PANAMÁ, 17 oct (IPS) – Un jarabe genérico recetado para la tos se ha convertido en el principal sospechoso de un envenenamiento colectivo en Panamá. El dietilenglicol, identificado como su ingrediente letal, tiene un extenso prontuario. ¿Error? ¿Mano criminal? Aún no se sabe.
Cincuenta y una personas afectadas, 22 de ellas muertas. Ese era, al lunes, el saldo de víctimas del síndrome de insuficiencia renal aguda inespecífica, como lo han llamado las autoridades panameñas.
Desde septiembre, uno a uno, ingresaban a los hospitales de salud pública pacientes con náuseas, vómitos, diarrea y debilidad general en las extremidades, que progresaban hacia la imposibilidad de orinar. El 1 de octubre, las autoridades se reunieron para analizar la situación.
El día 3 de octubre, el Ministerio de Salud y la Caja del Seguro Social (CSS) informaron que "el sistema nacional de vigilancia epidemiológica había detectado un aumento inusual de casos de insuficiencia renal aguda". Los afectados eran, en su mayoría, mayores de 60 años con antecedentes de hipertensión arterial, diabetes y problemas de insuficiencia renal.
Ante el temor de una enfermedad infecto contagiosa, se pidió apoyo a la Organización Panamericana de la Salud y a los estadounidenses Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), con sede en Atlanta. Localmente, se integró un equipo interdisciplinario de médicos encargado de tratar a los afectados.
Además, se incorporó al Instituto Conmemorativo Gorgas a las investigaciones, el cual procedió a hacer pruebas para dengue, influenza A y B, virus del Nilo, encefalitis equina y enterovirus, que arrojaron resultados negativos.
"La preocupación era que se tratara de una enfermedad infecciosa emergente, que podía arrasar con la población. Pero cuando juntamos las piezas vimos que no encajaban. Algunos pacientes procedían de casas donde vivían hasta 10 niños, todos apiñados, y solo se afectaba una persona. Los médicos y enfermeras tratantes tampoco se infectaban", comentó a IPS el médico Jorge Motta, director del Instituto Gorgas.
La investigación giró entonces hacia un origen tóxico. "Al ver las medicinas que los pacientes estaban tomando y que reportaban, salió 35 por ciento lisinopril", contó Motta.
El 7 de octubre, sin haber establecido una causalidad directa, el Ministerio de Salud retiró del mercado ese medicamento recetado para la hipertensión. Luego se supo que algunos pacientes tomaban hasta 18 medicinas, lo que abrió un número inmenso de posibilidades. Muestras de éstas se enviaron a los CDC, y el primero que se probó fue el lisinopril, sin que se hallaran anomalías.
El segundo grupo de muestras analizado fue el de un jarabe para la tos encontrado en el botiquín de algunos afectados. Cuatro botellas estudiadas mostraron la presencia de un alcohol industrial solvente, dietilenglicol, no aceptado para consumo humano.
El jueves 12, el Ministerio de Salud y la CSS indicaron a la población que se abstuviera de consumir el jarabe sin azúcar antihistamínico-expectorante de 120 mililitros que elabora el laboratorio de producción de la propia Caja. El producto fue retirado y se informó de la llegada de un antídoto, conocido como fomepizole.
Los panameños se enteraron de que el dietilenglicol tiene un extenso prontuario.
El primer caso fue reportado en Estados Unidos en 1937, cuando un cargamento del elixir de sulfanilamida elaborado con dietilenglicol causó la muerte de 107 personas, incluyendo muchos niños. No se habían realizado pruebas de toxicidad del medicamento. Como respuesta, el gobierno de ese país puso en vigor la Ley Federal de Comidas, Drogas y Cosméticos de 1938.
En 1969, siete niños murieron en Sudáfrica, tras la utilización de un sedante contaminado, mientras cuatro personas murieron en el desierto de Sahara por tomar agua de un contenedor en el que había restos de dietilenglicol.
