Al tirano Trujillo tuvieron que asesinarlo previamente, para poder humillarlo con posterioridad, introduciendo su cadáver sanguinolento en el maletero de un automóvil. Así desapareció físicamente el hombre que controló a sangre y fuego todos los destinos de este país; sin embargo, después de 45 años de su muerte, y de haber sido vilipendiado como un animal indeseado, o exaltado como un demiurgo, su sombra aún pervive en los modos, hábitos y costumbres de aquí; y es todavía, consciente o inconscientemente el dominicano más imitado, e inclusive, admirado y envidiado. Psele a quien le pese, o gústele a quien le guste.
Lo que sucede es que un "fenómeno"como ese ya no puede repetirse, porque las condiciones sociales, políticas y económicas son marcadamente diferentes. Incluso, algunos de los símbolos que él dejó permanecen, donde él quiso que estuviesen colocados, aunque, resemantizados, o sea, con el nombre cambiado. Pero no nos engañemos, tanto el monumento al Tratado Trujillo-Hull (obelisco "hembra" del Malecón); así como también el que se erigió a raíz del cambio de nombre de la ciudad, propuesto por un adulón de turno (obelisco "macho"); o el monumento de Santiago; se conservan aún, no por sus cualidades estéticas, o por motivos históricos, sino, porque no tienen un valor económico, en sí mismos. Las varillas oxidadas y el cemento viejo, no valen casi nada. Si dichos vestigios emblemáticos hubiesen sido de bronce, por poner un ejemplo, hace mucho tiempo que las "turbas enardecidas" se hubiesen encargado de ellos, tal como sucedió con la estatua ecuestre gigante de San Cristobal, que sí era de bronce, con valor pecuniario. Todavía esa "afición" por los metales continúa, como lo demuestran los hurtos de cables de energía, o de contadores de agua, o de las tapas del alcantarillado, etc., que se producen impunemente a diario.
¿A qué dominicano no le gustaría disponer de todas las mujeres que le gusten, disfrutar de las mejores bebidas y perfumes del mundo, tener la posibilidad de usar ilimitadamente los fondos del Estado, comprarse por capricho los vehículos de lujo que se le antojasen, ponerse trajes de los mejores sastres sin importar el precio, saborear los más exquisitos manjares al paladar, poder elimar físicamente con total impunidad a sus enemigos, gravitar en la vida de cualquier persona y decidir su futuro…? Ese era el panorama cuando Trujillo, y en nuestra historia esas condiciones no se han repetido, ni podrán repetirse, en esa magnitud. Absolutamente todo, era en grado superlativo al servicio de un sólo hombre. Por eso se ha dicho, con razón, que este país era como una "finca particular del Jefe". Otra persona con todo ese poderío se hubiese desquiciado fácilmente.
Los que sí se renuevan y se repiten son los cortesanos al estilo dominicano: los adulones, o lo que es lo mismo, "lambones", "tumbapolvos" o "limpiasacos"; los proxenetas, conocidos vulgarmente como "maipiolos"; y aquellos que quieren vivir sin trabajar, a quienes se les llaman "botellas". Toda una "fauna" que ha permanecido inalterada, con caras nuevas relevándose, al "servicio" de los jefes y jefecillos de turno.
El gusto dominicano por disfrutar al máximo la vida, sin importarle las consecuencias, y el no saber discernir entre aquello que es importante y lo que es secundartio, se evidencia una vez más, por las discusiones que se han suscitado por el acortamiento en dos horas nocturnas, del horario habilitado para ingerir bebidas alcohólicas, los días laborables. Es incomprensible en una cabeza sensata ese comportamiento, ante la gran cantidad de problemas que tenemos: la educación involucionando, la salud pública empeorando con un pánico colectivo por la epidemia del dengue, todavía no se ha resuelto el problema de suministro de energía eléctrica o de recogida de basura, la falta de civismo, la creciente deuda externa, la debacle de los bancos, y así un largo etcétera. Y la gente lo que está es preocupada porque tiene dos horas menos para consumir bebidas alcohólicas en público. Por esas carencias básicas irresueltas es que algunas personas se desesperan y lanzan vivas al personaje, y lo extrañan diciendo: "aquí lo que hace falta es otro Trujillo". En realidad, ellos no soportarían una tiranía como la de Trujillo.
