De la leyenda del donjuán, realidad y mito, ha hecho la literatura una marioneta, haciéndole pagar por la vía del plagio artístico, sus imperdonables afrentas, que en muchos casos, llegan a niveles del descaro, la impunidad y la impudicia, como las que cometía nuestro donjuán por excelencia, Porfirio Ruborosa, “Rubí” (1909-1965). Pero “El donjuán” tiene su versión feminista, “La donjuana” que en nuestro caso puede traducirse en “megadivas”, esa pléyade de beldades terribles “mujeres hembras”, dominicanas que en lugar de pantalones y sables terciados en sus faldas como la “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos (1884-1969), o mi tía Cándida Tejada (1913-1943) cuando era soltera, andan hoy como la versión femenina del “latin lover”, asediando plantas televisivas, mentideros sociales, el jet set y el show bussine.
LOS DONUANES LITERARIOS.- Artísticamente, según nos lo presenta la literatura, el primer “donjuán” fue “El burlador de Sevilla y Convidado de Piedra”, del español fray Gabriel Téllez, mejor conocido como Tirso de Molina (1583-1648), hijo “ilegítimo” del Duque de Osuna (1537-1590), y quien anduvo por Santo Domingo (la antigua Española), entre 1616 y 1618 y donde incluso fue profesor de teología durante tres años en la antigua Universidad, hoy autónoma y primera del Nuevo Mundo. El Burlador de Sevilla, tuvo en su tiempo otra versión por refundición con “La estrella de Sevilla” de Lope de Vega (1562-1635), bajo el título de “Tan largo me lo fiais”, atribuida Andrés de Claramonte, (1580-1626) (con fama de plagiario) y desde entonces, más que un plagio repetitivo en el teatro, la literatura, la música y el cine, se ha convertido en una marioneta, a tal grado que hasta el triste y atormentado Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), el de “Réquiem”, lo trabajó estando en Praga en 1768, en una opera famosísima titulada “Don Giovanni, Il dissoluto punito”, «Dramma Giocoso inspirado en don Juan, estrenada en el Teatro Nacional de la hoy capital de la República Checa, el 29 de octubre de 1787. En su oportunidad la òpera fue calificada por Soren Kierkegaard (1813-1855) como “la mejor obra de arte jamás realizada".
En tanto, que la primera “donjuana”, fue la “Carmen”, del francés Pròsper Marimèe (1803-1870), la misma Carmen que generó una larga historia de plagios a través del género de habanera que comenzó en Europa y terminó en América de lo que ya les hablamos.
DONJUANES DE LA VIDA REAL.- En la vida real, la versión antigua de Porfirio Rubirosa, llamado a la moderna “El primer playboy”, lo fue Giacomo Casanova (1725-1798), pasionario de la aventura, la caza y amante de los trofeos, que para un don Juan son iguales a un acto de amor y desamor, las artes de cómo alcanzar la presa, así como el corazón de una mujer, aunque, a veces, como el Cazador Cazado” o como “Cazàn el Cazador”, del que no se ha vuelto a tener noticias, se pierda la vida en el empeño.
Pero Giacomo Casanova, no fue el típico cazador que se detiene en los detalles para seguir a su presa, ni el que luego, como Geovanni Morelli (1816-1891), cual médico anatomista, usa el paradigma de los indicios para “develar lo velado en la plástica”, sino, que a la vieja usanza, fue, algo así, como un Baudilio Febles (1923-1979), nuestro otro “donjuán menos conocido, pero similar a Rubí, carismático, pendenciero y vividor, como bien nos lo destaca Jaime Royo-Villanova en su libro “El último Playboy”, una biografía novelada que repasa las vivencias en París, Francia, del que fuera primer esposo de Flor de Oro ( 1929-1975), la hija mayor del sátrapa dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina (1891-1961), el mismo que se mofaba de ser el papá de los “donjuanes” y no era más que un vulgar violador de niñas desamparadas e hijas de alabarderos.
