Las elecciones en Brasil, el país más grande de América Latina, con más de 8 millones 547 mil kilómetros cuadrados de territorio y alrededor de 180 millones de habitantes, constituyen una verdadera fiesta democrática. En Brasil el voto es obligatorio. No excluye a ningún ciudadano civil o militar. El que se abstiene no goza de los múltiples privilegios o derechos que brinda el Estado. Votar es responsabilidad ciudadana, porque en las elecciones está en juego el sistema que legitima al gobierno.
En las elecciones pasadas se instalaron 91 mil centros y 255 mil mesas electorales (computadoras) para que más de 125 millones de brasileños eligieran al presidente y a los gobernadores de estados, entre otras autoridades. ¡Y no hubo un solo incidente en todo el país! A las diez de la noche, poco más, poco menos, ya todos los brasileños sabían los resultados, a pesar de la diferencia de dos horas entre determinadas regiones del país. A esa hora, sentado en su casa viendo la televisión, ya el presidente Lula sabía que tenía que ir a una segunda vuelta. No hubo muertos, apresados, robos de urnas, secuestros, ni nada de lo que siempre sucede en nuestro país.
El sistema electoral de Brasil, totalmente electrónico, goza de la confianza absoluta de candidatos y electores.
Varios periodistas dominicanos fuimos invitados como observadores. La experiencia no pudo ser más gratificante. En Puerto Alegre, donde votan más de 7 millones de personas, acudimos a tres centros. Primero fuimos a un sector pobre, luego a uno de clase media y finalmente donde vota la gente de mayor nivel económico. En todos los casos las filas eran enormes. La disciplina y la alegría no dejaban lugar a dudas. Los únicos militares que vimos en todo el recorrido, tres en total, andaban con nosotros. No vimos delegados políticos en los centros de votaciones molestando y creando situaciones difíciles. No había tensión, ni temor.
Muchos van a votar en familia, incluyendo a los niños que acompañan a sus padres hasta la urna. En muchos casos son los niños quienes marcan los números de los candidatos. En los centros de votación no hay pleitos entre delegados. No se producen impugnaciones. Nadie se queja, ni denuncia un "fraude colosal". Nadie pide recontar votos, ni revisar actas. Los resultados son aceptados por todos los candidatos y los ciudadanos. Algunos candidatos perdieron por márgenes muy escasos. Y sin embargo aceptaron la derrota dignamente.
La campaña electoral está regulada por ley. Las ciudades no pueden ser embadurnadas. Los candidatos se promueven con los números asignados por el tribunal electoral, muy difundidos, porque así la gente podrá votar por ellos en las computadoras.
Votar con las máquinas es muy fácil, incluso para los que no saben leer y escribir, pero conocen los números, pues tienen teléfono, juegan lotería o manejan dinero.
Votar es muy fácil. Un ciudadano vota en menos de un minuto cuando tiene que escoger entre muchos. En la segunda vuelta brasileña, votar será cosa de 10 o 15 segundos.
El sistema de votación de Brasil no permite fraudes. Las computadoras están diseñadas para que las elecciones sean altamente confiables, inobjetables, como en efecto lo son, ya que cuentan con su propio sistema de energía y no están conectadas a la red de Internet… Cada computadora es única, con un sistema de seguridad inviolable.
En la República Dominicana está aprobado el voto electrónico. Se hará con máquinas fabricadas en Brasil con una tecnología incluso más avanzada y confiable, porque los expertos en informática de ese país han tomado en cuenta la falta de experiencia del sistema computarizado de nuestro país. Quiere decir que con un poco de ayuda de los partidos, de la sociedad civil, de las iglesias y de los medios de comunicación, todos los dominicanos, no importa su condición social, podrán votar en las próximas elecciones, para terminar con el trauma electoral, con los sobresaltos y las angustias. Sólo hace falta voluntad política, sólo hace falta empujar el carro del Estado hacía la modernidad, hacia la institucionalidad y hacia el respeto de la Constitución y las leyes.
El voto electrónico es una garantía de la voluntad popular. Apoyar el voto electrónico, es contribuir con la paz social. Lo vi y lo viví en Brasil.