el título refuerza la detección y la comisión del hecho en sí. Las coincidencias, tanto tonales como líricas, suelen ser posibles en el arte, pero no se puede olvidar que las coincidencias en ese sentido siempre ocurren como un llamado de la sangre, vale decir, algo que se le queda a uno en el subconsciente después de haber escuchado un tema musical o haber leído una obra literaria. Fue lo que pudo ocurrirle al ex-Beatles Georges Harrison, en 1970, cuando tuvo que pagar medio millón de dólares porque supuestamente cometió un plagio con la canción “My Sweet Lord”, editada en el disco "All Things Must Pass". Los demandantes The Chiffons, sostuvieron con éxito en un tribunal que Harrison había levantado su canción sobre el tema "He´s So Fine" de 1963. La condena contra Harrison fue por "plagio inconsciente" ya que se comprobó, y a pesar de ello fue sentenciado, que él no conocía la canción. Watson Brazobán no va a convencer a nadie de que él no conocía el poema de Neruda. El plagio de las letras de su popular canción es tan cierto como cierto lo es también su talento para la creación. No hay que olvidar que según ciertos genios de estos días los plagiarios creativos son tan buenos artistas como los mejores.