Como a casi todas las grandes creaciones, a los cómics les han sacado numerosos “padres” y antecedentes, desde los códices mayas hasta los jeroglíficos egipcios, pasando por otros menos conocidos. Esto implica que su origen se ha politizado, porque la “criatura”, ha sido exitosa. No obstante, poco se ha escrito acerca de su incidencia en determinados dominicanismos de uso cotidiano.
De lo que no cabe ninguna duda es que los cómics o historietas, también conocidos como tebeos, por la publicación española TBO, que aún se edita, constituyen un poderoso e influyente medio de comunicación, enmarcables dentro del sub-género de las literaturas de la imagen, asimismo, en el de las novelas gráficas, o bien, en el de comunicación distractiva verbo-icónica, igualmente, conocida como periodismo iconográfico de entretenimiento. Hay que reconocer, que hoy en día han sufrido la competencia de otros recursos de entretenimiento, en especial los juegos electrónicos.
Intentar definirlos equivale a tener que esquivar las cuantiosas excepciones, porque en realidad el vocablo cómic, tomado del inglés, sirve de paraguas bajo el cual se cobijan diferentes formatos, innumerables estilos personales, y todas las técnicas artísticas imaginables, incluyendo, por supuesto, las dibujísticas, que son las más empleadas.
Está claro que se trata de narraciones casi siempre secuenciadas que emplean textos e imágenes en viñetas o cuadros. Es preciso aclarar, que en ciertos casos, no muy abundantes, la lectura no se realiza siguiendo un orden pre-establecido, sino, que pueden ser ojeadas de acuerdo con otro ordenamiento más individual y personal. De todas maneras, esta definición no nos aclara lo suficiente la temática, porque un aviso publicitario televisivo es, por igual, una narración y emplea texto oral o escrito, e imágenes. Lo mismo puede decirse del cine o de las foto-novelas; con la variante de que el cine y la televisión producen la sensación de movimiento, que normalmente no tienen ni la fotografía ni los dibujos. La tele y el cinema son medios audio-verbo-icónico-cinéticos. El audio, se refiere a los ruidos y sonidos; lo de verbo, porque aparecen textos y se habla directamente, o bien en off; en cuanto al aspecto icónico, se debe a que se muestran imágenes de todo tipo, y cinético, como su nombre indica, hace referencia a la ilusión de movimiento.
El cómic tiene un pariente opulento que es el álbum, porque emplea, por lo general, papel de buen calidad, con cubiertas duras, con el título y los créditos en la portada y el lomo como un libro, es un poco más grande, y por supuesto, vale más caro.
Tampoco se trata de una tira cómica o tira diaria, la cual podría definirse como un cintillo, casi siempre horizontal, y de ahí su denominación de “tira”, traducida del vocablo inglés “strip”, con unas pocas viñetas, y lo típico es que tengan continuidad en días sucesivos, en la prensa.
Mucho menos estamos hablando de una caricatura, la cual toma su denominación del verbo italiano “caricare” que significa “cargar” o “sesgar”, o bien, “exagerar”. Esta variante de la comunicación gráfica, hace hincapié en la exageración de los rasgos físicos de la persona a base del dibujo u otras técnicas apropiadas, con la finalidad de provocar la hilaridad.
Por su parte, los dibujos animados, también conocidos como “cartones animados”, lo cual es una mala traducción del término en inglés “cartoon”, aparecen en la tele y en el cine, ya que al tener animación en apariencia, emplean esos canales. Esa sensación de movimiento, se logra realizando pequeñas variaciones entre un fotograma y otro. Antes se hacía con dibujos hechos a mano, pero hoy en día se utiliza más el ordenador o computadora. También es posible provocar ese efecto a base de la técnica conocida como “el cuadro a cuadro”, a la que en inglés se llama “frame to frame”, y consiste en captar con la cámara elementos livianos, pequeños y/o maleables, haciendo ligeras variaciones entre fotograma y fotograma, tomándolos de uno en uno; como podrían ser granitos de arroz, o de arena, barro, masilla, plastilina, palillos, etc. Al contemplarse en una secuencia de 24 fotogramas por segundo, se produce la sensación de movilidad, por dos motivos básicos: por el llamado efecto de la “persistencia retiniana”, que consiste en que al nosotros percibir algo del mundo exterior, esa imagen permanece en nuestra retina unas cuantas fracciones de segundo más, y en segundo lugar, por el conocido como “fenómeno PHI”, que se refiere a la impresión de animación que se produce en nuestro cerebro al observar, por ejemplo, unas luces contiguas, que se encienden de forma secuenciada.