EL CASANOVA.- Su nombre completo era Giovanni Giacomo Girolamo Casanova, un personaje de la vida real, que antes del mito extraído de su autobiografía “La historia de mi vida”, fue hijo de cómicos en Venecia donde nació, amante del arte, la ciencia, la religión y la magia, por lo que fue fraile, poeta, músico, filósofo y cuantas profesiones y oficios se le antojaron para su conveniencia, como ser espía de prestigio en los círculos aristocráticos, pájaro clandestino de mal agüero y destrozador de corazones de las más de 500 mujeres a las que amó, olvidó o abandonó en ciudades y puertos desconocidos, en su calidad de aventurero y libertino. Una de ellas fue “La gringa”, que ya vieja y ciega se resistía a morir en Beltrán sin antes encontrase de nuevo con su antiguo amante Giacomo, en la misma Venecia, según se narra en la magnífica obra teatral del brasileño Jorge Accame. Otra amante enloquecida sería Manon Balletti, la hija adolescente de unos actores italianos instalados en Francia que le escribe 42 cartas de amor, en una de las cuales le dice: "Serás mi amante, mi marido, mi amigo… lo que tú quieras, pero estaremos juntos para siempre".
No obstante, como todos los mujeriegos, sin escrúpulos, Giacomo tuvo su dominadora. Tratàbase de Marcel Henriette, de la que se enamora locamente debido a que fue la única que no le correspondió. Todo lo que queda de ese amor es un billete amarillento en el que únicamente está la despedida del adiós.
De Casanova se han escrito miles de historias y rodado decenas de películas, como la Lasse Hallstrom (2005) interpretada por Heath Ledger y Sienna Millar. La primera de esas películas fue “Casanova” de 1818, dirigida e interpretada por Alfred Deèsy y “Casanova” (1976) de Federico Fellini (1922- 1993), interpretado por el canadiense Donald Sutherland (1935). Todos los actores que lo han interpretado han sido sex symbol como Heath Ledger, Donald Sutherland, Iván Mosjoukine, Marcello Mastroianni, Tony Curtis, Frank Finlay Alain Delon.
SUS ANDANZAS.- En su aventurar por tierras desconocidas y en un símil irónico de Ruborosa, Casanova conoció todos los oficios del arte de sobrevivir: Gran Maestre de la masonería, enfermero de nobles que se curaban con las vivísimas narraciones del véneto y mago fallido que intentó cambiar de sexo a Madame d'Urfé, su “Loca Sublime”, que tenía plata y vivía frustrada por su condición secundaria de mujer jamás tomada en consideración. A èsta, que lo amaba entrañablemente, le prometió el hijo que no le podía dar, ya que al igual a Ruborosa, Casanova era estéril. Otras fueron la bella Bettina, hija pequeña de su preceptor; Angiola Calori, Caterina Carpeta, la baronesa de Roll, Marianne Charpillon y Marianne Corticelli que fue la prostituta que lo chantajeó.
En su memoria, Casanova afirmaba que “He sido toda mi vida, una victima de mis sentidos, pero sólo el hombre voluptuoso, como lo he sido sin saber las razones, es el único que puede ser feliz”. Agregaba que "Todo lo que he hecho a lo largo de mi vida, sea bueno o malo, lo he hecho libremente, ya que soy un hombre libre". Y reconocía que le encantaban las mujeres ajenas pero bellas, y las feas con dinero”, por lo que en con frecuencia le tocó lidiar con esposas de maridos celosos y todo lo resolvía apelando a cuartadas y estratagemas como aquella utilizada junto a varios de sus amigos, cuando en el puente de los Tres Arcos, en su propia Venecia, detuvo a un hombre, haciéndose pasar por policía, confinándolo en isla de San Giorgio -a poca distancia de la plaza de San Marcos- con el fin de dificultar su vuelta y tener así tiempo suficiente para pasar la noche con la esposa de la víctima.
Casanova contaba con 21 años cuando en su Venecia, fue contratado para tocar el violín en unas bodas que se celebró en el Palazzo Soranzo, de San Polo y fue tal la impresión que causó en la desposada, que llegó primero que el marido al lecho nupcial.