El tirano era lo más parecido a un semi-dios que uno pueda imaginarse, en esta pequeña isla; inclusive, su voluntad traspasaba las fronteras nuestras, e influía en muchos países del continente, con su "largo brazo". El catedrático español Jesús de Galíndez creyó que en la ciudad de New York estaba a salvo para criticar al gobernante dominicano; y todavía no se sabe lo que realmente le sucedió, y lo más probable es que nunca se sepa, pero el hecho es que lo "desaparecieron" de la faz de la tierra. Y él no fue ni el primero ni el último. Al final de la Era, Trujillo tuvo un fracaso espectacular con el atentado en contra del presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, el 24 de junio de 1960, el cual le costaría muy caro.
Si se analizan los documentales de la época, se podrá comprobar la tremenda fuerza visceral del tirano, mal llamado dictador, porque a él no se le concedieron poderes especiales durante 31 años, a raíz de un acontecimiento merecedor, como podría ser una guerra. Era tan descomunal su fuerza interna, que algunos subalternos se quedaban tan impactados ante su presencia, que perdían el habla, o mojaban los pantalones de puro miedo. ¿Qué otro líder dominicano ha provocado reacciones de esa magnitud? Cuando Balaguer "tronaba" también atemorizaba, pero no era comparable con el hombre fuerte de San Cristobal, por poner un ejemplo.
Trujillo tenía más capacidad de maniobra e independencia, que todos los que le han sucedido en el poder, y quizá, más que todos los que le precedieron; aunque sólo sea por el simple hecho de que gobernó durante un dilatado período con la deuda externa bajo control, o sea, sin esa espada de Damocles encima de su cabeza. Algunos historiadores afirman que en los 22 años de Balaguer fueron eliminadas más personas que en los 31 años de Trujillo; y otros aún no se ponen de acuerdo. De todas formas, habría que hacer un cálculo ponderado, teniendo en consideración que cuando Balaguer, la población era bastante superior, aunque gobernó por menos años. Las estadísticas son frías, a pesar de que trata de seres humanos.
Quien no quería servir al tirano y tenía medios de subsistencia independientes del gobierno, tenía forzosamente que quedarse muy callado, o marcharse del país, o bien, en su defecto, soportar de todo, incluso hasta la muerte. A raíz de la desaparición del "Jefe", se inició un "jueguito" pernicioso de "embarrar al otro y limpiarse uno, lo más que se pueda", como una manera de eliminar la competencia descalificando a los demás; pero de hecho, casi todos los que se quedaron aquí estaban embarrados de alguna manera, y si eran importantes en la sociedad, aún más.
Entre nosotros hay gente que ha hecho suya la "profesión" de anti-trujillista, con lo cual demuestran los mediocres que son, porque no han sabido hacer otra cosa en su vida, y han tenido que pasarse su existencia en función del tirano; y son tan estúpidos en su afán de vivir del cuento, que no se dan cuenta de que con esa actitud lo que hacen es enaltecer aún más la imagen del "Perínclito". Yo sé de algunos que imitan lo más que pueden al personaje supuestamente odiado.
Una de las tretas preferidas de Trujillo consistía en humillar a los otros con la finalidad de doblegar su voluntad, y luego les concedía privilegios, si se plegaban a su mando, si no los tenían ya. Entonces la gente hacía lo que él quería para evitar ser desconsiderada de nuevo. Evidentemente que eran personas que Trujillo quería poner a su servicio, y se mostraban reticentes y cautelosos. Ese ardid le funcionó hasta la noche del 30 de mayo del 1961, cuando varios de sus allegados hartos de tanta humillación, e impulsados además por otros factores, acabaron con el déspota.
De todas formas, RLTM ha sido el dominicano sobre quien más se ha escrito, y ya se han publicado más de un millar libros acerca de él; y lo más curioso es que se venden como el primer día, porque la gente todavía está ávida de datos, y perpleja acerca de cómo pudo lograr tanto poder. Y eso a pesar de que todavía hay temas importantísimos que no han sido tratados lo suficiente; como por ejemplo, la Conferencia de Cancilleres de la OEA que se celebró en San José de Costa Rica, en la cual sancionaron al régimen con un boycot por parte de los demás países del hemisferio, a raíz del atentado a Betancourt. Ese fue el verdadero principio del final. Tampoco se han publicado documentos de los sobornos que hacía a ciertos congresistas, y a connotados líderes políticos estadounidenses, y a otros cabilderos de Washington. Aquí nunca he sabido de que hayan encontrado restos humanos de los supuestos miles de haitianos que fueron asesinados en el 1937, ¿qué paso ahí?, o ¿cuántas fueron las víctimas? Ni siquiera los documentalistas dominicanos que presumen de historiadores, han podido ofrecer un poco de luz al respecto. ¿Por qué no se identifican y se hacen públicas las fotos de la Era que reposan en el Archivo General de la Nación? ¿Cuántos hijos procreó Trujillo, o quiénes son ahijados suyos? ¿Cuál es el origen de algunas fortunas familiares que datan de esa época? Son muchos los temas que están pendientes, y son además muy poderosos los intereses involucrados que no quieren que se sepan los hechos.
