El gobierno insiste en culpar al ex presidente Hipólito Mejía de todos los males del país, como si éste aun estuviera al frente del Estado, como si el PRD o el PPH aún estuviera dirigiendo los destinos de la nación.
Pero ocurre que no, que Hipólito Mejía y su PPH abandonaron el poder hace ya más de dos años, tiempo suficiente para que Leonal Fernández y los genios del PLD hayan probado eficiencia enfrentando con éxito los problemas que encontraron y que prometieron resolver tan pronto llegaran al poder. No ha sido así. Por el contrario, el país está hoy al borde del colapso.
El presidente Fernández y el PLD han probado una incapacidad política y gerencial que desborda los límites de la paciencia de la población que ya comienza a desesperarse y a darse cuenta de las mentiras y de los engaños de los funcionarios gubernamentales y de las bocinas que ya no tienen argumentos ‑aunque sí muchos millones en los bolsillos‑ para continuar culpando a Mejía de todo lo negativo que ocurre en el país.
Seguir gritando ¡Hipólito! ¡Hipólito! ¡Hipólito!, para acusarlo de la crisis económica y de todo cuanto se mueve, aun sea la hoja de un árbol, más que una necedad, es una ofensa a la inteligencia de los demás. Es verdad que "el mal comido no piensa", como dijera Lidio Cadet, pero no se puede llegar al colmo de la estupidez.
Porque no fue Hipólito el que vendió a precio vil las empresas del Estado, patrimonio del pueblo dominicano, fue Leonel. No fue Hipólito el que firmó todos los contratos con las empresas vinculadas al negocio eléctrico que tanto daño les han hecho al país, fue Leonel; no fue Hipólito quien le regaló a una familia el Puerto de Santo Domingo; no fue Hipólito, fue Leonel el que prometió el 16 de agosto del 2004 austeridad, pero en cambio ha llenado el Estado de botellas aumentando el gasto público en más de un 40 por ciento; no fue Hipólito, fue Leonel el que aprobó dos reformas fiscales dos años que le permitieron recaudar más de 50 mil millones de pesos que nadie sabe donde han ido a parar.
Fue Leonel, no Hipólito, quien aseguró que el pago de los servicios de la deuda de éste años sería superior a los 60 mil millones de pesos, pero sólo ejecutó 30 mil, sin decirle al pueblo que hizo con los otros 30 mil millones de pesos; fue Loenel, no Hipólito, quien regaló 25 millones de dólares para que los ricos de Santiago construyeran un hospital; fue el ministro de turismo de Leonel, no el de Hipólito, quien admitió que estaba violando el artículo 102 de la Constitución de la República que tipifica y condena la prevaricación; fue Hipólito, no Leonel, quien sometió a la Justicia y envió a la cárcel a los responsables de la quiebra fraudulenta de la banca privada; fue Hipólito, no Leonel quien salvó el sistema financiero del país y garantizó sus ahorros a más de 700 mil personas; fue Leonel, no Hipólito, quien nombró como secretario de Estado al defensor del principal acusado de lavado de activo del país; fue Leonel, no Hipólito, quien se declaró "vinchista"; es Leonel, no Hipólito quien se arrodilla ante el Fondo Monetario Internacional; es Leonel, no Hipólito, el que quiere imponer otra reforma fiscal para continuar matando de hambre al pueblo dominicano.
Es Leonel, no Hipólito que pretende quitar el subsidio al gas licuado de petróleo, a la energía eléctrica, para que los pobres sigan jodiéndose más; es en este gobierno de Leonel, no en el de Hipólito, que se ha decretado un "estado de sitio" a partir de las 12 de la noche, probando así su incapacidad para enfrentar ese flagelo con éxito.
Es Leonel, no Hipólito, quien permite que el Despacho de la Primera Dama reciba más dinero que algunas secretarías de Estado, incluso más que el Inespre, que está quebrado.
Es Leonel, no Hipólito, quien lleva más de dos años gobernando y no ha hecho nada en beneficio de las mayorías. Es, en consecuencia, Leonel, no Hipólito, el responsable de la desgracia de los dominicanos.
Y será Leonel, no Hipólito, el responsable de lo que ocurra cuando la gente, para no dejarse morir de hambre, salga a las calles violentamente a reclamar su derecho a vivir.