Dicen que también amó a Marianne Charpillon, una cortesana de lujo en Londres, por la que alguna vez pensó en suicidarse, pensando en Marcel Henriette. Por su amor, Giacomo está dispuesto a arrojarse al Támesis con los bolsillos llenos de plomo y de ella dice: «El día que la conocí empecé a morir. Tenía yo 38 años».
En sus memorias narra que sus aventuras lo llevaron, muchas veces a ser engañado como le sucedió con una tal Bellino, un hombre que vestido de travesti, se le hizo pasar por mujer pero que por igual se enredó para variar y balancear sus emociones. “Total, fue de noche y ojos que no ven corazón que late cuales las manecillas de reloj sin importar nociones”.
También seria amante de una monja del Convento de Santa María de los Ángeles en la isla de Murano. “La novicia salía con máscara veneciana para encontrarse con el embajador francés cuando se enamoró de Casanova. A partir de ese momento, y hasta que Giacomo es apresado por la Inquisición y encerrado en los famosos Piombi, el conquistador hace todas las noches el trayecto en góndola hasta la isla para ver a su amada de tórrido ardor monástico”.
A pesar de que nació de una relación extraconyugal de su madre, la actriz Giovanna Farussi y el noble Michele Grimani, fue reconocido como propio por el esposo de ella, el también actor Gaetano, que le cedió el mítico apellido. Al final, a los 73 años, en Bohemia y no en su Venecia, murió de muerte natural y no trágicamente como ocurrió con Ruborosa y ocurre y llevan casi siempre como una fijación en su mente, todos los donjuanes.
RUBIROSA.- El dominicano Porfirio Ruborosa “Rubì” parece ser el émulo del Casanova. Y de ambos hay que decir, que como personajes de la vida real, superaron en aventuras el mito literario del “don Juan” que se inició con la obra de Tirso de Molina. Oriundo de San Francisco de Macorís, e hijo de un general del ejército, Rubirosa salió del país hacia Francia en 1930, en donde su padre había sido nombrado jefe de la misión dominicana. Allí recibió dos años de educación universitaia. A su vuelta a Santo Domingo ingresó al Ejército Nacional y en 1932 era ya teniente al servicio del cuerpo de los militares que protegían a Trujillo. Dos años más tarde ostentaba el rango de capitán asignado al socorro de campo de la tiranía, tiempo que aprovechó para satisfacer los caprichos de Flor de Oro Trujillo Ledesma, la hija mayor del tirano (procreada con Amnita Ledesma), con quien se casaría luego. Se sabe que Flor de Oro, (que frustrada por su divorcio con Rubirosa llegó a casarse otras siete veces), le grabó una cinta a su amiga Maritza Quiñones contándole su vida, que incluye su primera noche de bodas con el Playboy: "Fuimos llevados a un bungalow en los terrenos del palacio. Todavía llevaba puesto mi traje de bodas para que mi madre (que no fue invitada a la boda) pudiera verme con él antes de perder mi virginidad… El me llevó al lecho nupcial, estaba asustada con esa cosa apuntándome… Me asusté y corrí por toda la casa". Flor de Oro dijo que le duró una semana recuperarse de esa noche.
Alardeando de su condición de macho, de Rubirosa diría el propio Trujillo cuando lo nombró para el servicio exterior en Bèlgica: “Aunque es un mentiroso puede ser un excelente diplomático, porque como a mí, las mujeres lo adoran”.
En su desandar por el mundo, Ruborosa fue boxeador, piloto de aviones, corredor de Fórmula 1, espía al servicio del trujillasto, jugador de polo y buscador de tesoros, llegándose a casar con dos de las mujeres más ricas del planeta, una detrás de la otra, como Doris Duke y Bárbara Hutton, además de ser amante de las divas de Hollywood, Dolores del Río (1905-1983), Ava Lavinia Gardner (1922-1990), Jane Mansfield (Vera Jayne Palmer,1933-1967), Verónica Lake (Constance Frances Marie Ockelman, 1919-1973) y la húngara Zsa Zsa Gabor (Sari, 1917) actriz, de la que se dice, nunca olvidó al dominicano.
