“Los discursos inspiran menos confianza que las acciones”.
(Aristóteles)
El Gobierno está decidido a incrementar el nivel de impuestos que paga la población.
Creo que no es cierto eso de que la llamada “reforma” no afectará a los pobres, como expresara el Vicepresidente Rafael Alburquerque. El sólo hecho de que miles de carros de concho vean elevado el precio del combustible que utilizan, GLP, incidirá en los hombres y mujeres de a pie, en los pobres).
Y pienso que el Gobierno confronta serios problemas de credibilidad.
Algo que los comunicadores no ignoran es que la buena reputación es hija de la coherencia entre las prácticas y los discursos. Por ejemplo, un discurso esgrimido (incluso recientemente) por los principales funcionarios del área económica del Poder Ejecutivo: el Gobierno “heredó” una difícil situación económica y financiera, producto de los desaciertos del gobierno anterior, especialmente de la crisis bancaria (2002-2004).
Sin embargo, para la mayor parte de la población parece lógico que si usted recibe una casa deteriorada, con hoyos en diversos lugares y usted quiere ser coherente, usted no puede darse el lujo de gastar sus pocos recursos en obras que no son prioritarias en ese momento como, por ejemplo, el Metro. No puede darse el lujo de seguir incrementando la nómina pública. No puede embarcarse en nuevos acuerdos de libre comercio que tendrán su costo fiscal y tienen su costo operativo. No puede descuidar la educación y la salud, como zapatas para salir del problema a mediano plazo (no una política populista de “parchos”). No puede aferrarse al populismo de no cobrar la luz y sujetarse de denuncias generales de que grandes empresas acuden al fraude eléctrico.
O sí puede eso y más, porque son posibles las políticas incoherentes. Y en ese caso usted está minando su credibilidad.
Querrá hacer una reforma constitucional por una vía diferente a la propuesta cuando estaba en oposición política (incoherencia) y la consulta carece de credibilidad.
Querrá incrementar los impuestos bajo el supuesto de que se necesitan más ingresos para enfrentar los graves problemas que nos afectan, pero usted no es capaz de moderar sus gastos, sus argumentos a favor de la “reforma” tienen baja credibilidad.
Quiere una “reforma” fiscal y no es capaz de anunciarla usted mismo –como Presidente-. Un organismo internacional toma el protagonismo. Sus funcionarios expresan que le será entregada –acto que debe hacerse internamente y ser usted el vocero de medidas tan duras-, es a lo mejor porque, pese a los gastos en publicidad, usted sabe que la credibilidad anda baja.
Ahora le toca le turno al Gobierno. Es el Gobierno quien tiene que apretarse los pantalones.
Recientemente escuché un “reggaeton”, “El Metro”, que dice:
Usted se pone los zapatos
primero que la media…
Usted se pone la correa
primero que el pantalón…
Al parecer, es lo que está pasando con el Gobierno.
Quiere ponerse el pantalón de la competitividad, pero no quiere comprar la tela para hacerlo.
Quiere los zapatos de la modernidad, pero es incapaz de ponerse primero las medias de nuestros principales problemas en vía de solución.
Quiere que la casa de todos –la nación- sea austera y acepte nuevos impuestos, pero no es capaz de organizar su habitación en esa dirección.
Alguien señalaba que la confianza no proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas.
Milton Tejada C.
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