Para los dominicanos, la figura de Trujillo representa muchas cosas, porque él es más que un arquetipo, paradigma o modelo, por más que se le imite y se le envidie, aún después de muerto. Es incluso, más que un estereotipo, lo cual ocurre cuando el arquetipo es ampliamente conocido. Trujillo viene a ser el auténtico icono dominicano, un verdadero punto de referencia, porque de él es de quien más se habla y escribe; es emulado hasta la saciedad por todos todos los "pichones" de tirano que tenemos; es archiconocido aquí y en el extranjero; es muy rentable para los escritores y para aquellos que venden parafernalia trujillista, desde discos hasta fotos, pasando por los directores de cine; ha tenido una permanencia continuada en el tiempo; su trascendencia en la vida nacional está fuera de toda duda, ya que introdujo el capitalismo sobre todo para su beneficio personal, delimitó la frontera con Haití, creó la moneda dominicana y el Banco Central, y organizó nuestros ejércitos; su influencia es notoria todavía; su importancia ha sido reconocida por los historiadores quienes lo consideraron el personaje dominicano más importante del siglo XX; ¿qué más pruebas se pueden pedir después de 45 años de su desaparición? El "Padre de la Patria" es un símbolo nacional, porque encarna todas las virtudes y defectos del dominicano, elevados a la enésima potencia. Trujillo tenía de hecho, mucho más poder que decenas de líderes mundiales de países varias veces más grandes que el nuestro, con economías mucho más poderosas.
Desde la vertiente de la imagen, Trujillo estaba sorprendentemente muy al tanto de las modas a nivel mundial, sobre todo aquellas que le pudiesen incrementar su gran capacidad histriónica y de creación de impacto en los demás. Si se observan las fotos de la visita que hizo a Madrid el 3 de mayo de 1954, se podrá comprobar que le faltó poco para eclipsar totalmente a su compadre Franco, en cuanto a vestimenta se refiere. Lo raro fue que no se le ocurriera organizar en Santo Domingo, una Guardia Mora como la del caudillo español, con su característico e impactante toque de cornetines, y sus jinetes en briosos corceles de pura raza, adornados con una capa y un casco dorado, entre otros atavíos. La afición del "Benefactor" por el bicornio de plumas fue imitado por su hermano Hector Bienvenido, y por su alterego en esa época, Anselmo Paulino.
La "coquetería" cuasi-obsesiva del líder dominicano ha dado mucho de qué hablar, por igual; sus aficiones por ciertas marcas de perfumes y de bebidas; su maquillaje para aparecer en público; su gran pasión por las condecoraciones, y títulos enaltecedores en la prensa y fuera de ella; los retoques de las fotos que se reproducían durante la Era, poniéndolo más blanco de piel, con la nariz más perfilada y con el cabello lacio; los zapatos especiales para aparentar ser más alto, sus manías por los trajes deslumbrantes, las frases adulatorias que circulaban con su consentimiento, etc. ¡Imagínense si Trujillo hubiese conocido el Photoshop, y el Internet, de nuestra época! Hay gente que tuvo la oportunidad de verlo y/o de saludarlo, y aún lo recuerdan como el primer día. Eso no ha sucedido con los otros dirigentes dominicanos.
Pero la cosa no termina ahí, ya que además de su voz aflautada, se sabe que le encantaban mucho los chismes personales de sobremesa, y hay quienes creyeron ver un "pañuelo rojo de Candelo", asomandose en su bolsillo, lo cual demuestra las creencias que profesaba. También cuentan de su miedo a los truenos y a las tormentas eléctricas.
José Almoina en su libro titulado Una Satrapía en el Caribe, sostiene que Trujillo era bisexual. Es muy diícil de comprobar esto, porque no se saben a plenitud las motivaciones de Almoina; ahora bien, sí se conocen las debilidades y caprichos que Trujillo le concedió, por ejemplo, a Manuel de Moya Alonso, por ser un hombre apuesto; y todas las veleidades que le soportaba a Porfirio Rubirosa, el famoso playboy quien estuvo casado con su hija Flor de Oro.
