Los merengueros boricuas analizan la situación del merengue en la isla y el diagnóstico que hacen es el mismo de Santo Domingo. La radio no lo difunde, falta de originalidad y de apoyo empresarial. Un reporte publicado por El Nuevo Dia expone las calamidades de los merengueros en Puerto Rico. SAN JUAN, Puerto Rico.-La cita con los merengueros era en la placita Barceló de Barrio Obrero, comunidad de una presencia dominicana cada vez mayor y donde la vida discurre con la rapidez del toque de la tambora.
El Nuevo Día Domingo invitó a Elvis Crespo y a los muchachos de Grupomanía, a los chicos de Limi-T 21 y a cantantes como Joseph Fonseca, Raúl Armando y sus compañeros de El Poder del Swing, Richard Nivar ‘El Flaquito’, el frente de Los Sabrosos y a los cantantes de la nueva banda Entre Amigos.
‘‘Al merengue no se le puede quitar la tambora para meter una batería. El merengue está hecho ya, lo que necesita es calidad”
Joseph Fonseca
Crespo y Grupomanía no asistieron. Limi-T 21 se excusó por la enfermedad de la madre de unos de sus componentes.
Fonseca, acabadito de llegar de España, y sus compañeros asistieron y hablaron, sin ambages, de la situación real del merengue en Puerto Rico.
Coincidieron en que en San Juan y el área metropolitana urge mucha difusión radial para el merengue, que éste debe ser provisto de letras y arreglos de calidad y que debe existir más unión y solidaridad entre sus exponentes para levantar el género.
La saturación del mercado con el merengue bomba, reconocieron, provocó que la expresión perdiera exposición en los medios. Hoy aseguran que están preparados para aportar propuestas originales, aunque rehusan pagar por la difusión de sus discos.
“No tenemos el respaldo económico del reggaetón, en que hay otras cosas envueltas. Teníamos que pagar cierta cantidad y ellos la triplicaron. Nosotros no podemos porque no tenemos los recursos”, sostuvo Raúl Armando.
Tampoco consideran que deban reinventar el merengue, sino que a cada talento le corresponde desarrollar un sonido original y de calidad.
“Hago mis producciones pensando en lo que el público desea. He marcado la diferencia con temas de mucha letra y bailables. Antes había 70 orquestas y todas sonaban diferente. Al merengue no se le puede quitar la tambora para meter una batería. El merengue está hecho ya, lo que necesita es calidad”, reiteró Joseph Fonseca.
De otro lado, ante la escasez de trabajo, Fernando Miranda, de El Poder del Swing, ha tenido que gestionar ingresos adicionales como bartender.
“Vivo con las propinas y me tratan bien. Le canto a los clientes y lo que me dan me resuelve para la gasolina”, señala Fernan.
Arnaldo Vallellanes, cantante de La Nueva Patrulla 15, se defiende como productor de eventos folclóricos. “Ahora tengo más tiempo para invertir en otros asuntos que me interesan”, dijo.
Por su parte, Ronny Soler ha sobrevivido tocando con frecuencia los fines de semana en bodas y quinceañeros.
Su compañero Anthony Maldonado, ex integrante de La Mákina, trabajó en el aeropuerto y actualmente labora en un establecimiento de ropa masculina en Plaza Las Américas.
“Mi primer disco como solista vendió como 80,000 copias. Me fue bien hasta 2002, cuando iba rumbo a una carrera como solista muy buena. Pero en la segunda producción no tuvimos el respaldo radial y me tuve que ir a trabajar en otras cosas. Me deprimí al no poder hacer lo que me gustaba”, recordó Anthony, quien pronto reaparecerá con la banda Entre Amigos, con Ronny Soler y Manuel, ex cantante de Fuera de Liga.
No hay un desarrollo de merengueros nuevos porque la radio no quiere tocar merengues”, dijo a El Nuevo Día Domingo el director de orquesta Ringo Martínez, fundador de la Patrulla 15, Las Nenas de Ringo & Jossie y Caña Brava.
“Lo peor que nos ha podido suceder es que perdimos a KQ-105, una emisora que nos tocaba, pero que al ser adquirida por Univision lo eliminó de su programación, como ha sucedido en las emisoras que han adquirido en Nueva York y Miami, que sencillamente no tocan merengues”, sostuvo Martínez, quien considera mudarse a Boston, donde su orquesta Caña Brava es muy solicitada.
Por su parte, el promotor de bailes Fernan Colón recordó que la etapa de mayor efervescencia merenguera en la Isla se registró a mediados de la década pasada, cuando Z-93 y SalSoul difundían los discos que se editaban y presentaban a los exponentes en ‘merengazos’ o espectáculos masivos a nivel de coliseos, a parte de que la actividad en salones como Villa Real, San Juan Chateau, Collage, Hacienda Country Club, El Bailador, Jaraguas Night Club y Lomas del Sol era continua.
“Esa es la razón de la debacle. Necesitamos radio y la única emisora que nos apoya en San Juan, y lo digo entre comillas, es Dimensión 103”.
En dicha emisora, propiedad del radiodifusor dominicano Bienvenido Rodríguez, se implantó el sistema “pay per play”, basado en pautar anuncios de los discos a cambio de su divulgación.
“A algunos artistas les funciona, pero a mí no. Acabo de grabar un sencillo a las gemelas Ambbas, pero me veo imposibilitado de colocarlo en Dimensión porque me exigen que paute un comercial por la cantidad de $3,000 mensuales y eso es demasiado dinero”, indicó Colón.
A pesar de la renuencia de las grandes cadenas radiales, disqueras pequeñas como Musical Productions siguen editando álbumes de talentos como Los Sabrosos del Merengue, Johnny Ventura, La Banda Gorda y Juliana.
“No pagamos el ‘pay per play’ de Dimensión, pero no tenemos problemas con FM 96 de Mayagüez y Yunque 93 de Naguabo”, dijo el promotor y oficial de prensa “Ángel Ilarraza, de Musical Productions.
Ante el avance del reggaetón y la pobre difusión radial, el nuevo propietario de Hacienda Country Club, Carlos Iván Toro consideró necesario diversificar su cartelera de presentaciones.
“Ahora, con el nombre de Hacienda Convention Center, hago todo tipo de eventos, desde reggaetón hasta música electrónica. Pero cuando presenté el aniversario de Los Sabrosos del Merengue metimos 6,000 personas”, dijo.
Aparte del hermetismo radial, los entrevistados coincidieron en que la saturación del merengue estilo bomba y la proliferación de artistas y bandas, muchas con poca preparación, socavaron la credibilidad del género.
También fue muy contraproducente para el género los precios y honorarios exhorbitantes que comenzaron a cobrar las orquestas y solistas que se abrazaron a la fama, y que sobrepasaban los $10,000. Algunos se olvidaron de las tarimas populares para optar por conciertos en Bellas Artes y masivos en coliseos y estadios.
Mientras, para el musicólogo y profesor universitario Luis Manuel Álvarez la decadencia es desde el aspecto de la producción.
“La decadencia es desde el punto de vista de producción comercial y de compra y venta de artistas porque lo que está de moda es el reggaetón. Pero cuando tocan un merengue todo el mundo sale a bailar. En ese sentido no hay tal decadencia. Como gusta tanto, todos los grupos que quieran vivir de tocar en cumpleaños, bodas y fiestas navideñas tienen que tener merengues en su repertorio para poder guisar”.