En 1985, en Austria se detectaron vinos endulzados con dietilenglicol. Al año siguiente, en India, 14 personas murieron tras recibir ciertas dosis de glicerina contaminada con ese producto. Entre 1990 y 1992, murieron unas 200 personas de un total de 300 afectados en Bangladesh, tras consumir un elixir con la sustancia venenosa.
En 1992, en Argentina, 25 personas murieron tras tomar un tónico contaminado con dietilenglicol. Desde 1995 a 1996, 89 niños perdieron la vida en Haití, tras consumir un jarabe de acetaminofén, en el que el excipiente endulzante contenía dietilenglicol. En 1998, 33 infantes fallecieron en India luego de recibir medicamentos con el producto.
No es coincidencia que la mayoría de las intoxicaciones masivas se hayan dado en países pobres, que suelen carecer de controles necesarios para el uso seguro de medicamentos.
Las pesquisas panameñas están orientadas a determinar cómo llegó el compuesto a los laboratorios de la Caja. "Una hipótesis muy poco probable es la de que haya habido mano criminal. Hay glicoles que se usan en los medicamentos, pero el dietilenglicol no es uno de ellos. Es un veneno", aseguró el pediatra Pedro Vargas.
"La otra hipótesis es que, por un error involuntario, el dietilenglicol, que es incoloro e inodoro, haya sido tomado por glicerina o propilen glicol", dijo.
Motta comparte la segunda tesis: "Lo mas probable es contaminación o error de substitución por la compañía productora. Me rehúso a pensar que esto se hizo premeditadamente".
También el infectólogo pediatra Xavier Sáez-Llorens se inclina por que "la materia prima adquirida de afuera (glicerina, por ejemplo) haya estado contaminada con el tóxico, como sucedió en Haití en 1995-1996. No creo que haya mano criminal ni que la contaminación haya ocurrido en el laboratorio de la CSS, donde lo que se hace principalmente es mezclar", sostuvo.
Existe otra posibilidad, remota: que el jarabe se hubiera contaminado durante el proceso de producción.
Aun si se demuestra que el diluyente glicerol vino contaminado, las autoridades panameñas no quedarán exentas de responsabilidades. "Una señora que llega caminando al hospital con una neumonía, recibe este jarabe como parte de su tratamiento. Ahora la señora está muerta. En el estado legal actual, alguien tiene que rendir cuentas. Esto va a rodar por mucho tiempo", previno Motta.
La crisis ha puesto en evidencia las carencias de los centros de salud pública y del laboratorio donde se preparaban fármacos que se distribuían entre los usuarios de la seguridad social.
Se sabe ahora que el Instituto Especializado de Análisis de la Universidad de Panamá no inspeccionaba desde 2002 medicinas procedentes de la CSS.
Mientras se espera el análisis clínico del diluyente utilizado en el lote del que salieron los frascos contaminados, 10 personas permanecen en cuidados intensivos. Una de ellas, Enedina Saavedra, de 79 años, ingresó al hospital San Judas Tadeo de la capital por un resfriado, el 29 de septiembre.
El martes 3 de octubre, les dijeron a sus familiares que llevaba 24 horas sin orinar y que iban a trasladarla a la Clínica Especializada de la CSS. "No había camas", contó su nieto, Antonio Araúz, "así que la acostaron en una camilla".
"Empezaron a hacerle diálisis y, desde la primera, perdió la vista. Los doctores nos dijeron que eran cataratas, cuando mi abuela ni lentes usaba". En su opinión, "el jarabe se lo dieron en el San Judas Tadeo", aunque el director de este centro no le ha facilitado el listado de medicamentos recetados a la paciente.
En su caso, probablemente el antídoto fomepizole no servirá. Desde el día 9 está con respirador. "Tiene los sistemas neurológico y renal dañados", contó Araúz, y agregó: "A mí ya no me quedan lágrimas para llorar por mi abuela".(FIN/2006)