Por de pronto, no tendríamos un Rector realizando las funciones de corredor de seguro de una empresa exclusiva en detrimento de la dimensión ética, transparencia y un marco legal que permita a las 23 empresas similares que existen en el país a concursar en igualdad de condiciones a través de una licitación pública. Si la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) estuviese dirigida en un marco de respeto a la legalidad y vida institucional, no tendríamos que soportar la tenebrosa pesadilla de acudir a un centro médico con la angustia y la desesperanza que crea un SEMEUASD sometida interesadamente a la quiebra por la falta de pago a los proveedores de servicio de salud. Lo más lamentable de esta situación es observar como miembros del Consejo Universitario se suman al interés del Rector de promover una empresa que solo en uno de sus planes, el de 515 pesos, ofrece una cobertura inferior a SEMEUASD y debe pagar por esa oferta la suma de 8 millones de pesos mensuales.
Una universidad gobernada en el marco de la legalidad cumple con sus compromisos contractuales y respeta las leyes que gobiernan la nación. El seguro médico de la UASD se ha deteriorado porque las autoridades de turno no han cumplido con su sagrado deber de pagarles cada mes a los proveedores de servicios de salud. Si las autoridades cumplen con su deber de pagar no se deterioran los servicios de salud. He ahí la causa de éste grave problema. La responsabilidad de la quiebra de SEMEUASD recae exclusivamente en las autoridades de turno. Por lo que su solución, al igual que muchas violaciones en que vienen incurriendo las autoridades tiene que buscarse en un escenario que obligue al Rector y a los miembros del Consejo Universitario que lo acompaña en su aventura a respetar el Estatuto, los reglamentos, compromisos y las leyes. Y ese escenario es el Claustro Mayor.
El Claustro Mayor tiene que ser convocado para obligar al Señor Rector a respetar y gobernar en un marco de legalidad, que permita avanzar hacia una academia que sirva de referente y exhiba con orgullo los siguientes aportes a la sociedad dominicana:
1.La celebración de concursos de oposición para seleccionar personal académico y administrativo con la más alta calidad humana y profesional.
2.La aplicación de las promociones de categorías académicas sin la intervención de grupos de intereses políticos y económicos.
3.La revocación de los cargos a aquellos funcionarios designados o electos que no cumplan con las tareas para las cuales fueron electos, tal y como lo establece el artículo 129 del Estatuto Orgánico.
4.La elección de autoridades sin el concurso de grupos de intereses económicos que fundamentan su accionar en el clientelismo y en el reclutamiento de personas de baja calidad humana y profesional, que a cambio de sus favores han ingresados a la carrera académica y administrativa de la universidad.
5.El cumplimiento de la carrera administrativa en la universidad, de forma que se garantice al empleado su estabilidad y promoción gradual dentro de un escalafón que tenga en cuenta la capacidad, la buena conducta y los años de servicio.
6.El mejoramiento constante del nivel académico de la institución y de sus componentes humanos.
7.La igualdad de oportunidades a los ciudadanos calificados, mediante realización de concursos de oposición.
8.El establecimiento de un programa de perfeccionamiento, capacitación, actualización y acreditación para el personal académico y administrativo de la institución.
9.Renovación de su responsabilidad social en la formación de una conciencia crítica de la sociedad dominicana, no dependiente, enmarcada solidariamente en los principios sustentados por los pueblos que luchan por su independencia y bienestar.
10.Difundir los ideales de paz, de progreso, de justicia social y de respeto a los derechos de los seres humanos.
Para que la UASD vuelva exhibir en la sociedad dominicana esa conducta ejemplar, tiene que producirse una convergencia de profesores, estudiantes y empleados que exijamos al señor Rector retomar el camino de la legalidad y la vida institucional, que es el mismo camino que establece el artículo 36 del Estatuto Orgánico, acápite a), que obliga al máximo ejecutivo de la academia a velar por el cumplimiento de los Estatutos, Reglamentos y Resoluciones del Claustro y del Consejo. El Señor Rector y 17 miembros del Consejo Universitario se han colocado en la ilegalidad cuando de modo brutal se resisten a darle cumplimiento al tercer párrafo del artículo 28 sobre las facultades del Claustro Mayor. Más del 20 por ciento de la matrícula de ese organismo elevaron una instancia de convocatoria que a la fecha no se ha producido.
La conducta seguida por el Rector y 17 miembros del Consejo Universitario, al colocarse en la ilegalidad, es lo que explica la carencia de un discurso universitario que pueda promover los ideales de paz, de progreso, de justicia social y de respeto a los derechos de los seres humanos. Si en lo interno se obstruyen esos valores, ¿qué calidad moral tendrían para difundirlo más allá de nuestras fronteras académicas? Pero la UASD debe volver a retomar el camino de esos valores. Y el único camino que nos queda es, precisamente, la convocatoria del Claustro Mayor. El Claustro está convocado, pero el máximo ejecutivo de la academia se niega a cumplir con su deber. Una aparente dicotomía nos envuelve entre una marcha fúnebre de impunidad que se alimenta de violaciones al Estatuto, reglamentos y decisiones del Claustro Mayor y un referente ético que crece en defensa de la institucionalidad y la renovación universitaria.
El referente ético que crece en su lucha por la defensa de la institucionalidad y la renovación universitaria tiene que vencer la pretendida impunidad de los que se han acostumbrado a gobernar con el poder que da la anarquía, el clientelismo y las constantes violaciones. Es hora de asumir el reto para salvar a la UASD. Ahora nos toca decidir el presente y futuro de la Primada de América y debemos hacerlo con responsabilidad y entereza. Hay que vencer los miedos. Pues ellos constituyen la caverna de la ignorancia, el desaliento, la apatía y la agonía de la vida.