SAN LUIS — Los Cardenales de San Luis, un equipo que hace un mes estuvo al borde de quedar fuera de los playoffs, ganó la décima Serie Mundial de su historia al vencer el viernes 4-2 a los Tigres de Detroit. Jeff Weaver lanzó una joya monticular al cubrir ocho innings para llevarse la victoria, su tercera en la postemporada.
Adam Wainwright hizo abanicar el tercer strike a Brandon Inge para sellar la victoria de San Luis y desatar la algarabía en su casa del Busch Stadium ante 46.470 fanáticos teñidos de rojo.
Yadier Molina, que anotó dos carreras y disparó tres hits, fue uno de los faros del ataque de San Luis, en otro partido en el que los errores defensivos de Detroit cavaron su propia fosa.
Al imponerse cuatro juegos contra uno, San Luis desbarató los pronósticos que apuntaban a que los Tigres se los llevarían por delante en el Clásico de Otoño.
Detroit llegó a la serie con una semana de descanso tras ganar siete partidos consecutivos, pero la inactividad pareció su peor enemigo, al cometer ocho errores.
San Luis se proclamó campeón con todo y que su mejor artillero, el dominicano Albert Pujols, hizo muy poco en la serie. Pero contó con el inesperado resurgir ofensivo del puertorriqueño Molina, así como el aporte de Scott Rolen y David Eckstein.
El décimo título de los Cardenales, y primero desde 1982, les ubica en el segundo lugar de ese departamento. Los Yanquis de Nueva York, con 26 conquistas, es el equipo más laureado de la historia.
Con su récord de 83-78, los Cardenales son el equipo con la menor cantidad de victorias que gana la Serie Mundial. Minnesota ganó 85 en 1987 al vencer a San Luis ese año.
Además, el mánager Tony La Russa, campeón con los Atléticos de Oakland en 1989, pasó a los anales del clásico al emular a Sparky Anderson (Cincinnati y Detroit) como los únicos dirigentes en consagrarse con equipos de ambas ligas.
También fue la primera vez desde 1912, cuando los Medias Rojas se impusieron en el Fenway Park de Boston, que un equipo se adjudica la serie en casa en un estadio inaugurado en la misma temporada.
Llovió todo el día en San Luis, pero se despejó un par de horas antes del primer lanzamiento. La temperatura al inicio era de 8 grados centígrados (47 fahrenheit), pero se sintió más frío debido a una fuerte brisa.
Tratando de seguir con vida, el piloto de Detroit Jim Leyland mandó a lanzar a Justin Verlander, el novato de 23 años que perdió el primer juego. Inició con la brújula perdida al congestionar las bases con pasaporte y tirar un par de lanzamientos descontrolados.
Pero logró escapar bien librado tras 35 pitcheos. En cuenta de 3-2 y dos outs, el dominicano Ronnie Belliard conectó un roleta por el medio del cuadro interior que el torpedero venezolano Carlos Guillén recogió a tiempo y sacó al corredor por apenas un paso en la inicial.
San Luis logró adelantarse en el segundo, cuando Molina abrió con sencillo, avanzó a segunda con un toque de sacrificio de So Taguchi y luego a tercera con un roletazo de Weaver.
Eckstein conectó una batazo por la raya de la tercera base que Inge logró atrapar, pero su tiro a la inicial fue muy abierto, permitiendo que Molina anotara. A Inge se la acreditó el error, su tercero en la serie.
Weaver, un derecho que los Cardenales contrataron a mitad de temporada cuando los Angelinos de Los Angeles le dieron de baja para ascender a su hermano Jered, limitó a los Tigres a dos hits en los primeros tres innings.
Pero en un abrir y cerrar de ojos, Detroit le dio la vuelta en el cuarto. El guardabosques derecho Chris Duncan dejó caer un elevado de Magglio Ordóñez. Al siguiente lanzamiento, Sean Casey conectó un jonrón a las tribunas del mismo jardín.
Molina y Taguchi dieron sencillos con un out en la baja del cuarto. Weaver se sacrificó y Verlander tenía servido un out fácil en la antesala, pero tiró mal con lo que Molina anotó. Acto seguido, Eckstein remolcó a Taguchi con una roleta al campocorto, poniendo la pizarra 3-2.
Ocho de las 22 carreras permitidas por los Tigres fueron producto de errores. La de Verlander fue la quinta pifia de lanzador de Detroit en la serie, y la segunda en su cuenta personal.
La fatídica secuencia de ese inning pareció ser la estocada definitiva que hirió de muertes a los Tigres, que se quedaron con las ganas de conseguir su primer campeonato desde 1984.
Verlander trabajó seis entradas en las que admitió seis hits y tres carreras, dos de ellas sucias, al cargar la derrota.
San Luis puso cifras definitivas en el séptimo gracias a un sencillo remolcador de Rolen, con dos outs, ante el relevista dominicano Fernando Rodney.
Weaver se anotó la victoria con una faena de cuatro hits y una carrera, incluyendo una sucia. Recetó siete ponches y transfirió a uno.
Wainwright, un novato que asumió el papel de taponero en el último mes de la temporada por la lesión del titular Jason Isringhausen, embasó a dos corredores, pero no perdió el aplomo para sacar el último out.