Christopher Hartley Sartorius, es un cura de origen español (su padre es inglés y su madre española), que hace ocho años nos lo enviaron desde Nueva York a servir como pastor de almas en la parroquia de San José de Los Llanos en la provincia de San Pedro de Macorís y se convirtió en enemigo del pueblo dominicano. En comunión con el cura de origen belga Pedro Ruquoy, inició una campaña malediciente contra el país, que llevó a que este fuera condenado por la Corte Interamericana de los derechos Humanos, sin ninguna justificación, por supuestamente negar la nacionalidad a dos niñas haitianas, de padres haitianos, que lo único que hicieron fue cruzar la frontera de manera ilegal y dar a luz en un hospital dominicano.
Además, divulgó vídeos con supuestos niños explotados en los cañaverales de la región Este del país, en cadenas de televisión y periódicos de Estados Unidos y Europa, en los que acusaba al pueblo, gobierno y los empresarios dominicanos de practicar la esclavitud en el sector agroindustrial.
Hartley, Ruquoy, el padre Antonio, cura párroco de El Puerto, (quien ya fue trasladado para Africa al igual que Ruquoy), eran más que sacerdotes católicos, agentes de potencias extranjeras que desde hace tiempo buscan la fusión de República Dominicana y Haití, y por lo que reciben cuantiosos recursos de organizaciones europeas, españolas y de occidente, con los aviesos fines de destruir la nacionalidad dominicana.
En el municipio de Los Llanos, sus bateyes y en toda la geografía de la provincia de San Pedro de Macorís, el cura Hartley había utilizado a los haitianos ilegales, no solo para recibir cuantiosas ayudas de gobiernos extranjeros y Organizaciones No Gubernamentales, sino para crear el terror de los dominicanos que se opusieran a sus fines maléficos.
El mismo cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, tronó en la ocasión, cuando el cura Hartley publicitó un vídeo en canales nacionales e internacionales de un montaje de niños trabajando en los cañaverales y un supuesto guardacampestre con un látigo en la mano, escenificando con esto un supuesto trato esclavo en nuestro país contra pobres menores haitianos. Luego se supo, que el cura Hartley le pagó a unos menores haitianos de Boca Chica para que posaran ante las cámaras en un cañaveral.
Ese cura, que se arrogaba el derecho de soltar criminales de las cárceles del Este, sólo porque eran haitianos; que construía casas con dinero de agencias extranjeras en terrenos del Estado Dominicano y las entregaba a ciudadanos haitianos ilegales; que mantenía varios comedores para dar comida sólo a los haitianos; que creó un asilo solo para los ancianos haitianos; y que prohibió a los haitianos legales e ilegales cortar caña de los ingenios, porque la intención era destruir la industria azucarera del país.
Hay que hacer constar en este rosario de inequidades, que nunca un dominicano recibió nada del cura Christopher Hartley; que cuando unos pobres indigentes del batey Gautier, con más derecho que nadie a una vivienda en terrenos del CEA porque todos había dado lo mejor de su vida para esa institución, trataron de ocupar una parte de loas casas construidas por el cura, fueron sacados con la policía y sometidos a la acción de la justicia, caso que aun está pendiente en la cámara correspondiente de San Pedro de Macorís. Ni uno solo de ellos fue agraciado con una vivienda, porque todas se las repartió Hartley a haitianos que sacó de bateyes cercanos.
Esa figura, que se jacta de ser miembro de la realeza española y que por dicha causa la embajadora de esa nación europea llamó a ocho soldados españoles de puesto en Fort Liberté en Haití, en franca violación a la Soberanía Nacional, para que vinieran a Los Llanos, armados para la guerra, a proteger al cura Hartley porque el pueblo estaba protestando en su contra y pidiendo que se fuera junto a sus haitianos del país, se va el próximo día 22 de este mes, presumiblemente a el Bronx, donde prestó servicio durante 13 años en una parroquia.
Cuídense allá, de los planes que lleve Hartley para realizar en el Bronx o donde lo manden. Aquí ya lo conocemos y podremos desde ahora respirar tranquilos, porque la paz, el trabajo y la tranquilidad volverán a los bateyes del Este y a Los Llanos y el país estará libre de sus maquinaciones fusionistas y sus denuncias tremendistas de esclavitud en el siglo XX..