TORONTO, nov (Tierramérica) – Cáncer de piel, lesiones oculares e infecciones aumentan a la par del agujero antártico en la capa de ozono, especialmente en el sur de Argentina y Chile, donde durante la primavera la radiación ultravioleta crece 25 por ciento. La capa de ozono cubre a todo el planeta a una altitud de alrededor de 15 a 30 kilómetros, y protege a los organismos vivos de los perjudiciales rayos ultravioletas.
Según la estadounidense Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA), el agujero de ozono se expandió a 29,5 millones de kilómetros cuadrados en promedio, entre el 21 y el 30 de septiembre.
En este momento, el agujero sobre la Antártida "es el más grande de que se tenga registro", dijo Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
"Los gobiernos necesitan reducir y clausurar las fuentes de productos químicos que agotan el ozono", agregó en una declaración escrita.
Las quemaduras de sol aumentan durante la primavera, cuando el agujero se extiende a la austral ciudad chilena de Punta Arenas, según estudios realizados por la Universidad de Magallanes.
El melanoma maligno, una mortal forma de cáncer de piel, se duplicó en los últimos años, llevando a las autoridades sanitarias chilenas a recomendar evitar la exposición directa al sol entre las 11.00 y las 17.00 horas, y especialmente proteger a los niños.
"Mundialmente, el aumento de (casos de) melanoma es alarmante, está entre las formas de cáncer que crece más rápidamente", dijo a Tierramérica Edward de Fabo, investigador del cáncer de piel en la Universidad George Washington.
"Solía ser raro en jóvenes, pero vemos cada vez más casos de melanoma en personas menores de 25 años", señaló De Fabo.
El incremento de quemaduras de sol también está vinculado a que más rayos ultravioleta llegan a la superficie de la Tierra. Los efectos adversos directos de esa radiación serán aumentos en cáncer de piel, cataratas y lesiones oculares, dijo Frank de Gruijl, investigador del Hospital Universitario de Utrecht, en Holanda.
"Hay buenas razones para sospechar aumentos de infecciones con el virus herpes simplex y otras enfermedades infecciosas también", dijo De Gruijl a Tierramérica.
Mayores niveles de rayos ultravioleta B (los más perjudiciales) influyeron en la supresión de sistemas inmunológicos, explicó.
Animales y plantas también son afectados por la expansión primaveral del agujero de ozono. Científicos argentinos hallaron daños en el material genético de plantas del Parque Nacional de Tierra del Fuego, y australianos documentaron reducciones del fitoplancton de hasta 65 por ciento.
Según un boletín de la división antártica del Departamento Ambiental Australiano, un área del Atlántico Sur conocida como "el granero de la Antártida" fue expuesta a entre tres y seis veces la cantidad normal de radiación ultravioleta en octubre.
"Los niveles globales de estos rayos aumentaron en los últimos 25 años y no se sabe cuán rápidamente continuarán haciéndolo ni por cuánto tiempo. Los químicos que agotan el ozono van a estar en la atmósfera durante varios siglos", dijo De Fabo.
El ozono prácticamente desapareció de la capa atmosférica entre 12 y 20 kilómetros por encima de la superficie terrestre.
Hoy la radiación ultravioleta en el mundo es, en promedio, entre cinco y 10 por ciento más elevada que antes de 1980, y seguirá en esa dirección por otra década o más.
Estos niveles varían mucho según la ubicación y la época del año. Los países más cercanos al ecuador tienen la mayor exposición a los rayos ultravioleta, pero las regiones australes de Argentina y Chile experimentan niveles muy elevados de esta radiación (25 por ciento más altos) especialmente durante la primavera, cuando se abre el hueco antártico.
Científicos atmosféricos anunciaron hace poco que la capa de ozono está comenzando a recuperarse y que volverá a niveles previos a 1980 en 2050.
De Fabo destacó que esa proyectada recuperación depende de que se cumpla plenamente el Protocolo de Montreal (1997), que busca controlar la producción y el consumo de sustancias químicas destructoras de la capa.
El tratado fue diseñado para eliminar o reducir la producción de varios grupos de productos químicos llamados hidrocarbonos halogenados –que contienen cloro o bromo– conocidos por su participación en el agotamiento del ozono.
Representantes de casi 200 países se reunieron del 30 de octubre al 3 de noviembre en Nueva Delhi para evaluar los avances del Protocolo, que "fue increíblemente exitoso hasta ahora, pero queda mucho por hacer", dijo a Tierramérica Michael Williams, portavoz del Pnuma.
Otros temas tratados en la reunión fueron el comercio ilegal de clorofluorocarbonos (CFC) prohibidos, el uso continuado de bromuro de metilo por parte de Estados Unidos y el problema de los químicos de reemplazo (hidroclorofluorocarbonos -HCFC- e hidrofluorocarbonos -HFC-), que empeoran el calentamiento global.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 4 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/2006)