La ciudad de Santiago, en la que hace 54 años nací y donde prácticamente he vivido toda mi existencia, ha sido históricamente cuna de grandes hombres y mujeres, muchos de nombres sonoros, otros con identidades relativamente conocidas y los más sepultados en el anonimato que decreta la sociedad y el tiempo. Muchos amigos tengo que, perteneciendo a los segmentos de pocos conocidos o al grupo de desconocidos, han preferido rehacer sus vidas marchando hacia naciones como los Estados Unidos. Allí unos han logrado convertir en realidad sus sueños, otros han sucumbido en el intento pero, unos y otros siguen siendo mis amigos.
Sócrates Regalado se abrió camino a fuerza de puro coraje, primero como propulsor de las luchas por las reivindicaciones sociales y luego como locutor musical y de noticias. En todas las facetas dejó positivas huellas pero hace años decidió irse a “la tierra de las oportunidades” y allá está lleno de gozo, porque los rieles de la vida lo llevaron a conocer a Cristo y hoy es pastor de la Congregación Maranatha.
Hace algunos días, recibí un correo electrónico de Sócrates cuyo texto lo encontré tan interesante, que me permito compartirlo con cada uno de los lectores de esta columna. He aquí el texto:
“La niñez es una etapa preciosa en la que formamos lo que seremos en el futuro. Trasciende todo lo que nos queda por vivir y cada cosa que hacemos lleva el impulso de los años de esa etapa inolvidable que nos arrulló en su seno.
El destacado e influyente científico Albert Einstein, quien tantos aportes hizo para el desarrollo de la ciencia, dijo: "La palabra progreso no tiene sentido mientras haya niños infelices". La infancia es materia prima y potencial semilla para el progreso de una nación, posee elementos dignos y nobles, a la espera de una clase gobernante que los asista y los hagan concurrentes del bienestar y progreso del país.
En la inocencia hay que empezar a sembrar, hay que fertilizar ese sector de la Patria, no sigamos indiferentes ante los tantos abusos que se cometen en contra de su porvenir. Acércate y socórrelo, "de los tales", dijo El Señor Jesús, "es el reino de los cielos".
Son un oasis, descanso, refugio, mundo diferente, no tienen resentimientos, son bellos, importantes, abdicar a la herencia de Jehová, No se corresponde con el ser que ÉL creó a su imagen y semejanza.
Hay que reconocer que como Estado hemos fallado y como familia tenemos desproporción y desequilibrio, por lo que hay que equilibrar, armonizar y adecuar. Recientemente, mi nieta en ley, Brianna de 6 años, se me acercó tomando mi mano izquierda, plantó un beso, lo protegió empujando mis dedos hasta cerrar por completo, asegurándose que el beso no se iría, y me dijo:"Donde quiera que vayas, ese beso irá contigo".
Sentí entre ella y yo un amor indisoluble, que me hizo renacer, rejuvenecer, llevándome al año 1971, cuando Joan Manuel Serrat compuso unas letras muy personales y evocativas y que tituló “Aquellas pequeñas cosas”. Aquí las comparto”:
Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón.
Como un ladrón te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como hojas muertas.
Que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.