El dibujo de humor, al consistir habitualmente en una sola viñeta tampoco es lo mismo. Naturalmente, como su nombre indica, pretende hacer gracia.
El cómic es, pues, un cuadernillo que contiene la narración o las narraciones léxico-pictográficas, en unas 40-70 páginas aproximadamente, de papel de calidad variable. La mayoría posee formatos rectangulares y verticales, aunque también existen los apaisados. Una excepción importante son los llamados “mangas” japoneses, que suelen tener alrededor de 300 páginas. Además, para leerlos se sigue la convención de lectura del japonés, lo que equivale a decir que en términos occidentales se leen de atrás hacia adelante, es decir, que la contraportada nuestra, es la portada para ellos, y viceversa.
En las historietas los sonidos no se escuchan como sucede en los dibujos animados, sino que se leen en el interior de unos cuadritos, que son habitualmente rectangulares, pero que pueden tener cualquier forma que el dibujante quiera, y que normalmente, como ya se dijo, se les conoce como viñetas. Para albergar dentro de las viñetas, las palabras, los sonidos, los ruidos y otros muchos signos y señales de todo tipo, desde las palabrotas hasta notas musicales pasando por idiomas inventados, se tomó prestada probablemente del arte sacro la idea, y se desarrollaron aún más en el tiempo, los llamados globos, nubes, balones, baloons, cenefas, filacterias, entre otros.
La mayoría de los investigadores le atribuye el inicio del cómic a los alemanes, materializado en el trabajo de Wilhelm Busch, titulado Max und Moritz. Esto ocurrió a finales del siglo XIX, en Europa; pero el gran comienzo sostenido se le imputa al personaje: El Chico Amarillo, (The Yellow Kid), del año 1896, creado por Richard Felton Outcault, en los EEUU, el cual aparecía en la prensa diaria, y de ahí su nombre, por la calidad del soporte empleado.
Hacia los años 20 del siglo pasado, llegaba material de entretenimiento a México desde los Estados Unidos, pero siempre con atraso, a pesar de su vecindad, y por ese motivo se empezó a acudir al talento local para satisfacer la demanda de ese tipo de publicaciones. Así en 1934 surge la revista mexicana llamada Paquito de la Editorial Sayrols, que contenía temas originales, es decir, que no habían sido publicados con anterioridad, procedentes de varios autores. A este período de tiempo se le conoce como la época dorada de la historieta mexicana, porque salieron al mercado, por igual, otros personajes que tuvieron grandes éxitos entre el público consumidor, como sucedió con Pepín.
Más adelante, alrededor de la década de los años 50, surgieron otros cómics mexicanos que también fueron súper-ventas tales como: La Familia Burrón, Hermelinda y Linda, Los Supersabios, entre otros. En esos años, México era uno de los países del mundo, donde más historietas se imprimían; era una auténtica potencia mundial, en ese género.
Todas esas revistas mexicanas de entretenimiento fueron importadas hacia la República Dominicana; y una de las pioneras fue, sin lugar a dudas, Paquito, por la época de su aparición. De esa forma la publicación empezó a calar en el gusto de la gente, y empezaron a pedir un “paquito”, tal como ocurrió con las marcas Gillette, al solicitar una hoja de afeitar, y Chiclets, en vez de goma de mascar, aunque hay que destacar que para los jóvenes de hoy, “estar chicle” tiene otras connotaciones; asimismo, pasó con un “caribe”, en sustitución de un “periódico”; ya que en la Era de Trujillo, “El Caribe” era el diario que más se vendía, conjuntamente con “La Nación”, porque eran prácticamente los únicos y/o los más importantes voceros impresos, en formato de prensa escrita, de la tiranía, durante un largo período, y así sucesivamente… son muchos los ejemplos: como jeep, en vez de vehículo todoterreno, cutex, en sustitución de esmalte de uñas, formica, en lugar de lámina decorativa, kotex, sustituta de toalla sanitaria.
La diferencia estriba en que en lugar de ser paquito una marca como sinónimo de producto, era el nombre de una publicación, que ya no existe, pero que nos dejó ese legado lexical.