El presidente Leonel Fernández marcha velozmente hacia su tercer año de gobierno en medio de una profunda crisis económica que amenaza la relativa paz social que vive el país. En todo ese tiempo, él y su equipo no dan pie con bola, como dice el pueblo. El país va de mal en peor. Aunque las autoridades del Banco Central hablen de crecimiento económico sin precedentes. La realidad siempre supera a la imaginación.
Y la realidad es que hoy estamos peor que antes sin que se hayan producido fenómenos como los que afectaron la economía durante el gobierno de Hipólito Mejía y el PPH, como la quiebra fraudulenta de tres bancos, que le costó al país más de cien mil millones de pesos; los actos terroristas del 11 de septiembre, que le significaron a la nación más de dos mil millones de dólares; el aumento de los precios del petróleo, que tuvo un impacto negativo superior a los dos mil millones de dólares, elementos que contribuyeron a disparar la tasa de cambio y el costo de la canasta familiar.
Esos problemas, ajenos al gobierno y su voluntad, determinaron la derrota electoral del presidente Mejía y la victoria del Fernández que se presentó como el mesías que pronto, con la varita mágica de la confianza provocaría el progreso de todos. Y a más de dos años el progreso ha llegado sólo hasta los funcionarios y dirigentes del partido de gobierno.
La crisis energética es insoportable. Hoy tenemos más apagones y pagamos más cara la tarifa. Estamos pagando más caros los apagones, que en algunos casos llegan a las 18 y hasta 20 horas. Y lo que es peor, no se vislumbra una salida. El mayor promotor de la privatización de la Corporación Dominicana de Electricidad se destapó no hace mucho con unas declaraciones admitiendo que había sido un fracaso. Quiere decir que no hay salida inmediata. Los que prometieron resolver ese problema en tres meses, tras 7 años en el gobierno, dicen que tendremos apagones por muchos años.
Todos los servicios están más caros. Educación, salud, vivienda, transporte público de pasajeros y de carga…
La justicia no es gratis a pesar de que así lo ordena la Constitución de la República.
Los combustibles están mucho más caros que durante el gobierno del PPH.
Las remesas que reciben miles de dominicanos tienen un valor menor, pues el que recibía cien dólares tenía cinco mil pesos. Hoy tiene poco más de tres mil pesos.
La delincuencia y la criminalidad no se detienen ni con el toque de queda decretado por el gobierno.
El gobierno lo ha encarecido todo en medio de una tanda interminable de impuestos, incluso por vía administrativa en violación a la Constitución.
El gobierno le ha dado dos golpes mortales al pueblo con las reformas fiscales. Ahora pretende imponer otra reforma fiscal, más dura, cruel e inhumana, que entre otras cosas busca ampliar el Itebis, de tal forma que hasta el aire que respiramos pagará impuestos. Pero el gobierno no habla de reducir sus gastos eliminando las botellas y los privilegios irritantes de los funcionarios. El gobierno aumentó sus gastos en más de un 40% después de prometer reducirlos tras adoptar un plan de austeridad que no ha cumplido.
El gobierno gastó alrededor de cinco mil millones de pesos durante la campaña electoral comprando dirigentes opositores. Y ahora le dice al pueblo que necesita más dinero. ¿Para qué? ¿Para seguir nombrando subsecretarios, para continuar con los viajes al extranjero innecesarios, para continuar designando cónsules y vicecónsules en todas partes, para seguir enriqueciendo a las insaciables bocinas de la prensa?
Otra reforma fiscal sería catastrófica para la mayoría de los dominicanos, que terminarán cargando sobre sus hombros, con más pobreza, miseria y muerte, los nuevos impuestos.
¿Cuáles han sido los beneficios que el presente gobierno le ha otorgado al pueblo? ¿De qué se ha beneficiado la gente si todo está más caro y han aumentado el desempleo, los impuestos y hasta la corrupción administrativa?
¿Qué sentido tiene continuar apoyando las medidas impopulares de un gobierno que se torna inhumano, que le da la espalda al pueblo que lo eligió para que resolviera los problemas, no para que los profundizara?
Al gobierno hay que decirle ¡No! A todo pulmón.
No más impuestos, no más atropellos, no más complicidad con los que llevaron al país a la quiebra robando bancos desde adentro, no más contratos de grado a grado, no más préstamos.
Al gobierno hay que decirle: ¡No! A todo pulmón.