De La Duke, amante del jazz y con la que casó en 1947, se dice que estaba tan enamorada que le hizo regalos que incluían un bombardero B-25 adaptado, que él mismo pilotaba, una mansión en Francia y medio millón de dólares. Dos años después, y con algún que otro romance en medio, conoció a La Hutton “La pobre niña rica”, heredera del imperio Woolworth, la cadena de tiendas de todo a 100 de la época. Su matrimonio sólo duró 73 días, tiempo suficiente para hacerse con varios millones de dólares, fincas en Santo Domingo, cinco caballos pura sangre, además de 40 trajes y 20 pares de zapatos, que le valieron el título del hombre mejor vestido de América.
Luego se casó con Danielle Darrieux (1917), la actriz mejor pagada del cine francés cuyo matrimonio duró poco. La última de sus esposas, su viuda oficial, fue Odile Rodin, a la que llevaba 29 años, la única sin dinero y, para muchos, el único amor de su vida.
Ninguna mujer se le resistía y con cada nueva conquista aumentaba la leyenda como lo dice la canción: “Rubirosa tiene una cosa/ que no sé qué será/ qué será/ qué será/ lo que tiene Rubirosa”.
El solía decir que era mejor morir rico y contento que vivir pobre, aburrido y viejo, y quizás por ello, muchos creen que se suicidó cuando el carro Ferrari que conducía por la avenida de la Reina Margarita de París, en 1965, se estrelló contra un árbol, dejándolo sin respiración sobre el volante.
Cuatro años después, en diciembre de 1969, sería Ranfis (Rafael Leonidas Trujillo Martínez) el hijo mayor del tirano, mezcla de su padre y del propio Ribirosa a quien admiraba, que correría la misma suerte, esta vez, al precipitarse el vehiculo que conducía por una carretera de las afueras de Madrid, España, en donde, bajo la protección del régimen franquista, se dedicó a los placeres terrenales (mujeres, orgías, coche, viajes, etc.), como en los mejores años de la dictadura (cuando al igual que su padre, desfloraba muchachitas y compartía romances con las actrices más famosas de Hollywood. Así terminó Ranfis, nombre que le había puesto su madre María Martínez, sacándolo precisamente de uno de los personajes de la célebre opera Aída, de Giuseppe Verdi, de la que también les hablamos, en la que otro personaje se llama Radhamès, nombre que le fue puesto al otro hijo del tirano (Radhamès) de quien se dice, fue eliminado en la década de los 90s. por mafiosos del narcotráfico de Colombia y Panamá a quienes se había aliado ante sus dificultades económicas.
Cuando una vez le preguntaron a Rubirosa por su fama con las féminas, contestó: "Entre otros señores y yo hay una gran diferencia: ellos pagan a las mujeres, las mujeres me pagan a mí”. Se dice que en su cama estuvieron hasta Patricia Kennedy (1924) hermana del ex presidente John F Kennedy, Eva –Duarte- Perón (1919-1952) y Marilyn Monroe (1926-1962) que en la vida real fue mas que una donjuana”.
Truman Capote (1924-1984) describió en su novela inconclusa “Answered Prayers”, que el principal atributo de Rubi era como una "macana café con leche de once pulgadas, tan grueso como una muñeca de hombre". Su constante estado de erección le ganó el apodo de "siempre listo". Cuando le preguntaron que comparara el miembro de Rubirosa con los zapatos número 11 usados por el escritor, reconoció que los zapatos eran más pequeños.
De la vida de Rubirosa se hizo un documental y ya se habla de una película de nombre “Rubì”, a cargo de la productora Sierralta Entertaiment Group, en la que actuarían como Rubirosa, Antonio Banderas y como Flor de Oro, Salma Hayek. Lo cierto es, que mientras el tema de “El Casanova”, a propósito del playboy italiano, se agota, el mito de Ruborosa, en calidad de “Rubì” o “El primer playboy”, adquiere renovado interés y valor para el cine y la literatura, a pesar de que el personaje, esta vez sacado de la vida real, es otra versión del repetitivo “don Juan”, del que seguiremos hablando en la próxima entrega en su más de mil versiones.