Que no estuviera rodeada de esa parafernalia publicitaria que acompañan actos del presidente Leonel Fernández evidencia que no estaba en la agenda del Palacio Nacional la entrevista del 25 de este mes con el presidente George W. Bush. Por lo tanto, las enigmáticas circunstancias que rodean la invitación, se prestan a múltiples especulaciones. Pero de entrada es obvio que los motivos no son los mismos que llevaron al director de la Oficina Federal de Investigaciones (FMI), Robert Mueller, a aquella misteriosa visita a República Dominicana para entrevistarse con el doctor Fernández.
En esta ocasión, el interés de Washington puede que ande por otro lado, específicamente por esa área de la geopolítica que tiene en el petróleo de Venezuela y en el mercado estadounidense a sus pilares básicos. Es por esa vertiente que sin duda alguna transita la convocatoria de la Casa Blanca al gobernante dominicano para ciertamente examinar las relaciones bilaterales, pero no en términos comerciales, sino políticos. La ocasión es la disputa por un escaño en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que ha vuelto a enfrentar a Hugo Chávez y Bush, y de la cual no se han podido librar potencias de la región como Argentina, Chile, Brasil, México y Colombia.
República Dominicana no se ha definido públicamente con Venezuela, a la cual está atada a través de Petrocaribe, ni con Guatemala, cuya candidatura es impulsada por Washington. Su estrategia ha sido, en lugar de comprometerse, lanzar sus aspiraciones para 2007, como una forma de surgir como opción ante eventual impasse en las votaciones.
Pero Bush, que ve con preocupación la incidencia de Venezuela en los procesos políticos de América Latina, por ahora quiere el voto de República Dominicana. Y por eso invita al gobernante a una visita oficial a la Casa Blanca, la cual el preidente Fernández puede aprovechar muy bien en beneficio del país. Pudiera surgir cierto riesgo con Venezuela, sobre todo en cuanto a Petrocaribe, dado que el país tendría que hacer algunas concesiones.
Antes, había estado en la Casa Blanca el presidente peruano Alan García, quien probablemente forzado por las circunstancias tuvo que fustigar "el fundamentalismo andino" que representarían en la región Evo Morales, en Bolivia, y Chávez. Con esas declaraciones, aunque el líder aprista retornara al poder en brazos de la oligarquía, puede gobernar sin susto.
El problema para el presidente Fernández es que parece en una difícil disyuntiva por las vitales dependencias del acuerdo a través del cual Venezuela otorga facilidades crediticias en el suministro de petróleo y por las relaciones comerciales con Estados Unidos. ¿Qué pasaría si en lugar de decidirse a favor de Venezuela o Guatemala opta por abstenerse, sólo para no comprometerse? Sabrá Dios.
Es verdad que hay muchos problemas con Estados Unidos, como se ha evidenciado en las frecuentes denuncias de diplomáticos de ese país, pero en estos momentos la invitación para visitar la Casa Blanca es, más que una oportunidad, un verdadero lío.