A Rubirosa le llamaban cariñosamente Ruby, y además de practicar boxeo en su juventud, también era conocido internacionalmente como jugador de polo, y conductor de Fórmula Uno, aparte de su "trabajo" como diplomático, y de sus proezas sexuales. Según cuentan, era un hombre de cara ruda, pero de modales refinados. Nacido en San Francisco de Macorís en 1909, pasó varios años de su adolescencia en París, cuando su padre fue nombrado encargado de negocios. Cuando regresó al país a los 17 años, quiso estudiar derecho, pero abandonó los estudios para enlistarse en el ejército.
Rubirosa se casó con Flor de Oro en el 1932, y lo nombraron en Berlín, lo cual le sirvió de excusa para venderles visados y ofrecer "ayuda" a los judíos que querían escaparse de Europa, durante la guerra, y así logró sobrevivir, a pesar de haberse divorciado de Flor de Oro, motivado por sus frecuentes infidelidades.
Después que al tirano se le pasó el disgusto del divorcio de su hija, volvió a nombrar a Ruby en diferentes puestos. A Rubirosa se le vinculó sentimentalmente a numerosas mujeres ricas y famosas de su época, como Dolores del Río, Ava Gardner, Veronica Lake, Kim Novak, Eva Perón, Zsa Zsa Gabor, entre otras. Contrajo nupcias con Doris Duke; y también se casó con Barbara Hutton, de la que se divorció 53 días más tarde. Tanto la Duke, así como la Hutton le dejaron pequeñas fortunas al divorciarse, al igual, que propiedades desde aviones hasta establos de caballos, pasando por autos deportivos, y mansiones, y así por el estilo. A los 47 años se casó por última vez con una actriz francesa de 19 años llamada Odile Rodin, y estuvo casado con ella hasta su muerte en el Bosque de Boulogne de París, al chocar su auto deportivo contra un árbol, en 1965.
El nombre de Rubirosa es sinónimo de playboy en el mundo, al igual que el del otro conquistador llamado Casanova. Sus aventuras y desventuras han sido llevadas al cine y han acaparado el interés de varios escritores y biógrafos. Ruby tuvo un éxito fuera de serie con las mujeres que le interesaban, siempre haciendo alardes de una gran esplendidez, y sobre todo de mucha audacia y elegancia en el vestir.
Tanto Trujillo, así como también, Rubirosa, cada uno en diferente espacio, han dado mucho de qué hablar por sus conquistas e infidelidades; y ambos han servido de paradigmas y han sido imitados por los machos dominicanos y de otros países. Naturalmente, que no han podido ser superados, y es muy difícil que lo sean, tal como están las cosas.
Ahora, ya entrados en el siglo XXI, la sociedad dominicana está cambiando aceleradamente, y entre otras cosas, los jóvenes de sexo masculino cada vez estudian menos carreras universitarias, y eso está creando un grave desequilibrio social; lo que implica que las mujeres cada día ocupan más espacios en la carrera civil y en el aparato judicial, y paulatinamente, se van independizando económicamente de sus parejas, al conquistar las ya mencionadas posiciones burocráticas, y otros puestos de trabajo. Todo lo anterior provoca una disminución de la dependencia tradicional, de la mujer hacia el hombre. Este es un tema de suma importancia que debería de estar siendo analizado y discutido en nuestras universidades y ministerios correspondientes, hace tiempo. Porque, ¿qué están haciendo todos esos hombres que no estudian?
Y así tenemos que el modelo machista está en franco retroceso. Pero, ¿qué va a ocurrir en el país?, ¿aumentarán los divorcios o habrán menos matrimonios?, ¿se incrementará la delincuencia y el tráfico y consumo de drogas?, ¿tendrán las mujeres con ingresos que mantener a hombres vagos?, ¿practicarán más mujeres el lesbianismo?, ¿cuándo tendremos a una mujer en la primera jefatura del Estado?, ¿se iniciará un feminismo como contraparte del machismo, es decir, un machismo a la inversa? Yo francamente no tengo las respuestas, a estas y a otras preguntas no menos inquietantes.
De todas maneras Trujillo y Rubirosa permenecerán como los representantes de una "raza" en vías de extinción. Empero, ¿quién ha sido de los dos el auténtico "machómetro" dominicano?, es decir el metro con el que se mide el machismo. El primero conquistaba principalmente por el poder que ostentaba, y el segundo por sus habilidades personales. Para zanjar la cuestión digamos que Trujillo es el modelo interno, y Rubirosa es el paradigma externo. Así de fácil.