RIO DE JANEIRO, 30 sep (IPS) – La imagen de pilas de dinero en la portada de los diarios de este sábado y en los noticieros televisivos del viernes pueden definir el resultado de las elecciones de este domingo en Brasil, convertidas en una furiosa batalla a través de los medios de comunicación. El resultado de la gigantesca movilización de más de 100 millones de votantes en elecciones totalmente informatizadas, motivo de orgullo tecnológico para los brasileños, corre riesgo de se determinado por un caso policial o alterado posteriormente en la justicia.
El dinero exhibido por los medios –1,16 millones de reales (equivalente a 534.000 dólares) y 248.800 dólares–, fueron requisados por la Policía Federal el 15 de septiembre a dos hombres vinculados al gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
De acuerdo con las versiones periodísticas, esa fortuna tenía como destino la compra de un "dossier" en poder de empresarios con supuestas pruebas de corrupción de candidatos del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
El PT intentó, sin éxito, impedir la divulgación de esas imágenes. El Tribunal Superior Electoral (TSE), que conduce los comicios, rechazó el pedido, con el argumento de que las fotos trascendieron ilegalmente de una investigación bajo secreto judicial a cargo de la Policía Federal.
El partido gobernante decidió entonces pedir judicialmente la impugnación del candidato presidencial del PSDB, Geraldo Alckmin, alegando el uso indebido de hechos extraelectorales y de medios de comunicación para amenazar la reelección del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas.
El TSE puede pasar de cuerpo regulador a decisorio, pues el PSDB y su coligado Partido del Frente Liberal (PFL) ya le habían pedido investigar la relación de Lula con el "escándalo del dossier", con el objetivo de impugnar posteriormente una probable reelección.
La oposición acusa la Policía Federal, subordinada al Ministerio de Justicia, de demorar las investigaciones y ocultar hechos, como las fotos del dinero, para favorecer al presidente.
Pero la policía es "del Estado, no del gobierno", observó su jefe en Sao Paulo, Geraldo de Araújo, al explicar la orientación de evitar la divulgación de las fotos para no interferir en las elecciones.
Una investigación interna en la Policía Federal procurará identificar a quien entregó las fotos a la prensa, contrariando órdenes superiores. La pelea política infiltrada en ese órgano policial podría quizás determinar el resultado de la primera vuelta electoral de este domingo, si se repiten efectos de un caso similar.
En marzo de 2002, fotos de una gran cantidad de dinero destruyeron la precandidatura de Roseana Sarney, a quien las encuestas apuntaban entonces como favorita para las elecciones presidenciales en las que luego triunfó Lula.
El dinero, sin origen justificable, fue encontrado por la misma Policía Federal en una empresa de la actual senadora y candidata favorita a gobernadora del estado de Maranhao.
La ausencia del presidente Lula en un debate televisivo el jueves de noche es otro factor con que cuenta la oposición para impedir que el presidente obtenga la mayoría absoluta de los votos válidos que le aseguraría la reelección este domingo.
Hoy, Lula cuenta con una pequeña ventaja y la intención de voto en su favor va en descenso según las últimas encuestas.
Las acusaciones de cobardía, corrupción y falta de respeto al electorado por su inasistencia al debate fueron repetidas por los tres principales candidatos opositores en el debate y ampliamente reproducidos en la prensa.
Los brasileños votarán así en un clima de intrigas. Nada se sabe aún, por ejemplo, sobre el "dossier" con supuestas informaciones contra Alckmin y el candidato favorito al gobierno del estado de Sao Paulo, el socialdemócrata José Serra.
Los documentos estarían en poder de la Policía Federal. Un comisario dijo que suman 2.000 páginas y comprueban corrupción en "todos los partidos".
Entre los misterios, inquieta a los opositores y analistas el hecho de que Lula mantenga su popularidad después de los escándalos de corrupción y dinero ilegal que se acumulan desde 2004 en su gobierno y sus campañas electorales, por las que cayeron varios de sus ministros y de los principales dirigentes del PT.
No se comprobó su participación directa o su conocimiento de los delitos de sus colaboradores, pero la mayoría de los entrevistados por las encuestas creen que hay corrupción en el gobierno y que el presidente sabe de estos hechos, según las encuestas.
Los últimos sondeos indican, por ejemplo, que en el nororiental estado de Maranhao Lula goza de la preferencia de dos tercios de los votantes. El presidente es originario de la región nordestina, la más pobre de Brasil.
"Los escándalos solo influyen en las personas más informadas", que son pocas en un estado donde la mitad de los trabajadores ganan menos de un salario mínimo (equivalente a 160 dólares) y en el que millones de miserables votan por candidatos que les ofrecen algún dinero para sobrevivir, explicó a IPS el productor cultural Mauricio Miguel, residente en Maranhao.
Lula podría obtener cerca de 70 por ciento de los votos de Maranhao gracias a sus "programas sociales, como Beca-Familia y Luz Para Todos, y por vender la imagen de pobre y nordestino", además del rechazo de la población local a los políticos de Sao Paulo, como Alckmin, sostuvo Miguel.
Además, Lula cuenta con el apoyo de la familia Sarney, que domina la política local desde hace cuatro décadas, e incluso con el de Roseana Sarney, candidata a gobernadora por un partido como el PFL, que ejerce una dura oposición, acotó.
Esa contradicción es posible porque la gente vota por personas, no en partidos.
Las elecciones constituyen una fuente de ingresos para muchos desempleados, que en Maranhao ganan entre 15 y 25 reales (de siete a 11,50 dólares) para enarbolar banderas o carteles de candidatos durante la campaña o este domingo cerca de los locales de votación.
En Río de Janeiro se paga un poco más. Madalena Costa, empleada doméstica, ganará 40 reales (18,40 dólares) por agitar la bandera de una candidata a diputada durante siete horas el domingo, pero no le dará su voto, aseguró.
Estas son elecciones "desanimadas", sin la agitación de las anteriores, porque la gente no le cree a los políticos y desapareció la esperanza que habían despertado Lula y su PT, dijo a IPS.
Los ciudadanos habilitados para votar este domingo son 125,9 millones. Como el voto es obligatorio en Brasil, bajo pena de perder derechos como el de participar en concursos por empleos públicos y recibir beneficios públicos, la abstención es tradicionalmente baja, de cerca de 20 por ciento o menos cuando la disputa es intensa.
La votación se realizará en 380.945 "urnas electrónicas", aparatos en los que el elector presiona los números de los candidatos elegidos, una invención brasileña que se ha extendido a otros países, en algunos casos, como el de Paraguay, con equipos prestados por Brasil.(FIN/2006)